México D.F. Lunes 9 de agosto de 2004
Los medios han llegado a su peor nivel, urge
democratizarlos: Amy Goodman
Democracy Now, pieza clave en el impulso al periodismo
independiente de EU
El Estado no necesita oficinas de comunicación
social pues cuenta con la prensa empresarial, dice
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Nueva York, 8 de agosto. Durante este último
mes, estaciones de radio en más de 100 ciudades a través
de Estados Unidos han trasmitido entrevistas con Noam Chomsky comentando
sobre el nuevo embajador estadunidense en Irak, a Miguel D'Escoto recordando
el legado brutal de Ronald Reagan en Centroamérica, y al periodista
Seymour Hersh hablando sobre los secretos vínculos estadunidenses
con Israel.
¿Hubo
una revolución en Estados Unidos? ¿O se produjo un golpe
de Estado en un medio masivo? ¿Cómo es que estas voces casi
excluidas de los medios estadunidenses alcanzaron de pronto tal vez a millones?
La respuesta es Democracy Now, un programa de noticias progresista y sin
fines de lucro inaugurado hace ocho años trasmitido por radio y
televisión y que se ha convertido en la colaboración de medios
públicos más grande de Estados Unidos.
El programa diario de una hora trasmite, por 100 estaciones
radiales y otras 100 de televisión en todo el país, noticias
del día a través de una red global de corresponsales: Robert
Fisk en Medio Oriente, activistas sindicales en California, artistas hip
hop en Nueva Jersey, Gore Vidal sobre el secuestro de la democracia en
Estados Unidos y Michael Moore hablando de su nueva película.
"Tenemos que hacer dos cosas", explica la codirectora
Amy Goodman en entrevista con La Jornada. "Una es contar la nota,
encontrar a la gente que esté más cerca de esa noticia...
Y no sólo debemos ofrecer una nota completamente diferente a la
de los medios porque la gente dirá que estamos locos. Por eso tenemos
que hacer una disección de la cobertura de los grandes medios también".
Crecimiento acelerado
El interés en Democracy Now se incrementa rápidamente.
"Agregamos a una o dos estaciones nuevas cada semana. El interés
está estallando, hay hambre de esto". Entre las notas que Amy Goodman,
y su colocutor Juan González -columnista del Daily News,
autor y presidente de la Asociación Nacional de Periodistas Latinos-
han ofrecido recientemente está una entrevista con el presidente
Jean Bertrand Aristide poco ante de que tropas estadunidenses lo subieran
a un avión para salir de Haití (Goodman viajó con
él a Africa); una entrevista con un ex traductor de la FBI que reveló
que la Casa Blanca contaba con inteligencia que indicaba la posibilidad
de un secuestro de aviones antes del 11 de septiembre, además de
entrevistas con Gore Vidal, Arundhati Roy y Bill Clinton.
"Se levanta cada mañana para ser la única
voz cotidiana de la verdad en radio en Estados Unidos de América",
dice el documentalista Michael Moore. Para Noam Chomsky, "Amy Goodman ha
llevado el periodismo de investigación a nuevas alturas de exitante
análisis, informativo y a fondo".
"Los medios aquí han llegado a su peor nivel",
afirma Goodman a La Jornada. "Antes de la guerra, los medios en
este país sólo se dedicaban a batir los tambores de guerra.
La Casa Blanca no necesita una oficina de comunicación social, el
Departamento de Estado tampoco, ni el Pentágono: ya cuentan con
la prensa cautiva empresarial".
Hablando a una velocidad que resulta casi imposible anotar
sus palabras, Goodman ofrece una multitud de estadísticas: un examen
de la cobertura de las cadenas nacionales de televisión en las tres
semanas anteriores a la guerra contra Irak, registra que realizaron 393
entrevistas, pero sólo tres fueron de representantes de grupos contra
la guerra. Esto justo en una coyuntura en la que cientos de miles protestaban
contra la guerra en las calles de Estados Unidos junto con millones más
en otras partes del mundo.
Pero hay más que estadísticas. Goodman cree
que hay un movimiento creciente de oposición a la política
de los dos partidos nacionales. "Es sorprendente que tanta gente se oponga
a la guerra cuando nunca han escuchado sus propias perspectivas reflejadas
(a través de los políticos o en los medios masivos). Es lo
que dice Chomsky, los medios fabricaron el consenso a favor de la guerra".
Democracy Now fue inicialmente lanzada en 1996 por la
Radio Pacífica, una red de radio pública sin fines de lucro,
para ofrecer noticias diarias sobre la elección presidencial de
ese año. La idea, explicó Goodman, fue cubrir lo que estaba
sucediendo entre las bases sociales de este país. "En Haití
y otros países, la gente se estaba muriendo por el derecho al voto.
Pero aquí, la mayoría no vota", señala Goodman. "No
creo que sea por apatía, creo que es porque piensan que no tienen
opciones reales (entre los dos principales partidos)".
El programa resultó ser tan exitoso que Pacífica
decidió mantenerlo al aire después de que Bill Clinton ganó
su relección. Hoy Goodman subraya que el interés en su programa
ya no sólo proviene de Estados Unidos, sino que es mundial.
"Hace un par de años, estaba haciendo el programa
y teníamos a una mujer de Guyana hablando sobre la globalización.
Cuando acabé con ese segmento, le dije muchas gracias y anuncie
que íbamos a ir a otra discusión sobre otro tema; las elecciones
en Estados Unidos", recordó Goodman, entre constantes interrupciones
telefónicas después de concluir uno de sus programas.
"Pero la mujer se negó a salir, y le explique que
habíamos concluido con la discusión con ella de globalización,
y que estábamos por abrir otro segmento sobre Estados Unidos. Ella
dijo que no, que deseaba participar en esa discusión también
porque todo el mundo debería de tener el derecho de votar por el
presidente de Estados Unidos, ya que esa figura tiene más efecto
sobre las vidas de todos que cualquier otra persona en el mundo".
La dinámica política interna en Estados
Unidos es críticamente importante no sólo para este país,
sino para el resto del mundo, afirmó Goodman. "La gente que vota
aquí, no sólo está votando por uno, sino por gente
alrededor del mundo; tiene implicaciones profundas".
Democracy Now ha construido a su público cubriendo
importantes actos en vivo, como la rebelión antiglobalización
empresarial en Seattle, las manifestaciones contra el Banco Mundial en
Washington y las protestas y foros populares paralelos a las Convenciones
Demócrata y Republicana. Pero Goodman insiste en que su programa
es exitoso porque comprueba que una mayoría del pueblo estadunidense
se opone a la estructura existente del poder, precisamente la expresión
que los medios masivos empresariales rehúsan difundir.
"No estamos hablando de una minoría marginada",
afirma Goodman acerca de su audiencia. "Estamos hablando de la mayoría
silenciada por los medios corporativos". Aunque el público de Democracy
Now no es reto aún para los grandes medios en radio o televisión,
no hay duda de que su programación está llegando a millones
cada semana. El nuevo libro de Goodman, Excepción a los gobernantes:
revelando políticos aceitosos, explotadores de guerra y los medios
enamorados de ellos, es ya un best seller y actualmente Goodman
transmite su programa desde varias partes del país durante una gira
por 70 ciudades para promover el libro.
La sede de Democracy Now está dentro de un cuartel
de bomberos en el centro de Nueva York donde hay un ambiente de trabajo
intenso marcado por las exigencias de tiempo de un programa de noticias
por radio, y varios redactores, técnicos y productores están
generando algo así como un milagro: un medio independiente crítico
con alcance masivo desde el ombligo del poder.
Apoyo a radios públicas
Grabadoras, mapas de la red de radios y estaciones de
televisión que transmiten lo producido aquí, documentos,
periódicos y más papeles inundan las oficinas junto a la
sala de control dentro del estudio de este programa. Goodman, que ofrece
la entrevista al término de su programa, señala que su equipo
no sólo se encarga de producir el programa sino de mantener un contacto
permanente con las estaciones locales de radio y televisión que
lo transmiten por todo el país. Esto incluye apoyar a estaciones
de radio públicas sin fines de lucro con materiales, ideas para
ampliar sus públicos e información técnica para resolver
los problemas inevitables por no contar con los recursos de los medios
empresariales.
El gran problema en los medios estadunidenses es que el
gobierno ha cedido casi todas las bandas de trasmisión a las empresas
privadas, de hecho, ha privatizado las bandas que por ley supuestamente
son propiedad pública. Pero, dice Goodman, la buena noticia es que
en miles de comunidades a través del país, las estaciones
de radio y televisión sin fines de lucro que son financiadas por
contribuciones de su audiencia están retando cada vez más
a las grandes empresas de medios. "Tenemos que construir medios que con
mayor presencia expresan el carácter verdadero de este país
y su pueblo. Medios democráticos que sirvan a una sociedad democrática".
Cada día, Goodman y Democracy Now luchan y van
ganando, poco a poco, un espacio realmente democrático dentro del
imperio de los medios controlados por las grandes empresas y sus intereses
políticos.
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