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México D.F. Jueves 2 de septiembre de 2004
Ofrecieron cena para asistentes a seminario
y comunicadores premiados en Monterrey
Celso Piña tocó Hasta siempre comandante
para García Márquez
El músico rompió el mito y llevó
el recuerdo de Ernesto Che Guevara al Museo de Arte Contemporáneo,
que patrocinan los grandes empresarios de la capital neolonesa
DAVID CARRIZALES CORRESPONSAL
Monterrey, NL., 1º de septiembre. Lorenzo
Zambrano, dueño de Cementos Mexicanos y copatrocinador de la Fundación
para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, se deja llevar por la magia de
Macondo, presente en las novelas de Gabriel García Márquez,
y recuperada en la música de Celso Piña, en una noche para
recordar en el Museo de Arte Contemporáneo, durante la cena que
ambas, empresa e institución, ofrecieron a los asistentes a un seminario
sobre periodismo y a los comunicadores premiados por su trabajo y trayectoria.
Celso
Piña arrancó su presentación con Crónica
de una muerte anunciada, para entrar en ambiente siguió con
Macondo, y una vez que tenía bien medido el terreno, dejó
escapar la sorpresa que tenía reservada para el escritor colombiano,
Hasta siempre comandante, un canto de la autoría de Carlos
Puebla en homenaje a Ernesto Che Guevara, que aparecerá en
su próximo disco compacto y que ofreció como primicia ante
unos 80 invitados
El canto libertario dedicado al guerrillero argentino-cubano,
pasó la prueba ante el selecto grupo de asistentes venidos desde
diversos países de América Latina, convocados por los magnates
del cemento y del periodismo, Lorenzo Zambrano y García Márquez.
Fue tan bien recibida la canción del Che, que hasta el español,
Joaquín Estefanía, ex director del influyente diario El
País, dejó escuchar su voz para hacer junto con otros
invitados, un improvisado coro, en el que participó el propio García
Márquez, a su lado Lorenzo Zambrano, que sonreía divertido
al escuchar: "...de tu querida presencia, comandante Che Guevara..."
Celso Piña rompió con un mito, al introducir,
así fuera brevemente, hasta el Museo de Arte Contemporáneo
(Marco), que patrocinan los grandes empresarios de Monterrey, muy identificados
con la ideología de derecha, al icono por excelencia de la izquierda,
sin que nadie hiciera gestos evidentes de desaprobación.
La cuarta interpretación espantó de plano
las inhibiciones. Al ritmo de la Cumbia sampuezana, Jaime Abelló,
secretario de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano,
se levantó de su mesa y sacó a bailar a una representante
de la embajada colombiana.
De inmediato siguieron su ejemplo Nina Zambrano, hermana
del empresario cementero y presidenta del consejo de directores de Marco,
quien invitó a bailar a un hermano de Gabriel García Márquez,
el propio Nobel de Literatura, hizo lo propio con su esposa Mercedes. Mientras
Mercedes bailaba con una vela en alto, García Márquez hacía
el tradicional pasito del gavilán. El ambiente era tan alegre y
contagioso que hasta don Julio Sherer, fundador de Proceso, se animó
a bailar un rato, siendo Lorenzo Zambrano y el gobernador, José
Natividad González Parás, de los pocos que no participaron
en aquél vendaval de la bullanguería.
Disfrutaton las altas esferas
Ahí se rompió otro mito. En apenas tres
minutos, con la música de Celso Piña, que se consideraba
propia de los barrios bajos, para los de vestimenta tipo cholo,
de zapatos tenis, pantalones guangos" y camisa desfajada, bailaron y disfrutaron
de lo lindo, las élites del periodismo, de la industria y la cultura,
con sus vestidos de gala, trajes de casimir, y zapatos bien lustrados.
La participación de Celso Piña y su ronda
Bogotá duró apenas media hora, suficiente para llevar la
atmósfera de Macondo a Marco. Jaime Abelló terminó
tan encantado, que no dejaba de abrazar al músico regiomontano,
a bocajarro le soltó: "¿Quieres que te invite al festival
Vallenato?" Piña no lo pensó dos veces, es que con casi 30
años de tocar música colombiana, 20 discos grabados con cumbias
vallenatos, es increíble que nunca haya ido a la patria de García
Márquez.
Sobre su próximo disco, que dedica a Ernesto Che
Guevara, cuya primicia regaló a García Márquez, Celso
Piña expuso que le gusta la ideología del guerrillero argentino,
porque es un hombre libertario porque la libertad le gusta a la gente.
"Creo que es una idea que debe prevalecer."
Se animó a grabar ese disco, más ahora que
hay tanta libertad de expresión, espera que las nuevas generaciones
tomen muy bien el disco y su mensaje.
Al término de su actuación, Celso Piña
se acercó a saludar a Gabo, quien plasmó una dedicatoria
en su libro Cien años de soledad: "Para Celso, de tu hincha:
Gabo".
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