México D.F. Domingo 29 de agosto de 2004
Sectas, ciencia, arte y religión en Angeles y demonios
Repite Dan Brown la fórmula probada en El código Da Vinci
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La nueva novela de Dan Brown, Angeles y demonios, transcurre sin sorpresas. El historiador experto en simbología Robert Langdon, convertido sin querer en detective, se mete de nuevo en una intriga de alcances internacionales que amenaza con destruir, no al mundo, sino los cimientos, literalmente, de la religión católica: el Vaticano.
En unas cuantas horas, divididas en 606 páginas, Langdon tendrá que solucionar el problema con la ayuda de una científica italiana, la Guardia Suiza, encargada de la seguridad del Papa, y otros cuantos aliados. Una nueva lucha entre ciencia y religión aderezada, por qué no, con un poco de romance.
Al igual que en El código Da Vinci, el autor, ex profesor de inglés, mezcla en la trama sociedades secretas, ciencia, religión y arte, en lo que se está convirtiendo en su fórmula para vender libros (tan sólo El código Da Vinci ha vendido en español 10 millones de ejemplares).
Para hacer más interesante el asunto, Brown combina datos reales y desde las primeras páginas advierte ''Las referencias a obras de arte, tumbas, túneles y monumentos arquitectónicos de Roma son reales (al igual que su emplazamiento exacto). Aún hoy pueden verse.
''La hermandad de los Illuminati también es real''. Los Illuminati es una organización secreta fundada en el siglo XVI por hombres de ciencia que se oponían al dominio eclesiástico católico en la enseñanza.
Añade a la receta nombres como Galileo Galilei y el artista Gian Lorenzo Bernini cuyas vidas coinciden durante unas cuantas décadas: Galilei vivió entre 1564 y 1642, mientras Bernini, autor de cientos de obras de arte, vivió entre 1598 y 1680.
El nombre de Galilei, y su presunta pertenencia a los Illuminati, no podría ser más conveniente: sus ideas le valieron la condena del Vaticano sobre todo porque ponían en jaque a la religión por lo que fue sometido a uno de los procesos más largos en la historia de la Iglesia católica. Aunque para algunos Galilei fue el principal factor de división entre iglesia y ciencia, en Angeles y demonios es uno de los conciliadores entre estas dos fuerzas.
Tras el proceso contra Galileo y una serie de hechos en contra de los Illuminati, la organización pasó a la clandestinidad y se infiltró en otras organizaciones como las logias masónicas hasta nuestros días, donde adquieren el poder para destruir a su archienemigo el Vaticano, según el texto de Brown.
Ante tanto secreto, los Illuminati sólo permitían el ingreso de nuevos miembros, sólo si los candidatos descubrían la clave secreta.
Bernini pinta en el asunto al ser el encargado de realizar las obras que darían las pistas a los candidatos: una mezcla de símbolos religiosos y paganos: Abbakuk y el ángel, el Wes Ponente, el Extasis de Santa Teresa y la Fuente de los cuatro ríos, obras que aún existen y que guían a Langdon en su periplo.
También se mencionan los estudios, verídicos, acerca de la antimateria, considerada la fuente de energía sucesora del petróleo y la energía nuclear, más limpia para el planeta pero con una capacidad de destrucción total. Aquí el autor involucra a una institución de la vida real: el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire).
Así, la mezcla continúa de manera predecible hasta el final.
Dan Brown es autor también de Deception Point y Fortaleza digital, que pasaron con poca gloria por las librerías estadunidenses, hasta que El código Da Vinci lo convirtió en uno de los autores más leídos de todo el mundo.
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