México D.F. Jueves 26 de agosto de 2004
Rechaza la titular del área en el GDF
que esté dirigida sólo a los pobres
Con la ley cívica se busca combatir la impunidad
en las calles: funcionaria
Los abusos no sancionados generan tensión y agresividad
entre los ciudadanos, señala
BERTHA TERESA RAMIREZ
La impunidad ante las faltas cívicas que diariamente
se cometen en la ciudad de México ha generado un clima de tensión
y agresividad entre la población, señaló la directora
de Justicia Cívica del Gobierno del Distrito Federal (GDF), María
de los Angeles Correa. Advirtió que uno de los riesgos del desorden
que priva en las calles y otros espacios públicos de la ciudad,
como los paraderos del Metro, las afueras de hospitales y oficinas y zonas
comerciales, es que la gente termine haciéndose justicia por su
propia mano.
Hay
mucha fricción en la calle, advirtió; la vía pública
se ha convertido en establecimiento de "mil actividades que se realizan
de forma desbordada", con riesgos para la integridad de todos, que comienzan
por empujones o insultos y que terminan en riñas y denuncias ante
el Ministerio Público, o que generan cadenas de agresión
que incrementan la tensión.
Expuso que las estadísticas muestran que atrás
del delito de lesiones dolosas siempre hay un problema de justicia cívica,
que también incide en ilícitos más graves, como los
homicidios por alcoholismo, entre otros, que se cometen con "mucha violencia".
La funcionaria citó el caso del conductor que arrolló a varios
niños de una escuela de prescolar en Ecatepec, que utilizaba la
calle por carecer de espacio para que los menores tomaran el recreo.
La entrevistada dijo que dicha presión se ve reflejada
en las más de 85 mil denuncias que anualmente se presentan en los
juzgados cívicos, de las cuales 50 por ciento están relacionadas
con infracciones por ingerir bebidas alcohólicas en lugares públicos
no autorizados; 30 por ciento por impedir o estorbar el uso de la vía
pública o la libertad de tránsito, y 20 por ciento por orinar
o defecar en la calle.
En
defensa de la Ley de Justicia Cívica, indicó que si bien
el desempleo es una realidad en la ciudad y el país, esto "no implica
que se tenga permiso para violentar o transgredir al otro". Las personas
que se ven en la necesidad de realizar un empleo en la calle deben cumplir
algunos requisitos; por ejemplo, acudir a la Subsecretaría del Trabajo
-al área de trabajo no asalariado-, "la cual se encarga de dar autorización,
conjuntamente con las delegaciones, para que la gente pueda realizar actividades
en la vía pública; de ninguna manera se está cerrando
esa posibilidad, lo que sí es necesario es que se haga con orden
y sin abuso".
Señaló que inclusive los programas de reordenamiento
de la vía pública en las 16 delegaciones obligan al comercio
ambulante a cumplir reglas, como no colocar estructuras fijas, no rebasar
ciertas dimensiones, además de que establecen claramente los lugares
donde pueden instalarse para no afectar el tránsito u obstaculizar
los servicios de protección civil.
Alertó
que de no tomar medidas para evitar los conflictos en las calles, la situación
"se puede desbordar", sobre todo en lugares muy problemáticos, como
afuera de hospitales con servicios de emergencia, donde personas que requieren
de esa atención se ven imposibilitadas de estacionarse porque los
lugares están ocupados por huacales, "y si no pagas no te bajas
del coche, a pesar de que se trata de una emergencia; estas cosas en ningún
lugar se pueden permitir". Otros sitios de conflicto son los paraderos
del Metro, sobre todo los que tienen rutas que conectan con el estado de
México, donde diariamente se originan múltiples denuncias
de usuarios que se quejan de las agresiones de que son víctimas,
por parte de vendedores ambulantes, cuando pisan los puestos.
Aclaró que la ley no está dirigida a los
pobres; entre sus objetivos está el de acabar con el influyentismo,
que ha tomado las calles por medio de jóvenes bien que las
utilizan para realizar arrancones y que creen que por tener dinero pueden
poner en peligro a los demás, o insultar o agredir.
También se refirió a personas de clases
media o alta, que llegan a los juzgados diciendo: "¡Sí lo
insulté; ¿cuánto debo pagar?" O que increpan a los
jueces: "¿Cuánto quieres?" O bien, que señalan que
su reloj cuesta más de lo que gana un juez en un año, y que
no conciben que alguien que gane menos les vaya a imponer una sanción.
Rechazó que la ley sea para la gente que no tiene dinero; "hay gente
que tiene dinero y por ello cree que puede comprar la justicia y que puede
abusar". Antes de concluir, adelantó que en tres meses esa dependencia,
conjuntamente con la Secretaría de Seguridad Pública, hará
un balance de los resultados que se han tenido con la nueva legislación
y, en su caso, se adecuará lo que se sea necesario.
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