Funcionarios del sector turístico, en favor de la instalación

Intensifican la campaña de promoción de casinos

En 1935 el presidente Lázaro Cárdenas prohibió los casinos en México y puso un alto a las mafias que habían convertido a Tijuana en un refugio para el juego y otros vicios durante la era de la prohibición en Estados Unidos.

Siete décadas después, las casas de juego pueden volver a Tijuana y al resto del país si el Congreso aprueba una propuesta para legalizar este negocio.

La iniciativa, presentada al Legislativo en abril, preocupa a algunos tijuanenses que conocieron el auge de los casinos y temen los efectos colaterales de esta actividad en una ciudad fronteriza que ya tiene suficientes problemas con el narcotráfico y ha intentado desesperadamente limipiar su imagen.

Los empresarios de la ciudad y otros grupos que apoyan la propuesta argumentan que permitir nuevamente los casinos sólo será reconocer algo que ya ocurre y le permitiría al país tomar ventaja de este negocio, cuyas ganancias actualmente se quedan en 15 casinos establecidos en reservaciones indias en California, sin mencionar las alrededor de mil 500 casas de juego ilegales en México.

"El mundo cambió y México también, o por lo menos está tratando de adaptarse a los cambios", señaló Carlos Mora, tijuanense y vicepresidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo, quien está al frente de una campaña pro casinos. "En muchas cosas el país se ha rezagado".

Sin embargo, quienes apoyan los casinos reconocen que pueden hallar resistencia a medida que se acerca el periodo de sesiones en que se votará la iniciativa. Funcionarios del sector turístico, quienes esperan que las casas de juego complementen la oferta de servicios y atracciones, también han comenzado una campaña de promoción en el país.

"Mucha gente no está en favor debido a otras cosas que los casinos traen consigo", comentó José Galicot, presidente del Comité de Imagen de Tijuana, que apoya la propuesta. Los opositores "creen que con todo el dinero que los casinos van a traer vamos a tener que gastar más en siquiatras y policías".

Algunos funcionarios temen que los casinos le den a los poderosos cárteles del narcotráfico otra alternativa para lavar dinero.

La Iglesia católica también ha expresado sus preocupaciones. En un artículo publicado en una revista clerical a finales de julio, el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, condenó la propuesta al señalar que su promesa de estimular la economía era "una ilusión vana". Además, advirtió que los casinos pueden convertir a muchos mexicanos en adictos al juego.

"Apostar dinero es un vicio y, por esa razón, un acto inmoral", indicó Sandoval.

Después de enfrentar años de rechazo, incluso entre la comunidad empresarial de México, quienes apoyan los casinos dicen que creen haber logrado un consenso en torno a la iniciativa, porque incluye suficientes regulaciones para impedir abusos.

Carlos Mora afirmó que la propuesta evitaría la proliferación de pequeños casinos, porque se prevé que cada operador haga una inversión de por lo menos 50 millones de dólares. Las casas de juego tendrían que ser parte de un hotel y cada operador deberá tener experiencia internacional.

Quienes proponen la iniciativa prevén que Tijuana, Ensenada, Acapulco y Cancún serían los primeros destinos en obtener licencias para instalar casinos, y cada ciudad tendría la última palabra.

Mora comentó que 267 legisladores respaldaron la inicativa cuando fue presentada, lo que indica que tal vez logre la mayoría para su aprobación. Sin embargo, los primeros casinos no podrían operar hasta 2009, mientras el gobierno diseña mecanismos para regular el juego.

Quienes respaldan la propuesta dicen que los casinos podrían generar miles de empleos, desarrollo y una considerable recaudación fiscal. Calculan que todas las casas de juegos pueden generar alrededor de mil 300 millones de dólares al año.

De acuerdo con diversos cálculos, los casinos ilegales generan alrededor de 500 millones de dólares al año y nadie sabe cuánto dinero que podría generarse en México se va a Las Vegas o a los casinos indios del otro lado de la frontera.

Entre los posibles solicitantes de una licencia para instalar casinos estaría el millonario Jorge Hank Rhon, alcalde electo de Tijuana, quien posee el galgódromo Agua Caliente y diversas casas de juego por todo México. Estos negocios operan gracias a una reforma que se hizo en 1947 a la prohibición decretada por Cárdenas.

En una entrevista previa a su triunfo en las elecciones del primero de agosto, Hank rehusó aclarar su posición sobre los casinos. "Puedo resolver los problemas de mi ciudad sin eso. No es la salvación", dijo.

La iniciativa ha revivido recuerdos sobre los viejos días de los casinos en Tijuana. En ese entonces la ciudad tenía dos grandes casas de juego y en una de ellas bailaba Rita Hayworth, nacida en la ciudad fronteriza.

"Una vez Al Capone vino y perdió medio millón (de dólares) en una noche", aseguró Galicot.

Asimismo, ha resurgido el debate sobre las razones que llevaron a Cárdenas a prohibir los casinos.

Algunos consideran que la principal motivación de Cárdenas, recordado por haber nacionalizado la industria petrolera, era evitar que las ganancias del juego se fueran al extranjero. Pero también se le recuerda como un moralista que intentaba erradicar prácticas corruptas.

Otros afirman que, más que razones altruistas, Cárdenas intentaba frenar a los cómplices de su predecesor, Plutarco Elías Calles, pues algunos tenían intereses en los casinos y nexos con gángsters del juego, como Bugsy Siegel.

La iniciativa llega en un momento en que Tijuana necesita recuperación económica. Muchas de las maquiladoras han cerrado y otras han recortado personal debido a la competencia de China y otros países asiáticos donde pagan salarios más bajos.

Sin embargo, críticos como Benedicto Ruiz Vargas, analista político, advierten que los casinos no son la alternativa para el problema del desempleo en esta ciudad. En cambio, dijo, podrían convertirse en otra alternativa para hacer dinero fácil en la frontera.

EIU/INFOESTRATEGICA

Traducción: David Zúñiga