CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

La cofradía de Harvard y el desafuero

Detalles de la reunión del 11 de agosto
La Corte ya decidió

RESULTA OCIOSO, por obvio, decir que esta vez, el 29 de agosto de 2004, se quiera o no, la gente -cientos de miles de todas partes del país- eligieron a su candidato a la Presidencia de la República con una alegría y un coraje que no tienen antecedente.

Y SI DE concentraciones se trata, habría que hacer memoria de una, menor, que viene a cuento, efectuada el pasado 11 de agosto en uno de los salones más importantes del hotel Marriot de Polanco, porque lo que allí se trató fue el desafuero de López Obrador.

REUNIDOS EN UNA especial cofradía, los mexicanos egresados de la Universidad de Harvard, convocaron al ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación José Ramón Cossío para que, con la confianza que existe entre los cofrades, platicara sobre los problemas que enfrenta la instancia de justicia a la que pertenece.

ENTONCES, EL ministro comentó a los asistentes que no respondería a ninguna pregunta y que los comentarios, que cada uno tuviera sobre lo que él expondría, deberían guardárselos para mejor ocasión.

DICHO ESO José Ramón Cossío explicó que la Corte deberá decidir, en breve, sobre dos asuntos torales: Fobaproa y desafuero. Respecto del primero no hizo mayores comentarios, pero puso los reflectores sobre la justicia que, según su dicho, deberá prevalecer en el caso por el que se juzga a Andrés Manuel López Obrador.

EL MINISTRO Cossío es, como deberá recordarse, uno de los alumnos preferidos de Pedro Aspe Armella, aquel fiel soldado del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que sirvió en las filas del gobierno de Carlos Salinas del Gortari, por lo que a nadie deberá sorprender lo que admitió frente a los miembros del Club Harvard.

UNO DE LOS cofrades de los orgullosos miembros de aquella universidad, cosa rara, se sintió molesto; digamos que indignado por lo dicho en la reunión y platica que Cossío explicó sin muchos rodeos: que el caso El Encino llegará a la Corte y que allí el criterio es, desde ya, culpar a López Obrador en nombre de la rectitud de la ley.

COMO EN EL PAN-gobierno antes del juicio, en la Corte ya se acordó la sentencia que no tiene tanto que ver con la pena a que deba someterse al supuesto culpable, sino con la idea de mantener en el poder a una forma de gobierno a todas luces fracasada.

PARA ELLO SE hace necesario quitar del escenario a quien representa la opción de cambio verdadero, a quien sin la convocatoria de los medios oficiosos llenó las calles del centro de la ciudad con un llamado a la justicia y, principalmente, a quien la gente ha escogido para entregarle el timón de un barco que hoy lleva el rumbo directo hacia el desastre.

ESTO YA LO han entendido los oportunistas que ayer se vistieron de amarillo, que no hace mucho lucían orgullosos el azul -que hoy es su supuesta vergüenza- y que se cuelan, disfrazados, con el elogio falso en los labios, hasta las oficinas del gobierno de la ciudad para ponerse al lado del que también ellos han declarado el nuevo líder, aunque poco antes desde sus propios foros lo hubieran descalificado.

PERO ES LO de menos, lo cierto y lo real es que la gente anuló, la mañana de ayer y hasta pasado el mediodía, la violencia, los métodos corporativos y todas las acusaciones de que fueron objeto desde que se anunció la marcha.

LA LECCION que ayer dieron los trabajadores que pagaban su guajolota (torta de tamal) y su café con sus propios recursos, que se iban en el Metro al final del acto y que cantaron sin equivocarse el Himno Nacional, dice, por fin, que pese a todos los azules y los tricolores, aún hay México. šQue así sea!

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