México D.F. Jueves 19 de agosto de 2004
Love gun abrió el concierto ambientado
por efectos visuales de gran riqueza visual
Música y fuerza escénica de Kiss se apoderaron
de miles de fans
Al grito de ¡Viva México, cabrones!, Paul
Stanley prendió la mecha que ardió durante dos horas Entre
el público, familias enteras iban maquilladas al estilo de sus ídolos
ARTURO CRUZ BARCENAS
Paul
Stanley, líder del grupo de rock estadunidense Kiss, gritó:
"¡Viva México, cabrones!", en español, y una especie
de mecha se prendió en el Palacio de los Deportes, en dos horas
durante las cuales la magia de las máscaras, del maquillaje que
fascina y crea almas de seres tabú, se mimetizó en cientos
de fans ataviados como El Demonio, El Hombre del Espacio,
El Gato y El Niño Estrella.
El ejército (Army, como se hacen
llamar los Beso) se manifestó de nuevo en la que es la cuarta
visita del grupo a México. Minutos antes de la presentación
de la banda, en las calles Añil y Río Churubusco, los seguidores
se daban una manita de gato y esparcían pintura blanca en su rostro.
Familias enteras con vestimenta de sus ídolos llegaron
puntuales. Era un espectáculo ver a decenas de niños, algunos
bebés, pintados como los intérpretes de Karisma. A
las siete de la noche, una lluvia pertinaz hizo correr a todos. Algunos
se taparon con lo que pudieron, para no despintarse, pero el agua hizo
su efecto y entraron al Palacio de los Deportes hechos una sopa. Los Simmons
brincaban sobre los charcos con sus botas de plataforma. A los Niños
Estrellas se les desdibujaron las puntas. Eran besos mojados.
Adentro los recibió la música de los mexicanos
de Moderatto, con sus covers Villa Coapa; la que mejor les ha funcionado:
Vivir de noche, tema de Los Tucanes de Tijuana; Dame un beso,
y Márchate ya, con la que se marcharon, a las nueve de la
noche.
De ahí la espera. Hasta las 21:30, durante las
cuales los forever young hicieron su fiestecita: la ola a lo largo
del repleto foro, el brillo de encendedores; los más tomaron cerveza
de a 25 pesos el medio vaso, en lo que es un verdadero robo.
Love gun abrió la metralla de besos. La
armonía visual computarizada marcó la estética visual.
"¡Qué impactante!" Moderatto estuvo tan cerca de Kiss y ahora
estaba tan lejos. El ritmo marcial de Love gun levantó a
los miles de asistentes. En las pantallas, se reflejaron imágenes
de una baraja: ases, diamantes, corazones.
La serpenteante lengua de Simmons lamía su guitarra.
"Para dar besos se necesita lengua." El bajista caminaba a lo largo del
escenario con pasos a lo Herman Monster.
Makin' love enmarcó las palabras de Stanley:
"¿Qué les pasa, people? Listen to me. No entiendo
bien español, pero mi corazón es tuyo". I want you
hizo a Simmons ponerse un sombrero de charro y a Stanley levantar un brassier,
que presumió y le hizo preguntar: "¿Cómo estás,
guapa?"
Lick it up fue la prendidez. El ritmo machacón
y los brincos de la concurrencia. Fuego en el escenario. La iconología
creada desde 1980 aparece en las pantallas: aviones que se transforman
en la hoz y el martillo, la guerra, la bomba atómica. Simmons ejecuta
uno de sus actos más aplaudidos al lanzar fuego de la boca cual
chavo de la calle.
Ahora un video donde uno de los Kiss da un aventón
a una trotamundos, una belleza rubia que busca acción y que al inclinarse
enseña que sus calzones son de hilo dental. Se escucha Christine
sixteen.
Psycho circus, el estado mental, el circo en la
mente, ese mundo de la paranoia. Stanley busca el contacto y lo consigue.
De nuevo el "¡viva México, cabrones!" Quiere complacer y canta
Guantanamera, pensando que la rola es mexicana. Chistorete involuntario.
Kiss en vivo, con toda su fuerza escénica: fuego,
19 pantallas, una de ellas mega, luces computarizadas, robóticas.
Se arrancan con 100 000 years. Simmons sigue presumiendo su mítica
lenguota. Stanley se hinca para agradecer la respuesta colectiva, que los
fans canten en multitud. El guitarrista juega con el micrófono
a lo The Who.
Un holy, demoniaca, el acto supremo de Simmons
en el que chorrea sangre de la boca. El vampiro se ha saciado del líquido
rojo. Stocker en el recuerdo. De un arnés oculto por las
sombras, el vampiro es levantado y parece que volara. El palacio es la
cueva del ser maligno, roquero, gótico.
"Hoy somos hermanos, hermanas, una amistad", dice Stanley.
Anuncia, tralaleando, I was made for lovin' you. Es la locura. El
músico es transportado con una polea al centro del foro. Ahí,
en medio, con Fui hecho para amarte, el concierto alcanzó
uno de sus mejores momentos. Las miles de manos se elevaron conformando
un panorama que sólo el rock puede crear: la armonía, la
sintonía, la rebeldía y la actitud infantil.
Dios te da rock and roll siguió la fiesta.
En las pantallas, Kiss rinde tributo al rock, su elemento y negocio. Se
proyectan imágenes de Eric Carr, The Beatles, Janis Joplin, Hendrix,
Eric Clapton, Rolling Stones, The Doors, Led Zeppelin. Es una plegaria-homenaje
a las raíces.
Cierran con Rock and roll to night. Stanley rompe
su guitarra. Dios da rocanrol, para ti. Kiss fue un instrumento divino.
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