México D.F. Lunes 9 de agosto de 2004
Jorge Carrillo Olea
La nueva inteligencia de George W. Bush
La Casa Blanca acaba de anunciar que propondrá al Congreso la creación de una dirección nacional de inteligencia cuyo encargo sería coordinar las funciones de todas las agencias de inteligencia. Esto se da después de que el Congreso hizo público el informe que presentó la comisión mixta de ambas cámaras sobre las omisiones de los servicios de inteligencia en función del 11 de septiembre.
Un punto de interés, una vez que hubiera mayor información, sería identificar cómo ese cambio puede afectar nuestros intereses de por sí tan tripulados por la política estadunidense, véase la frontera inteligente, incluyendo las ocultas subvenciones, la presencia y acción de la DEA y la FBI en México, etcétera.
Desde el 11 de septiembre el gobierno de Estados Unidos ha impulsado numerosos programas de inteligencia doméstica para fortalecer sus capacidades antiterroristas. Estos programas de inteligencia doméstica van desde incrementar la vigilancia de sus espacios aéreos legales -al que suman el espacio mexicano-, aumentar sus actividades de interferencia de medios de comunicación, incluyendo los más sofisticados, hasta instalar sistemas de vigilancia para detectar la presencia de amenazas nucleares, químicas o biológicas en su territorio.
Tomaron como modelo de estudio a la inteligencia extranjera y se examinaron comparativamente las posibles adecuaciones. La primera conclusión fue la necesidad de dotar al gobierno de los elementos suficientemente confiables para aplicar su poder con gran precisión y la sorprendente debilidad y descoordinación de los servicios interiores.
La segunda fue que, desarrollando intensamente la inteligencia doméstica, sus medios eventualmente podrían ser de muy difícil control y que se amenazara con ello las libertades civiles, en términos mexicanos, a los derechos humanos. Así se reactivó una vieja controversia sobre la interpretación ética de las tareas de los servicios de inteligencia.
Se hizo hincapié en una vieja deficiencia, que conjuntamente con las anteriores conclusiones, llevaron a Bush a hacer la propuesta de un zar de la inteligencia: la descoordinación y protagonismo de cada una de las agencias de inteligencia, antigua tara que ha generado múltiples incidentes dentro de la comunidad de inteligencia, que no ha podido ser subsanada.
Se recuerda que existe el cargo de presidente (chairman) de la Comunidad de Inteligencia, responsabilidad que recae en el director de la CIA, principal asesor presidencial en la materia, conducto de las relaciones con las comisiones del Congreso en materia de inteligencia y miembro prominente del Consejo de Seguridad Nacional. Esta duplicidad de función ha sido criticada y señalada como causa de una falta de eficaz coordinación de las aproximadamente 12 agencias que integran la comunidad. Otros observadores opinan lo contrario, que esa preeminencia y auténtica fuerza operativa es la que realmente permite la coordinación y que la eficacia no depende de la organización, sino del individuo.
A estos esfuerzos de coordinación se suma la presencia de la Junta Presidencial de Asesoramiento sobre Inteligencia, encargada de "definir la calidad, cantidad y adecuación de la inteligencia y contrainteligencia realizadas por la comunidad". Depende directamente del presidente y puede revisar los informes que se le envían, así como hacer observaciones directas al presidente de la comunidad. No detectó las fallas en el sistema de inteligencia en que se incurrió antes del 11 de septiembre y que el Congreso sí encontró.
Para hacer todavía más eficaz dicha coordinación existe la Oficina de Manejo del Presupuesto, dependiente también del propio presidente. Esta oficina revisa los presupuestos de inteligencia de acuerdo con políticas y prioridades presidenciales, puede citar testimonios y aprueba los proyectos de legislación relacionados con inteligencia antes de someterse al Congreso.
El nombramiento del director nacional de inteligencia, una adición más a los esfuerzos de coordinación, es un golpe para la CIA y su director. Hay que recordar que hoy no existe un titular nombrado después de la renuncia de George Tenet, seguramente en espera de los hechos que estamos presenciando. La designación vendrá a descomponer los equilibrios y balances de poder ganados con los años y se anticipa que no resolverá básicamente el problema central: la rivalidad y descoordinación entre las agencias que forman la comunidad.
Así, cabe preguntarse, junto con la elevación de los niveles de alerta y con ellos el autoterrorismo, o sea, el de Estado, Ƒes ese nombramiento una maniobra adicional más? ƑQué más queda por ver en esas prestidigitaciones electoreras de Bush? [email protected]
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