México D.F. Viernes 30 de julio de 2004
Prioridad demócrata, sacar a Bush y los
republicanos de la Casa Blanca
Convencer a indecisos e impacientes dentro y fuera
del partido, tarea de John Kerry
Su anterior activismo contra la guerra de Vietnam, ocultado
en la convención nacional
JIM CASON Y DAVID BROOKS ENVIADOS
Boston, 29 de julio. John Kerry y John Edwards
salieron de la convención demócrata con la tarea casi contradictoria
de navegar de aquí a la elección general entre el
pequeño grupo de votantes indecisos centristas fuera del partido
(bloque que según expertos determinará el resultado en noviembre)
y una base partidaria mucho más liberal.
Este
doble, a veces esquizofrénico, reto se manifestó detrás
de las escenas proyectadas a lo largo de la semana.
La mayoría de los delegados que llenaron la arena
del Fleet Center aplaudía cada pedido del retiro de las tropas de
Irak y apoyaba mayores controles de armas y el derecho al aborto, aunque
la línea oficial im-puesta por la cúpula demócrata,
encabezado ahora por Kerry, ofrece sólo pronunciamientos deliberadamente
ambiguos y tibios sobre estos temas.
Pero en algunos actos publicitarios de su campaña
Kerry se ha fotografiado armado para ir de caza, habla poco del tema del
aborto y, claro, jamás se ha pronunciado por un pronto retiro de
las tropas de Irak (votó para aprobar el uso de la fuerza contra
Irak y por la Acta Patriota, tan repudiada por las filas activistas de
este partido).
Aquí en la convención se buscó reducir
su fama de opositor a una guerra y elevar su perfil de soldado. Durante
los últimos cuatro días, orador tras orador elogiaron la
va-lentía y patriotismo de Kerry, comprobado por su servicio militar
en Vietnam, pero ca-si hubo nula mención de cómo se volteó
contra esa guerra a su retorno e ingresó a las filas del movimiento
contra ella.
Fue sólo cuando se pronunció contra la guerra
que Kerry fue transformado en figura de perfil público nacional.
El equipo de Kerry tuvo el propósito de usar las
imágenes televisivas proyectadas desde esta convención para
buscar atraer a ese sector clave de votantes indecisos que vacilan entre
sufragar por Kerry o por Bush. Las encuestas registran que cerca de40 por
ciento de los votantes probables ya ha decidido votar por Kerry, y un número
casi igual por el presidente republicano.
Así, el objetivo es atraer a ese 10 a 20 por ciento
que aún no define su intención de voto, y para ello Kerry
articuló esta no-che posiciones centristas de apoyo a la guerra
antiterrorista al proponer fortalecer las fuerzas armadas y proyectarse
como líder duro y determinado con experiencia militar personal (para
contrastar con Bush).
Los encargados del mensaje oficial trabajaron detrás
del podio para tachar discursos que eran considerados demasiado críticos
contra Bush, y lograron evitar que to-dos, menos los oradores más
incontrolables públicamente, expresaran el sentir de la mayoría
reunida aquí en favor del retiro de las tropas estadunidenses de
Irak.
Funcionarios
del partido no permitieron que los delegados entraran a la arena con pancartas
que exigían el retiro de las tropas, además de que una participante
fue expulsada cuando intentó mostrar una manta que demandaba el
fin de la ocupación.
En gran medida los delegados a la convención aceptaron
estos límites a su libre expresión y su papel de actores
secundarios en esta obra de teatro, que tenía como propósito
central proyectarse hacia esos votantes indecisos, supuestamente centristas,
a quienes se considera esenciales para lograr la derrota de Bush.
Pero este cuidadoso cálculo, aparente sabiduría
aceptada por los dos partidos na-cionales (¿por cuál otra
razón habrán programado los republicanos a sus figuras más
moderadas como oradores principales en su convención de agosto,
apartando los tiempos marginales para los extremistas?), es solo parcialmente
atinado.
La tasa de participación en las elecciones primarias
de este año y las encuestas de los últimos meses indican
que hay un grado extraordinario de interés en los comicios.
Una encuesta Gallup de este mes registró que más
de 70 por ciento de los estadunidenses dice que ha brindado "mucha consideración"
a esta elección, el doble del ni-vel que expresaba lo mismo hace
cuatro años por estas mismas fechas.
Ese alto interés podría traducirse en ni-veles
sin precedente de participación en las urnas, dicen expertos. En
la última elección presidencial sólo 51 por ciento
del electorado votó, pero ahora analistas como Curtis Gans, veterano
de estas tendencias, pronostican que la tasa de participación podría
alcanzar entre 55 y 58 por ciento.
Un nivel mayor de participación, co-mentó
Gans en entrevista con medios estadunidenses, favorece a los demócratas.
Con éxito, los líderes del Partido Demócrata
usaron esta convención para proyectar una imagen moderada, con posiciones
poco novedosas o detalladas, así como de preocupación mayor
que las ideas.
Las insatisfechas filas se disciplinan ba-jo la prioridad
de que, por el momento, la derrota de Bush es más importante que
un debate real dentro del partido.
Pero ésta es la base más dinámica
del partido, y si Kerry no logra animarla podría pagar un costo
alto más tarde. El talento de Kerry como equilibrista está
por verse du-rante los próximos tres meses.
La campaña de Kerry deberá tener cuidado,
advierte el escritor Michael Lerner: "El Partido Demócrata que se
está forjando aquí carece de la visión necesaria para
entusiasmar a muchos estadunidenses cuya de-cisión no es entre Bush
y Kerry, sino entre votar o no molestarse con votar".
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