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México D.F. Viernes 13 de agosto de 2004
Gilberto López y Rivas
Por el no en Venezuela
Este domingo 15 de agosto tendrá lugar en Venezuela el referéndum revocatorio en el que más de 14 millones de posibles votantes decidirán la permanencia (no) o la salida (sí) del presidente constitucional, Hugo Chávez Frías. Habiendo enfrentado seis años a la oposición beligerante de la oligarquía venezolana, apoyada por el gobierno de Estados Unidos, que llevó al cabo el golpe de Estado fracasado de abril de 2002, el presidente Chávez aceptó el reto que representa el referéndum, no obstante que se demostró que la recolección de firmas para efectuarlo se caracterizó por los fraudes y las irregularidades.
De hecho, la consulta revocatoria dio lugar a la profundización del proceso revolucionario en el ámbito nacional mediante una singular movilización de las fuerzas populares que, organizadas en torno a su presidente, se disponen a ratificar su mandato en las urnas, en las calles, y por medio de las formas y en los espacios políticos que sean necesarios.
En Venezuela se está comprobando nuevamente que al imperialismo estadunidense y a los grupos oligárquicos bajo su influencia no les importan la democracia y el estado de derecho cuando sus intereses y privilegios están en riesgo. Ellos son los primeros en violar las constituciones y las leyes nacionales e internacionales, si perciben que el campo popular, como es el caso, se impondrá sobre sus poderosos medios de comunicación y propaganda, su enorme capacidad de cooptación y el manejo clandestino de métodos violentos y subversivos. Habiendo detectado las tendencias irreversibles en favor del no y desarrollando una campaña, que incluso no ha convencido a muchos de sus antiguos votantes, basada en los conceptos de reconciliación y reconstrucción y en los ejes de empleo, seguridad personal, salud, educación y seguridad social, se han dado a la tarea de preparar un esquema renovado de violencia, provocación, nuevamente golpe de Estado y el asesinato del presidente Chávez, todo lo cual contradice abiertamente el mensaje de su programa hacia el referéndum denominado, paradójicamente, Plan Consenso País.
La mayoría de los venezolanos saben muy bien que detrás de estas consignas programáticas antichavistas se encuentran los viejos partidos que medraron por décadas en el juego democrático electorero (acompañados ahora por organizaciones políticas que alguna vez militaron en la izquierda), la burocracia corporativa, sindical y estatal que se enriqueció con la corrupción y la renta petrolera, la oligarquía financiera ligada a la transferencia de enormes riquezas al extranjero, los dueños de las grandes cadenas periodísticas y televisivas que propiciaron y llevaron a cabo el paro empresarial y petrolero que tanto daño hizo al país en 2001, el golpe de Estado de 2002, y que son responsables de la presencia en territorio nacional de más de un centenar de paramilitares colombianos que se preparaban para actuar en contra de las instituciones legal y constitucionalmente establecidas.
Otro factor fundamental a tomar en cuenta en el referéndum es la injerencia del gobierno de Estados Unidos, que no se ha limitado a subvencionar sustancialmente a los opositores a través de las diversas fachadas de sus agencias de inteligencia, sino que ha movilizado todo su aparato mediático, político, diplomático, militar y de operaciones clandestinas para derrocar al presidente Chávez. No hay que soslayar que Venezuela es uno de los países petroleros más importantes del mundo y vital para la economía, así como para los objetivos geoestratégicos de Estados Unidos en el hemisferio. Una revolución popular en un país con estas características es esencialmente adversa a los intereses del gobierno y las corporaciones estadunidenses. De ahí el apoyo abierto a la oposición, las declaraciones antichavistas de Bush, las maniobras militares estadunidenses, las complicidades con el gobierno de Colombia y la inefable presencia del ex presidente Carter y su agencia de certificación moral electoral, que muestra la cara seudodemocrática del imperio, como ha denunciado James Petras.
La detención de más de 100 paramilitares colombianos en las cercanías de Caracas, descubiertos por la labor de la inteligencia venezolana, ha puesto de manifiesto uno de los planes de guerra sucia que apoya Estados Unidos. A partir de estas detenciones se conocen los alcances golpistas de otros grupos en Carabobo, Zulia, Apure y otros estados, de similares orígenes y coludidos también con el poder oligárquico, que planeaban el asesinato de Chávez y la toma violenta del poder, frente al inminente fracaso en el referéndum del domingo.
Hoy más que nunca la revolución bolivariana requiere de la solidaridad activa de todos los pueblos del mundo, en particular de los latinoamericanos. El 15 de agosto los hombres y las mujeres comprometidos con las causas populares estarán votando por el no, que representa la campaña nacional de alfabetización, la reforma agraria, la posibilidad de contar con servicios de salud, el gasto social de centenares de programas gubernamentales destinados a los desposeídos, la participación ciudadana en la gobernabilidad democrática, los recursos estratégicos al servicio del interés y el desarrollo nacional, el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios. El no es la dignidad recobrada, la viabilidad de futuro de la hermana República Bolivariana de Venezuela.
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