.. |
México D.F. Lunes 26 de julio de 2004
Javier Oliva Posada
El nuevo presupuesto del Pentágono
Dentro de los temas de interés que no han merecido mayores comentarios en nuestro país, leemos en La Jornada del sábado anterior, el monto destinado para el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Y para darle una dimensión apropiada a la referida noticia, hay que considerar que la convención demócrata (Boston) que ungirá formalmente a John Kerry y a John Edwars como candidatos a la presidencia y vicepresidencia, se realiza simultáneamente al anuncio en Washington. Con esto queda claro que la prioridad de un eventual segundo periodo del ahora mandatario de ese país seguirá siendo la guerra (con todas sus secuelas y calamidades).
El monto es de poco más de 416 mil millones de dólares, de los cuales 26 mil serán destinados a las operaciones en Afganistán e Irak. Aún más: esa formidable suma no considera otros presupuestos del área que concierne a la seguridad nacional. Solamente baste recordar que en su primer ejercicio (2003), el flamante Departamento de Seguridad de la Patria recibió recursos por otros 26 mil millones de dólares, sin considerar los montos de la CIA y la FBI.
Otro aspecto, que es de crucial influencia para argumentar el presupuesto para la defensa, son las conclusiones de la comisión investigadora de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Desde las posturas de Condoleezza Rice, hasta la de los responsables de la CIA, como George Tenet o Richard Clark, principal funcionario para hacer frente al terrorismo -ambos renunciaron, por cierto, ante lo que adujeron como pasividad del gobierno de Bush ante las evidencias de los ataques- concluyen en la necesidad de incrementar las medidas de prevención y acción para que Estados Unidos y sus intereses en el mundo no se vean afectados.
Por su parte, John Kerry, en un discurso en la víspera de la convención, argumentó, a propósito de la decisión de ir a una guerra, la necesidad de que Estados Unidos no adopte semejantes determinaciones sin el apoyo o aval tanto de la comunidad internacional como de los organismos multilaterales. Esa es una diferencia obvia ante el procedimiento con el que George W. Bush ha llevado a su país a los conflictos bélicos de Afganistán e Irak.
Y hay más pruebas aún de lo que se puede esperar con una visión bélica unilateral como la que ahora prevalece. El viernes fue anunciada la instalación del primer misil de intercepción de largo alcance en Alaska. Se trata de uno de los 10 que se pretenden tener listos para cualquier tipo de eventualidad balística procedente del Círculo Polar Artico y organizaciones terroristas cercanas o que se dispongan a utilizar esos territorios para alcanzar sus objetivos.
Nos enfrentamos pues, a la continuación de la escalada que significa que por décimo año consecutivo el presupuesto del Departamento de Defensa de Estados Unidos aumente. Si bien, se reconoce por parte de la Casa Blanca que hay mejoras en cuanto a las formas en que se ha enfrentado al terrorismo, a su financiamiento y a las organizaciones que le promueven, argumentar que el mundo no será cien por ciento seguro, además de la obviedad de la afirmación, es el argumento idóneo para seguir actuando por todas partes con la misión de hacerlo, precisamente, más seguro.
Preferir a la fuerza, marcadamente por encima de la diplomacia, sin considerar los efectos sobre las relaciones internacionales o los impactos en los países vecinos a las operaciones desplegadas por las fuerzas armadas estadunidenses, seguirá produciendo, no obstante los presupuestos destinados, un mundo dividido en regiones muy pobres e inseguras frente a otras aparentemente seguras pero con muy bajos niveles de tolerancia, como ya sucede en Francia, Inglaterra y, por supuesto, en Estados Unidos. La historia y la política siguen siendo muy importantes, además de necesarias. [email protected]
|