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México D.F. Sábado 21 de agosto de 2004 |
Deporte de masas y Estado
Cuba
cuenta con una población que equivale a un tercio de la que tienen
la ciudad de México y sus suburbios y, sin embargo, produce gran
cantidad de deportistas que se destacan en prácticamente todas las
competencias internacionales.
¿Cuál es el secreto de este desarrollo deportivo?
En primer lugar, el Estado cubano cuida la salud de infantes y jóvenes,
les da educación física e instalaciones para practicar todos
los deportes, y a los más destacados les otorga facilidades en el
trabajo y el estudio para que combinen esas tareas con la práctica
deportiva y les proporciona entrenadores capaces. Los dirigentes de las
federaciones del deporte cubano, a diferencia de lo que sucede en otras
naciones, no son ni corruptos ni arbitrarios en la selección de
los atletas sino que buscan a los mejores para representar al país
y los respaldan cualquiera sea el resultado que obtengan. El deporte es
masivo, popular, porque todos lo practican. No es un negocio de pocos ni
un simple espectáculo que millones de personas que jamás
pueden practicar deportes siguen pasivos por la televisión.
En México, en cambio, la pobreza aleja de los deportes
a millones de personas. Los pocos que los practican, en improvisadas canchas
de basquetbol, de futbol o de beisbol, lo hacen por su cuenta, sin coordinación
ni continuidad, y en cierto momento, incluso si tienen destacadas cualidades
deportivas, deben optar por el trabajo (o por el doble trabajo), salvo
que su familia tenga recursos económicos. Aparecen así deportes
"de ricos", opuestos a los "de pobres", los cuales muchas veces son también
para ricos.
Si se recortan los fondos para las escuelas y universidades,
que podrían ser semilleros de deportistas; si la pobreza impulsa
a la emigración y obliga a una mala alimentación; si la formación
armónica, cultural y física, de los jóvenes, no preocupa
al gobierno, ¿cómo se pueden esperar honrosos resultados
deportivos que no dependan únicamente de las cualidades excepcionales
brindadas por la naturaleza a una corredora o a otro deportista? Si la
ganancia es lo que guía a los empresarios deportivos y a las televisoras,
¿cómo evitar que el deporte de masas deje de ser considerado
un derecho de todos para transformarse en privilegio de pocos y negocio?
Tal como el Estado debe invertir en el desarrollo cultural, sin buscar
otro rédito que la producción de ciudadanos más cultos,
debe hacerlo igualmente en el campo de la cultura física y del deporte
masivo, sin otro objetivo que tener ciudadanos más sanos en todo
sentido. Si los fracasos de los atletas olímpicos mexicanos, a pesar
de todo su esfuerzo, algo revelan, es la necesidad absoluta de restructurar
la organización deportiva en nuestro país.
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