México D.F. Jueves 29 de julio de 2004
John Edwards, nominado aspirante a la vicepresidencia;
día de sorpresas prefabricadas
Oficializada, la candidatura de John Kerry
JIM CASON Y DAVID BROOKS ENVIADOS
Boston,
28 de julio. ¡Sorpresa! John F. Kerry es el candidato presidencial
del Partido Demócrata, coronado hoy en el tradicional rito de la
convención nacional, donde se realizó el anuncio del voto
formal de cada delegación estatal. Kerry arribó a esta ciudad,
cruzó el puerto en una embarcación junto con sus compañeros
veteranos del "barco rápido" de la guerra de Vietnam, para preparar
su presencia ante este magno acto político.
Sin embargo, el guión señalaba que la estrella
de esta noche era John Edwards, el candidato a la vicepresidencia, quien
es el encargado de proyectar la cara del hombre "común" en esta
campaña, para contrarrestar la imagen aristocrática y distante
de Kerry.
"Los republicanos están haciendo todo lo que pueden
para llevar a esta campaña al puesto más alto de la Tierra
por el camino más bajo posible", declaró Edwards desde el
podio. Instó al pueblo a "rechazar la política cansada, vieja,
odiosa y negativa del pasado. En su lugar, pueden abrazar una de esperanza,
la política de lo posible porque esto es América, donde todo
es posible".
Como casi todos los oradores, Edwards resumió la
historia de Kerry en Vietnam y dijo que su compañero de fórmula
era "decisivo, fuerte. ¿No son estas las características
que desean en un comandante en jefe?"
Hijo de trabajador textilero, nacido en Carolina del Sur,
Edwards se presenta como ejemplo del sueño americano: trabajando
duro y estudiando logró superarse, convertirse en abogado exitoso
y millonario, y llegar a ser senador por Carolina del Norte y precandidato
presidencial.
Comparte ese estilo suave, gentil y efusivo de los mejores
políticos del sur, ganándose fácilmente el cariño
de su público, y goza de un buen talento retórico, cualidades
que hacen que se le compare con Bill Clinton.
Pero Edwards es más: vale señalar también
que ninguna fórmula electoral demócrata ha ganado la presidencia
en más de 50 años sin que uno de los dos sea sureño.
La selección de Edwards también fue en parte
para apaciguar a sectores del partido, particularmente a los más
críticos del libre comercio y a los políticos profesionales
de Washington. Edwards, según la estrategia, representa a quienes
no tan fácilmente pueden identificarse con Kerry, por su imagen
de alguien nacido en la cúpula de este país.
Wyclef Jean, John Mellencamp y el gru-po sureño
Black Eyed Peas ofrecieron intermedios musicales muy bien recibidos para
cambiar el ritmo casi monótono del incesante desfile policromático
de políticos, funcionarios, jóvenes, reverendos y líderes
comunitarios que subían al podio.
Una vez más el partido puso los reflectores en
algunas de sus estrellas actuales y del pasado: el hijo de Robert F. Kennedy,
el re-verendo Jesse Jackson, dirigentes latinos, asiáticos y negros;
el astronauta y ex senador John Glenn, los ex precandidatos presidenciales
Al Sharpton y Dennis Kucinich, y una vez más el latino electo de
mayor perfil aquí, el gobernador Bill Richardson.
También había militares destacados, co-mo
un ex jefe del estado mayor y veteranos, indígenas, líderes
de organizaciones gay y más, un magno esfuerzo para mostrar la di-versidad
y a la vez unidad del partido.
O sea, fue un día de sorpresas prefabricadas y
suspenso premeditado, pero las fieles filas demócratas se portaron
como ordenaba el guión, expresando su entusiasmo y festejando los
resultados programados como si fuera un evento espontáneo.
No pocos desean que fuera igual de fácil armar
un guión con actores tan disciplinados para la elección general
el 2 de noviembre.
Sorpresa será que ese 50 por ciento del electorado
que percibe todo esto como algo ajeno y no acude a votar, de repente se
presente -aunque sea una parte- para irrumpir la programación regular
de esta elección.
Tal vez el pueblo sorprenderá en noviembre a los
guionistas, los productores y los di-rectores de esta gran obra de teatro.
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