México D.F. Viernes 6 de agosto de 2004
Jaime Martínez Veloz
Hank y el estilo de don Julio Regalado
La victoria del priísta Jorge Hank Rhon en las elecciones de Tijuana no es más que un reposicionamiento de las elites oligarcas de Baja California. Al final de cuentas, tanto el priísta como el panista representan los intereses facciosos de la misma inculta burguesía reaccionaria, proyanqui y xenófoba del estado. La falta de representatividad del "triunfador", así como la del gris burócrata panista derrotado, está más que demostrada con los niveles de abstencionismo: casi 70 por ciento, de los más altos del país, y que ya se están siendo característicos para la entidad.
La pírrica victoria de Hank Rhon significa un retroceso político devastador para la cultura democrática del país. Sin proyecto, sin ideas, sin programa, el compadre de Madrazo Pintado apostó sus 500 millones de dólares, que pellizcó para soltar migajas con las cuales comprometer un voto efímero y volátil.
En sus primeros balbuceos, el empresario de las apuestas encuera su actitud autoritaria y declara que para hacerse cargo de la seguridad pública de Tijuana "he pensado (sic) en alguien como mi general (El Negro) Durazo" y para rematar, respecto a la represión del 2 de octubre de 68, afirmó orgulloso: "las decisiones se deben tomar como hizo Díaz Ordaz, era momento de acallar un movimiento que hubiera podido convertirse en otra cosa" (šgulp!).
Con tan brillante exposición no cabe más que felicitar a los priístas de Tijuana por la adquisición de su nuevo "líder moral": encontraron en un admirador de Díaz Ordaz y del Negro Durazo quien los uniera.
Luego de 15 años de siniestra oscuridad panista, Tijuana deberá enfrentar lo que le depare la caprichosa conducta de un junior de la política como Jorge Hank. La gran derrotada del primero de agosto es la burocracia blanquiazul, enquistada en los órganos de gobierno y practicante de todos los vicios de corrupción que el PAN siempre adjudicó al tricolor. Los tres lustros de administraciones panistas en Baja California han traído los más altos niveles de descomposición social al estado, manifestados en los índices más graves de todo el país en criminalidad, adicciones, violencia e inseguridad pública.
Desde su llegada al poder, en 1989, Acción Nacional se encargó de perseguir ferozmente y de desarticular la organización comunitaria, requisito indispensable para preservar los vínculos de civilidad, solidaridad e indispensable convivencia en una sociedad tan compleja como la tijuanense.
El PAN de Baja California privilegió una filosofía reaccionaria, materialista, apátrida y fascista en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Carente de sectores progresistas, buena parte de la raquítica "intelectualidad" del estado ha sido prolíficamente maiceada desde el poder.
En Baja California la conducta de las instituciones estatales electorales es escandalosa, y son proverbiales sus antecedentes de parcialidad y abyección hacia el PAN, del que son empleadas al final de cuentas.
Sin embargo, estas mañas resultaron ahora insuficientes para enfrentar la operación electoral de Jorge Hank, quien hizo una campaña al estilo de don Julio Regalado, repartiendo limosnas, dádivas, planchas, licuadoras, cervezas y apoyos a quien se pudiera y quien se dejara, ante la incompetencia de un órgano estatal electoral decorativo y deslegitimado.
Cálculos conservadores señalan que el tope de campaña fue rebasado por Hank en mil por ciento. Como hombre de apuestas, juega a que el castigo que le impongan los tribunales electorales sea sólo una multa, no uno que anule las elecciones. Inclusive el secretario de Gobernación, Santiago Creel, guarda sospechosamente un silencio cómplice frente a la utilización del Hipódromo (que es un bien público), como centro de la campaña de Hank, lo cual constituye un delito tipificado por el Código Penal Federal, que, además, se penaliza con cárcel, sin libertad bajo fianza (artículos 412 y 407). ƑSerá porque el panismo bajacaliforniano se identifica con Felipe Calderón? Motivos para anular las elecciones en Tijuana existen; habrá que esperar el proceder de la justicia mexicana.
En síntesis, la disputa del primero de agosto no fue sino un pleito entre facciones de la misma oligarquía, cuyos dos principales representantes partidistas no hicieron sino una simulación en un aburrido ejercicio rutinario, mediante el cual los menos decidieron quién, de entre la elite, habría de mangonearlos y dar legitimidad a un burdo remedo de lo que pretenden hacernos creer es la "democracia". [email protected]
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