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México D.F. Lunes 23 de agosto de 2004 |
La Iglesia y el fisco
En
voz del cardenal Norberto Rivera Carrera, y del semanario de la arquidiócesis
de México Desde la Fe, la Iglesia católica se pronunció
sobre las conclusiones de la Convención Nacional Hacendaria (CNH)
y la propuesta de aumentar los ingresos fiscales mediante la revisión
de las tasas del impuesto al valor agregado (IVA) y la aplicación
de ese gravamen a alimentos y fármacos. Ayer, después de
su homilía, el cardenal Rivera consideró que tales propuestas
no resuelven el problema de la recaudación, aunque concedió
que "si ello ayuda para que no haya evasores sería muy buen camino
y una decisión que se debe tomar".
Después de 20 años en que se viene aplicando
la misma receta para fortalecer las arcas públicas, a legisladores,
gobernadores, alcaldes y, ahora, jerarcas católicos se les hace
difícil concebir que exista otra forma de manejar la política
fiscal, a pesar del poco éxito que ha tenido el llamado de los gobernantes
a los causantes cautivos, repetido sexenio a sexenio, para que se aprieten
el cinturón.
Sin embargo, la opinión de Rivera Carrera de que
el IVA a alimentos y medicinas no resuelve el problema, así como
la posición críticamente más clara de la arquidiócesis
sobre el "raquítico pacto" con el que la CNH concluyó sus
trabajos, deben leerse como reflejo de las quejas y la inconformidad de
millones de mexicanos católicos -la feligresía más
numerosa en el país- que están entre quienes conforman la
base de contribuyentes en la mira de la Secretaría de Hacienda.
La indignación de la que se hace eco Desde la
Fe, sobre la ausencia en el citado pacto de medidas para sancionar
la corrupción, obligar a los grandes evasores a pagar impuestos
y reducir los sueldos de los altos funcionarios, es lo que se escucha en
las iglesias como reclamo constante contra gobernantes que, por ceñirse
a un modelo económico donde la disciplina fiscal es un dogma, postergan
la adopción de medidas para alentar el consumo, la inversión,
fomentar la creación de plazas laborales permanentes y bien remuneradas
y superar la recesión. En otras palabras, el rechazo al aumento
de las obligaciones tributarias sin notar más que deterioro en la
calidad de vida.
La pretensión de Hacienda es más indignante
ante las evidencias de que su política castiga fiscalmente a los
mismos de siempre, mientras privilegia a sectores como el de la banca -ahora
en manos de extranjeros-, al que se ha permitido evadir el pago de impuestos
por 36 mil 623 millones de pesos, 10 por ciento de lo que se pretende recuperar
con la aplicación del IVA a productos exentos y la creación
de nuevos gravámenes. A simple vista el mensaje que subyace en esta
política es que reporta mayores beneficios ser evasor fiscal que
contribuyente cumplido.
Las autoridades debieran estar atentas a la distorsión
que están ocasionando con la concesión de privilegios a unos
cuantos y la desprotección de las mayorías, así como
advertir la postura de la Iglesia católica como signo del amplio
rechazo que suscita en la población el aumento de la carga impositiva
a los mismos de siempre sin que se les dé a cambio ningún
beneficio.
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