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México D.F. Viernes 30 de julio de 2004
Horacio Labastida
Jorge Bolaños, šbienvenido!
En la reunión celebrada el pasado martes 27 de julio en la embajada cubana, con motivo de la conmemoración del 51 aniversario del ataque al cuartel Moncada -organizado y dirigido por el joven universitario Fidel Castro con el propósito de hacer caer la dictadura del sargento Fulgencio Batista-, se escucharon generalizados vivas al regreso del embajador de la Perla de las Antillas, Jorge Bolaños, muy querido en México por los muy altos valores sociales y personales que representa. Entiendo la dureza de los problemas que Jorge debe enfrentar y resolver con motivo del desempeño de sus funciones, al recordar mi propia experiencia como embajador en Nicaragua en los finales de 1979 y más o menos los dos años siguientes. Cuando presenté mis credenciales al gobierno de reconstrucción nacional, encargado de orientar las actividades políticas y colectivas de acuerdo con la revolución sandinista, desde el principio me apercibí como un colaborador de la revolución mexicana a la revolución nicaragüense, y obtuve respuestas muy acogedoras de las autoridades y los comandantes sandinistas, inspirados en gran medida en el ejemplo de Carlos Fonseca Amador -recuérdese su Ideario del guerrillero-; y de manera tan privilegiada se me facilitaron medios suficientes para llevar adelante con éxito el principal objetivo de mi misión; la firma de un convenio de colaboración económica y cultural entre Nicaragua y México.
Desde esa perspectiva imagino cuán difícil y a la vez alentadora será la gestión de Bolaños ante un gobierno como el mexicano de hoy, opuesto a los principios de su propia Revolución y poco armonizado con los movimientos progresistas de América Latina, singularmente con la dialéctica revolucionaria connotada en Cuba por Carlos Manuel de Céspedes y su Grito de Yara (1868); José Martí y el Programa del Partido Revolucionario Cubano (1895), en el que se convocara a la independencia tanto de España como del imperialismo que ya entonces robaba a la patria, y Fidel Castro y las guerrillas de Sierra Maestra (1956-1959), cuyo triunfo consumó la liberación profunda de Cuba de la dependencia imperial resumida en la Enmienda Platt (1901), al instalar el Estado socialista definido en la Constitución de 1976, donde se proponen objetivos que por ahora se manifiestan claramente en la Cuba del siglo XXI, a pesar del bestial acoso estadunidense y sus subordinados del continente. En la Cuba del presente florece el hombre nuevo entrevisto por el Che Guevara desde el momento en que la liberación de la economía que acuna el socialismo deviene desenajenación de los más altos valores espirituales. En la Cuba de hoy se metamorfosean las ambiciones de riqueza privada por crecientes sentimientos comunes de generosidad mutua y cada vez más frecuentes intercambios de nobleza. Todo esto es lo que Jorge Bolaños vuelve a simbolizar al reinstalarse en la embajada cubana.
ƑCuál es el comportamiento del embajador ante el gobierno y la sociedad mexicanas? En todos los casos que se han presentado asoman los principios que lo guían. Se trata de conceptos expuestos por Fidel Castro desde mayo de 1959, en la Conferencia Económica de la OEA celebrada en Buenos Aires. En esa ocasión planteó la tesis de la inestabilidad política en los países latinoamericanos como resultado del subdesarrollo económico, y señaló que una política positiva debiera encaminarse al reconocimiento de esa verdad axiomática y adoptar medidas que contribuyeran al desarrollo económico del subcontinente en el marco del respeto a la autodeterminación de los miembros de la OEA y al rechazo radical del intervencionismo de los poderosos en la vida de los débiles. Tres banderas enarbolaría Cuba desde aquella ocasión hasta el presente, en que se ve peligrosamente acosada por el globalismo totalitario de la alta burocracia de Washington presidida por Bush y a pesar de la expulsión de la OEA que sufrió en 1962 y del apoyo que su consejo acordó al bloqueo y embargo que en su contra implantó el gobierno de Kennedy, luego del fracaso de Playa Girón (1961). La política cubana y mexicana son altamente coincidentes, a saber: respeto absoluto a la soberanía nacional (Morelos, Juárez y Martí); colaboración mutua de todos y cada uno de los países del mundo (Bolívar, Cárdenas y Castro); no intervención de unos en otros (Genaro Estrada y Che Guevara), y precisamente tales paradigmas son práctica inalterable en la conducta cotidiana del embajador cubano Jorge Bolaños.
La situación de Cuba y el mundo es extremadamente peligrosa, porque los actuales habitantes de la Casa Blanca buscan implantar en su beneficio la ideología absolutista y neofascista diseñada en el Proyecto para un siglo americano, ahora implementado con dos tesis violatorias de la moral universal. La primera es fundar las relaciones de Estados Unidos con el mundo en un poder militar inconmesurable y superior al de todos los demás, con capacidad ilimitada para destruir, avasallar y aniquilar a la disidencia inspirada en la razón y en la buena fe, así como en los irrenunciables derechos a la libertad y a la justicia. La segunda es la facultad exclusiva del gobierno estadunidense a descargar su poder militar sobre cualquier pueblo o nación declarada enemiga. Antes fueron los comunistas y ahora son los terroristas, y de igual manera que los nazis iniciaron el genocidio de los judíos en los barrios de Polonia, a partir de 1939, las corporaciones multinacionales apersonadas por George W. Bush y socios pretenden aplastar al Medio Oriente, monopolizar sus recursos económicos y extender tal aplastamiento a Cuba y al resto del mundo. Las viejas y crueles historias de Atila, Gengis Kan y Tamerlán se reproducen en nuestro siglo XXI ante la ciencia y paciencia del Consejo de Seguridad de la ONU y de la Organización de los Estados Americanos, gracias a las bochornosas presiones desplegadas por un capitalismo que necesita cosificar a la humanidad para garantizar sus ganancias y así acumular ad infinitum las utilidades de las empresas expoliadoras. Repitamos una y otra vez: Jorge Bolaños, šbienvenido!; Cuba, ejemplo deslumbrante entre las masas esperanzadas de la tierra.
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