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México D.F. Viernes 30 de julio de 2004
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Bueyes en el Zócalo
A LAS CINCO en punto, pero de la mañana, del pasado martes, un grupo de desconocidos taurinos, entre novilleros, subalternos con un caballo de pica, monosabios, ambulancia con paramédico y trabajadores de la Plaza México -algunos taquilleros, cerveceros, dulceros y pizzeros- enfiló rumbo al Zócalo capitalino con la peregrina idea de armar allí una plaza portátil y lidiar dos novillos de El Rosedal a la usanza portuguesa, es decir, sin ser muertos a estoque, pues olvidaron invitar a los carniceros.
CUARENTA Y CINCO minutos después, en lugar de un redondel de acero, estos pobres diablos utilizados como manifestantes para defender una causa ajena -trabajadores más que modestos protegiendo los intereses de desaprensivos patrones multimillonarios- se encontraron en medio de un redondel pero de granaderos, cuyos jefes buscaron disuadir "por las buenas" a tan conmovedores amotinados.
COMO ALGUNOS DE los diestros le echaran más valor a escudos y toletes que el que muestran al enfrentar ocasionalmente un novillo, se hicieron de palabras y fueron sometidos con algunos toletazos de por medio, con saldo de un novillero detenido y golpes leves a fotógrafos y reporteros exhibicionistas, de medios invariablemente leales a la empresa.
ƑQUE PRETENDIAN ESTAS caricaturas de héroes incomprendidos? ƑAcaso una oportunidad de torear en cualquier plaza un novillo de donde fuera y demostrar sus ansias, vocación y entrega? Nada de eso. Fueron a repetir la cantaleta del ventrílocuo que hace hablar como risibles muñecos sin voluntad ni cerebro a empresarios, matadores y subalternos de todo el país: Rechazo a las recientes modificaciones al reglamento, habida cuenta de que afectan los intereses de la calamitosa dupla Alemán Magnani-Herrerías mientras protegen los del público.
ES EL RESULTADO de tres años de buena voluntad y espíritu conciliatorio -más las administraciones de Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles- por parte del Gobierno del Distrito Federal hacia la soliviantada empresa, respaldada siempre por el petate de Televisa y, lo peor, por el resto de los medios, sus propietarios, editores y reporteros, en la negación de profesionalismo periodístico y crítico más abyecta en la historia de la fiesta de toros en nuestro país.
NO HABER QUERIDO ver a tiempo las implicaciones políticas del espectáculo taurino es lo que tiene en jaque al gobierno de la ciudad, que sin nunca impedir la celebración de novilladas ahora lo hacen aparecer como el factor que estorba dichos festejos. Y mientras una concertación mal entendida piensa si publica o no las reformas al reglamento en la Gaceta Oficial y analiza la posibilidad de revocar la licencia de funcionamiento de la Plaza México, las autoridades capitalinas otorgarán, como siempre, el permiso a tan nefastos seudoempresarios para que celebren su próxima temporada grande. No, la del martes no fue una manifestación de taurinos, fue un desfile de bueyes, sin arado pero con yunta.
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