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México D.F. Viernes 30 de julio de 2004
Seguridad nacional: otro engendro
La
iniciativa de ley de seguridad nacional elaborada en el Senado de la República,
cuya aprobación estaba prevista para este periodo extraordinario
de sesiones del Congreso de la Unión, debe ser detenida. Diversas
voces autorizadas de la academia y la política, así como
del propio ámbito legislativo, han señalado las incoherencias
de ese otro engendro legislativo -que debe agregarse a la aberrante propuesta
legal que se prepara para vulnerar al Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS) y a sus trabajadores- y los peligros que implicaría una aprobación
apresurada de esa propuesta. Por su parte, el Instituto Federal de Acceso
a la Información (IFAI) ha formulado varias advertencias sobre las
colisiones que tal iniciativa generaría -si llegara a entrar en
vigor en su forma actual- con otras leyes vigentes y con la propia Constitución,
además de que implicaría un grave e inadmisible retroceso
en materia de transparencia.
Los señalamientos contrarios a la propuesta de
ley referida son abundantes y diversos, y empiezan por las carencias conceptuales
de la iniciativa, en la cual faltan definiciones claras y precisas de seguridad
nacional, inteligencia y seguridad pública. A partir de ahí,
el documento es inservible y su aprobación abriría la puerta
a violaciones a los derechos humanos, ya que daría cobertura legal
al espionaje de actividades privadas; generaría contradicciones
insalvables en el desempeño de las instituciones, toda vez que no
considera el desempeño de la Procuraduría General de la República
ni el de las secretarías de Relaciones Exteriores, Comunicaciones
y Transportes, Defensa Nacional, Marina y Seguridad Pública; permitiría
la injerencia del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen)
en asuntos de seguridad pública y procuración de justicia
y daría pie a las autoridades para escamotear a la sociedad casi
cualquier información generada por las instituciones del Ejecutivo
federal, estableciendo un plazo de reserva hasta de 30 años -actualmente
es de 12 años-- para documentos considerados, arbitrariamente, confidenciales
y reservados.
Baste, para ilustrar los dislates de la propuesta, mencionar
que ésta considera, entre las "amenazas a la seguridad nacional",
los "actos de violencia contra las personas o bienes que se realicen para
conseguir un objetivo político o que pretendan influir en decisiones
gubernamentales". Con semejante definición, los enfrentamientos
de tinte político ocurridos en días pasados en Oaxaca y Quintana
Roo podrían ser considerados sendas amenazas a la seguridad nacional
para justificar su traslado del ámbito de las procuradurías
estatales, y aun de la General de la República, al del Cisen.
El tema de la seguridad nacional, la articulación
del Cisen en el conjunto de las instituciones federales y la falta de fundamento
legal de ese organismo implican, sin duda, otras tantas lagunas en la legislación
vigente, y es necesario resolverlas, pero sería lamentable que,
por una prisa injustificable y carente de sentido, se legislara mal y se
sembrara con nuevos conflictos la vida institucional del país, de
por sí crispada e incierta. Cabe esperar, en cambio, que los legisladores
se comporten a la altura de su responsabilidad y abran un margen para la
reflexión, el debate y el análisis sereno, a fin de redactar,
con fundamentación y sin chapuzas, una iniciativa seria de ley de
seguridad nacional.
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