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México D.F. Lunes 30 de agosto de 2004
José Cueli
Agua quemada
Lluvia voluptuosa diluida en agua cristalina bulliciosa juega huyendo de la altura para buscar el ruedo de la Plaza México inmovilizada. Agua quemada de la que habló Octavio Paz, que bulliciosa se escapa de los muslos femeninos, huyendo de la altura para buscar del hombre su virilidad. Barullo delirante cuya hipnótica melancolía barbota los secretos femeninos. Barullo que da búsqueda fugaz es el aliciente del encuentro de los novilleros calientes con la serpenteante cascada invisible, sólo visible en su humedad. Plaza México, remanso silencioso que vibra ardiente en espera, espera, esperanza de los novilleros, acariciados por la cascada invisible que de muslos femeninos escapa, en el juego de la vida muerte, en los pitones de un encastado novillo entre mariposas negras. Inmenso murmullo de gotas de agua en canto sangriento, el "otro" expulsado, hechicería de la vida muerte. El otro siempre diferente, toro negro de fiera miranda.
Plaza México, magia de rumores, de viejos amores, invariables "cabales", faenas imborrables. Canto de lluvia, amante del "novillero", la de los labios húmedos, cabellos juego de luces, ojos faros eternos en su parpadeo electrizante.
ƑLlegará esta temporada el "novillero" que si los toros no vienen o el enlazado a la humedad, gire en musical bailoteo y surja el toreo inesperado? La Plaza México, en casta abstinencia, arde en deseos, šaire! El tiempo no pasa, detenido, atravesado voluptuosamente por la diosa lluvia, a punto de la entrega.
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