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México D.F. Miércoles 18 de agosto de 2004
Carlos Martínez García
La Luz del Mundo y el PRD
En su afán de ganar espacios, tanto los partidos políticos como las iglesias están volteando a terrenos nuevos y hasta hace poco inconcebibles para cristalizar sus respectivos proyectos. Los partidos prácticamente ignoraban a las minorías religiosas. Por su parte, las iglesias distintas a la católica consideraban la participación política algo ajeno a los creyentes, que deberían ocuparse mayormente en diseminar su credo religioso y mantenerse alejados del mundo.
Después de varios acercamientos entre el liderazgo de la Iglesia La Luz del Mundo y un sector del PRD, ambas cúpulas formalizaron un acuerdo para que la asociación religiosa tenga presencia en el perredismo mediante una corriente llamada Expresión Liberal de la Izquierda Mexicana, que tiene el respaldo absoluto de los dirigentes eclesiales de La Luz.
La cabeza visible de la nueva corriente perredista es Rogelio Zamora, quien por varios años militó en el PRI y fue diputado federal por este partido. Hace algunos años ese personaje intentó, sin éxito, defender en los medios al máximo líder de esa iglesia, Samuel Joaquín, cuando fue acusado por varias personas de abusos sexuales. Al identificarse ahora con el PRD, la dirigencia luminista rompe con una alianza sostenida con el PRI durante varias décadas, mientras que el Partido de la Revolución Democrática se abre a grupos que antes evadía o rechazaba abiertamente.
La Luz del Mundo es una Iglesia paraevangélica o paraprotestante, es decir, tiene varios puntos de coincidencia con el protestantismo, pero, al mismo tiempo, la distinguen ciertas peculiaridades que la diferencian del ethos evangélico. Es una Iglesia eminentemente mexicana, fundada a mediados de los años 20 del siglo pasado por Aarón Joaquín en Guadalajara, Jalisco, desde donde se ha expandido a toda la República Mexicana y a casi una treintena de países.
La principal estudiosa de este movimiento, Renée de la Torre (para entender a este movimiento es imprescindible su libro Los hijos de la Luz), calculaba hacia finales de la década pasada en 4 millones de adherentes la feligresía de La Luz distribuida por todo el orbe: Centroamérica, Norteamérica, Sudamérica, Europa, Asia e incluso Oceanía. Cada año, el 14 de agosto, día del nacimiento del fundador, tiene lugar una multitudinaria festividad en la que participan delegaciones de todos los países donde esta iglesia tiene presencia. Es una especie de peregrinación a la Meca, en la que se ensalza la figura del profeta y santo varón de Dios que desde la perspectiva de sus seguidores fue Aarón Joaquín.
De acuerdo con la información periodística sobre la incorporación de la corriente luminista al PRD, el partido espera "no menos de un millón de adhesiones para sus aspiraciones políticas". Me parece que el cálculo es muy optimista porque los de La Luz no tienen, en México, suficientes feligreses de 18 años o más para alcanzar la cifra anhelada por los perredistas. Esta iglesia tiene una organización vertical, en la que los juicios e instrucciones de los líderes, sobre todo del máximo líder, Samuel Joaquín, hijo del fundador, son tomados muy en serio por los creyentes. Su organización interna es antidemocrática, en contraste con otras iglesias en las que quienes las integran participan ampliamente en la dirección y organización cotidiana de las mismas. Por su verticalismo y concepción del papel de los laicos, la Luz del Mundo es estrictamente jerarquizada y, por ello, muy parecida a la Iglesia católica.
Los partidos políticos están buscando aliados por todas partes. En procesos electorales competidos no vienen mal algunos miles de votos. El pragmatismo partidista está volteando hacia algunas minorías religiosas, con la esperanza de que hagan en las urnas la diferencia a su favor en las zonas donde esas minorías tienen peso importante entre la población. En este sentido es muy probable que La Luz del Mundo pueda inclinar la balanza hacia el PRD en Guadalajara, donde antes su voto corporativo por el PRI contribuyó a las victorias de ese partido. En otras partes del país donde en este año habrá elecciones para distintos niveles de gobierno y representación popular, particularmente en entidades en las cuales distintas iglesias no católicas poseen amplia presencia, los diversos candidatos buscan a los "hermanos" y les ofrecen espacios en su futura administración gubernamental a cambio de que los líderes religiosos promuevan el sufragio a su favor entre la feligresía. Es el caso de Chiapas, donde los aspirantes a presidencias municipales, que se elegirán en octubre, no cejan en el empeño de congraciarse con el electorado evangélico, sobre todo en las zonas de gran población indígena.
El acuerdo La Luz del Mundo-PRD anuncia arreglos similares entre liderazgos de otras iglesias y partidos políticos. Ante esto es necesario tener claridad sobre los antecedentes de cada asociación religiosa y no vulnerar por intereses inmediatistas principios históricos del Estado mexicano.
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