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México D.F. Lunes 26 de julio de 2004
AMERIPATADAS
Rubén Montedónico
1, 2, 3... šen penales!
LAS MEJORES SELECCIONES sudamericanas por historia ocuparon las tres primeras posiciones de la Copa América -lo que pudiera estar en los cálculos iniciales de algunos-: sin embargo, nadie podía suponer que fuese la más débil de ellas en el torneo la que alcanzara su séptimo título.
CON MEJORES EJECUTORES de penas máximas y con cuotas de suerte suficientes para poder sobrellevar los 90 minutos previos y alcanzar sendos empates, Brasil mandó a Uruguay a disputar contra Colombia el tercer lugar y, después de dos goles en cada tiempo de compensación, le sacó el primer puesto a Argentina.
LA VICTORIA DEL remedo de scracht do ouro no le aporta gran cosa a los dirigidos por Parreira, que de todas formas será juzgado negativamente por la torcida y la crítica: cuando enfrentó a rivales que no se acomplejaron al ver la verdeamarelha, jugó mal, no supo qué hacer con la pelota al frente, perdió gran parte de las disputas en medio campo y atrás sus defensores, a pesar de hacer agua en toda la línea, enfrentaron a delanteros de cuadros rioplatenses que no lograron concretar su mejor técnica y mayor posesión en tiempo y espacio del balón.
PARREIRA DEBERA OCUPARSE más en dar explicaciones sobre lo que dejó de hacer su selección que en agradecer felicitaciones por el triunfo conseguido de manera inusual.
EN TANTO, BIELSA podrá argumentar que, en todo caso, la albiceleste fue derrotada en serie de penales, al igual que le pasó a la sombra que se agita tras su cargo -Carlos Bianchi- que perdió con Boca la final de la Libertadores de igual forma. Quizás esta circunstancia le permita afrontar los dos partidos eliminatorios de septiembre hacia Alemania con un poco más de aire, aunque la carga en su contra de los medios electrónicos siga -como mar de fondo- agitando las aguas para que lo sustituyan.
A FOSSATI, QUIEN tomó un conjunto de jugadores caros y perdió dos partidos de las eliminatorias, le fue bastante mejor: pese a que salió de Montevideo con un grupo en preconflicto con los dirigentes del futbol, que esta situación se prolongó en Perú y que el equipo se partió por los golpes intercambiados entre Montero y Forlán antes del último partido, le dio a los celestes un equipo con el cual enfrentar lo que vendrá. Tal vez, si regresa la unidad entre los jugadores, consiga lo primero que demanda la afición celeste, que no es ganar en la cancha, sino correr a los enanos que dirigen el futbol oriental. [email protected]
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