México D.F. Lunes 30 de agosto de 2004
Hermann Bellinghausen
De vacas y hombres
Hoy que el mundo es más mundial que nunca desde la cuarta glaciación (aquel momento estelar de la globalización), las incontables destrucciones cada día alcanzan una escala cuando menos histórica. Si existiera un estúpido Guiness de las destrucciones, sus récords se renovarían en cuestión de horas. Especies marinas aniquiladas (y el crecimiento exponencial de las especies depredadoras), aves, lagos. O qué tal pueblos, civilizaciones. En pocos años, especialmente en África, se han acumulado genocidios que dejan chico al holocausto judío del siglo XX (ese récord Guiness del horror se suponía que irrepetible). Incluso bate al menos expedito holocausto de siglos en el continente americano contra los indígenas. La banalidad del número, decía Hanah Arendt. Los millones de muertos, huérfanos, desplazados.
Un año es Ruanda, otro Eritrea, Congo, Sierra Leona. Ahora mismo, mientras se escriben estas líneas, sigue el crimen masivo en Darfur, al sur de Sudán. Las Naciones Unidas tomaron cartas en el asunto con su habitual lentitud fatalista y cómplice. En esas matanzas se "lucha" por los diamantes, la "raza", las armas, la religión, la comida. ƑEs una película distinta de la que vemos en las invasiones a Irak y Afganistán? Vil codicia. Todas las guerras son ahora una sola. Y su palabra clave es "terror", lo cual ya es en sí aterrador.
Calentamiento de la Tierra. Agujeros en la esfera del ozono. Rasuramiento de las selvas. Parálisis de las mareas. Desaparición de los lagos. Epidemias exponenciales de vacas y hombres. Crecimiento exponencial de vacas y hombres genéticamente modificados.
Sobreproducción paradójica. Sobrexplotación de recursos. Sobreacumulación de riqueza sin límites a costa de una naturaleza que sí los tiene. Depauperación de tres cuartas partes de la humanidad realmente existente. Las leyes del consumo y el mercado han sustituido a la naturaleza en un mundo sobrepoblado de hambrientos crónicos.
Pero como esas son siempre "malas noticias", los consumidores de información (alias "público") prefieren la bazofia pornográfica de la nota roja y los desfiguros de la política. Y eso les dan los medios, pues al público, lo que se trague.
También las lenguas están bajo ataque. Sí, las lenguas viven a la intemperie, son vivas, cambiantes, se trasvasan, diluyen y reconcentran. Y en el torbellino de los siglos desaparecen; sólo que hoy lo hacen a escalas inéditas. Las lenguas "mayores", el castellano por ejemplo, se envilecen con excesiva ligereza y a cambio de nada.
Orwell fue tímido en sus premoniciones. En cambio, los hitlerianos fueron verdaderos precursores del asesinato eficiente, la prostitución de la lengua por razones de Estado y de miedo, la manipulación genética para incubar una esterilidad de réplicas.
Ya ni siquiera se pelea por verdadera ideología. En el fondo, poco distingue a los gobiernos de Washington y Jartum. Y los motivos religiosos parecen inextirpables de la especie. Todo para el buen negocio de unos cuantos ricachones (Ƒqué tantos son tantitos?), quienes a la vista del planeta parecen decirse entre sí "apaga y vámonos" con las bolsas llenas de lo que no les pertenece. Y lo hacen porque pueden.
Los demás somos más, muchísimos más que ellos, y estamos en todas partes. ƑPodemos detenerlos?
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