Ana María Aragonés

Fox y los oximoron

El presidente Fox y su política migratoria y económica podrían ser consideradas como oximoron. Por ejemplo, cuando firma un acuerdo para que los migrantes mexicanos sean "voluntariamente deportados", o bien al aceptar realizar un programa piloto por el cual se van a usar "balas de goma y pimienta para proteger a los migrantes", o cuando envía al Congreso su "ley indígena para el beneficio de esa población", o al insistir en mantener la "misma política económica porque es buena para la población mexicana", etcétera.

En una colaboración anterior hablaba de cuán lesiva iba a ser para los migrantes la famosa "deportación voluntaria", ya que de voluntaria no tenía absolutamente nada. Desafortunadamente, la realidad mostró su verdadera cara. A pesar de que se le pretende llamar "repatriación voluntaria", no importa el nombre, lo que ha quedado claro es que en el tiempo en el que se ha aplicado dicho programa piloto los migrantes se sienten extraordinariamente afectados y, por supuesto, a ninguno se le ha preguntado si quiere o no volver a México. Simplemente se les deporta y ya. Esta situación ha hecho que un conjunto de activistas se dispongan a enviar una carta al presidente Fox, pidiéndole que detenga dicho programa, pues ya llegan a cientos los deportados. Se está afectando a migrantes que llevan mucho tiempo trabajando en Estados Unidos y, por lo mismo, se están violando sus derechos que como trabajadores han generado. Y el gobierno no hace nada, aun cuando días atrás el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, firmó un convenio con Estados Unidos para proteger los derechos laborales de los migrantes para que trabajen en condiciones de seguridad y sean compensados de manera plena y justa. Pues resulta que muchos de estos migrantes se han quedado sin ningún derecho, y recordemos que no por ser indocumentados las compensaciones que como trabajadores han ganado pueden ser eliminadas.

ƑCómo puede decirse que se van a utilizar "armas para protegerlos"? Este nuevo trato que se les va a dar a los migrantes en la frontera, bajo el supuesto de "evitar que haya más decesos", es decir, usando armas que expiden balas de goma y pimienta, no es menos lesivo, porque puede tener consecuencias muy graves, además de que es tratarlos como animales, pero tampoco es la solución para evitar que mueran en la frontera.

Quiero suponer que lo que han expresado algunos medios en el sentido de que se trata de balas de goma y gas pimienta está equivocado y se trata de pimienta, pues si bien no le quita importancia al hecho, que frisa en algo inaceptable porque es totalmente contrario a los derechos humanos, el gas pimienta es una arma absolutamente letal.

No es extraño que esta modalidad se haya iniciado en tiempos de Ernesto Zedillo, sexenio al que podemos caracterizar como absolutamente indiferente a lo que pudiera suceder a los trabajadores migrantes. Un sexenio en el que la pobreza empezó a escalar niveles nunca vistos, no sólo como resultado de la crisis creada por los famosos errores de diciembre, sino por el empecinamiento en mantener una política contraria a los intereses de la población. Con la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que desmantelaba la pequeña y mediana industria y devastaba al campo mexicano, se cerraba el círculo que tuvo como consecuencia el incremento de la migración.

Habría que recordarle al presidente Fox que la cadena humana formada por los migrantes legales e indocumentados es la que forma las cadenas productivas que permiten al gobierno recibir la segunda entrada de divisas más importante para México, gracias a lo cual se ha podido evitar que la situación del campo mexicano, que está viviendo momentos por demás lamentables, se agudice aún más.

La verdad es que empecinarse, como hicieron los gobiernos priístas, en seguir aplicando un modelo económico que ha mostrado su incapacidad para generar bienestar a la población mexicana -prueba palpable de ello es la migración creciente, que está involucrando ya a prácticamente todos los estados de la República- es simplemente inaceptable, y una muestra más de los oximoron que permean sus decisiones políticas.

Por supuesto que no habría que soslayar el hecho de que resulta inaceptable e irresponsable que nuestros diputados y senadores ahora simplemente llamen a cuentas a Derbez, sin que al mismo tiempo propongan un nuevo modelo económico que de una vez por todas establezca una verdadera política migratoria de Estado que busque la reabsorción de los flujos migratorios, en lugar de seguir poniéndose piedras en el camino con miras al 2006.