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México D.F. Jueves 26 de agosto de 2004 |
Sandoval Iñiguez vs. derechos humanos
Como
ha dado cuenta este diario en los últimos días, el arzobispo
de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, se ha sumado a la campaña
del gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, para
desacreditar el informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH) en el que se documentan los tratos crueles y degradantes, así
como las torturas físicas y sicológicas, perpetrados contra
altermundistas el pasado 28 de mayo en el contexto de la cumbre de Guadalajara,
y justificar el desacato a las recomendaciones de ese organismo para que
se investigue y sancione a los servidores públicos implicados en
los abusos. Con mofas al ombudsman José Luis Soberanes por
las precisiones que le hace en una carta y con desafortunadas declaraciones
señalando que los derechos humanos y la CNDH "son dos cosas distintas",
dado que ésta "únicamente se dedica a defender delincuentes",
el cardenal Sandoval malinforma a la población sobre los propósitos
de la institución encargada de vigilar el respeto a los derechos
humanos en el país y cobija la maniobra del gobierno panista de
Jalisco para garantizar la impunidad de los represores. Cabe señalar
que el jerarca católico no es el único que se ha plegado
a la campaña; también los empresarios se han dejado convencer
con los videos repartidos por Ramírez Acuña, en los que se
pretende mostrar a los manifestantes como delincuentes contra quienes estaría
justificado el uso excesivo de la fuerza y toda clase de vejaciones.
Congruente con esta distorsión informativa, Sandoval
Iñiguez se hace eco del pensamiento ultraconservador contra el que
han tenido que luchar las comisiones de derechos humanos en todo el mundo,
según el cual quienes promueven y procuran la vigencia de las garantías
fundamentales pretenden con sus denuncias desprestigiar a los gobiernos
y "paralizar a los policías" para que no actúen contra los
delincuentes. Coincidentemente, la postura del cardenal encaja a la perfección
con el discurso y los propósitos del mandatario estatal, lo que
no deja lugar a dudas de la ideología decimonónica con la
que comulga ese gobierno panista y que, por obvias razones, no debiera
tener lugar en el México democrático.
Desacreditar a la CNDH sirve a los propósitos de
los represores, a quienes incomoda la función de dicho organismo,
y afecta gravemente la imagen de México en el exterior, así
como la credibilidad en cuanto a los compromisos adquiridos sobre la defensa
de los derechos humanos y la erradicación de cualquier forma de
tortura.
Contra las pretensiones del alto clero en Guadalajara
y del gobierno jalisciense, y más allá del falso debate que
ambos plantean, el ombudsman nacional vuelve a llamar la atención
sobre el tema central: "no se pueden combatir actos ilícitos con
otros actos ilícitos".
En un estado de derecho, los delitos se sancionan con
apego a la ley y no con inopinadas justificaciones para torturar.
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