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México D.F. Lunes 23 de agosto de 2004
APRENDER A MORIR
Hernán González G.
Claroscuros del Seguro
YA HA LLOVIDO desde aquel 19 de enero de 1943, cuando se promulgó la creación de un organismo descentralizado con personalidad jurídica propia denominado Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que empezaría a dar servicio a partir de enero del siguiente año.
EN SEIS DECADAS de variopinto funcionamiento han sido incontables los beneficios del IMSS a millones de derechohabientes, si bien suelen ser limitadas u obsoletas las estadísticas de la institución, apenas utilizadas para un manejo eficaz de su imagen e importante papel, no digamos para fijar políticas de salud o establecer medidas preventivas en una sociedad siempre a merced del librempresismo sin límites, gobiernos corruptos y burocracias solapadoras que, violando la ley, continúan autorizando hasta hoy, por ejemplo, la publicidad de productos nocivos o milagrosos a la salud.
SI A ELLO se añade el perfil especulador del sindicalismo -ninguno resiste una auditoría-, saqueos sucesivos al instituto por honorables funcionarios de diversas jerarquías y la inercia de partidos y sociedad mexicana, incluida la clase trabajadora y la plantilla del IMSS, se tiene una perspectiva más amplia de los factores que han incidido en la deliberada quiebra del IMSS, reflejo de la quiebra ética y económica del país.
"TRABAJE EN DIFERENTES áreas del IMSS -cuenta un jubilado-, la última en la secretaría general, donde a la megalomanía de anteriores administraciones que levantaron unidades habitacionales, teatros, murales vistosos, centros vacacionales y otros, en detrimento de las reservas del instituto para la construcción o financiamiento de hospitales, farmacias, asilos o laboratorios, se añadió entonces la manía de publicar impúdicas ediciones de lujo, como diría Borges, a costos elevadísimos que incluían viajes al extranjero de supuestos investigadores, pero se trataba de obras sin relación alguna con temas de salud o de seguridad social. El director del seguro en esa época era Arsenio Farell y el presidente de la República José López Portillo. Nadie en el IMSS protestó por ese nuevo derroche."
"SOY DERECHOHABIENTE DESDE 1956 -me dice una señora mayor- y puedo asegurarle que en estos 48 años mi difunto esposo, mis hijos y yo hemos recibido una atención profesional, si hacemos a un lado la pérdida de tiempo en el seguro. Ser derechohabiente tiene muchos beneficios y pocas desventajas, entre éstas, repito, la enorme pérdida de tiempo de pacientes y familiares. Claro, clínicas y hospitales están saturados, y no sólo de usuarios, también de taqueros, jugueros, franeleros, voceadores y otros, con muy pocas condiciones de higiene y comodidad. Y es que cuando construyeron los hospitales no pensaron que con el tiempo también los asegurados podrían hacerse de un carrito, por lo que sólo hay estacionamiento para el personal." [email protected]
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