.. |
|
México D.F. Jueves 2 de septiembre de 2004 |
Acosado por el descontento
La
ceremonia en la que el presidente Vicente Fox presentó ayer
su cuarto Informe de gobierno al Congreso de la Unión tuvo lugar
en un ambiente de confrontación, disenso y fractura nacional sin
precedentes. El domingo, el martes y ayer mismo se realizaron manifestaciones
multitudinarias para repudiar las ofensivas lanzadas por el Ejecutivo federal
en turno contra el jefe de Gobierno capitalino, contra los derechos de
los trabajadores y en rechazo a las desastrosas políticas -económica,
educativa, energética- en curso. Ayer los trabajadores del Instituto
Mexicano del Seguro Social, hecho inédito en el país, iniciaron
un paro parcial de labores. El mensaje político del mandatario estuvo
precedido por enérgicos señalamientos adversos de casi todos
los partidos, se desarrolló en medio de insistentes protestas de
los legisladores y tuvo como respuesta una sólida y severa crítica
del presidente del Congreso, el priísta Manlio Fabio Beltrones.
Semejante reacción de la sociedad y de sus representantes
legislativos sería de por sí entendible y justificada por
la sistemática incapacidad del foxismo para gobernar de manera mínimamente
aceptable, su ineptitud para enfrentar los principales problemas nacionales
-la pobreza y la marginación, el estancamiento económico,
la corrupción, la impunidad, la inseguridad, por citar los más
exasperantes- y su preocupante tendencia a generar confrontaciones en vez
de auspiciar el surgimiento de consensos.
Pero a estas debilidades debe agregarse un estilo de gobernar
basado en el engaño y la simulación: se habla de soberanía
nacional mientras se multiplican los ilegales y lesivos contratos de servicios
múltiples, que ponen en manos extranjeras el control de los recursos
petroleros y eléctricos; se encomia la defensa de los indocumentados
mexicanos mientras, por lo bajo, la Secretaría de Relaciones Exteriores
da su aprobación para que la Patrulla Fronteriza estadunidense los
ataque con balas de goma rellenas de gas pimienta; se presenta un pretencioso
programa de pizarrones electrónicos y enciclomedias para
un sistema de educación pública en ruinas; se toma la cifra
de crecimiento económico de un trimestre como si fuera representativa
de los cuatro años de gobierno foxista; se alude a un supuesto clima
de libertades y tolerancia mientras el Ejecutivo federal acosa judicialmente
a Andrés Manuel López Obrador; el presidente Fox habla de
un país estable, democrático y armónico en un recinto
cercado por miles de efectivos del Estado Mayor Presidencial, la Policía
Federal Preventiva y otras corporaciones.
El estilo referido marcó, como era de esperar,
el mensaje presidencial de ayer, en el cual, por obra de una autocomplacencia
sin límites, las miserias nacionales y gubernamentales fueron convertidas
en escenarios idílicos que sólo pueden resultar creíbles
para quienes opten por ignorar de plano los problemas de México
en el momento actual. En este sentido, el gesto de protesta de muchos legisladores,
de escuchar el discurso de Fox dando la espalda al orador, no es, a fin
de cuentas, sino un reflejo especular de las actitudes de un grupo gobernante
que opera de espaldas al país.
Si ha de mencionarse un elemento positivo en el mensaje
presidencial debe mencionarse el llamado a "darle naturalidad e intensidad
al diálogo y al acuerdo", el propósito de "restaurar el clima
de entendimiento" y la manifestación de una apertura para "escuchar
(...) y ejercer la autocrítica". Si el Ejecutivo federal da a esas
expresiones una significación equivalente a la del resto de la sociedad,
tendría que empezar por deponer las actitudes de hostigamiento contra
los opositores, cesar el uso faccioso de las instituciones y renunciar
de una vez por todas a la realización de reformas privatizadoras,
depredadoras y antipopulares que, lejos de garantizar la estabilidad e
impulsar el crecimiento económico, propician la inestabilidad, la
ingobernabilidad y la confrontación, como puede constatarlo el propio
grupo gobernante en las enérgicas, multitudinarias y combativas
muestras de repudio de que ha sido objeto en los últimos cuatro
días.
Si el gobierno de Vicente Fox realmente deseara asumir
un ánimo autocrítico tendría que escuchar con atención
los atinados señalamientos en su respuesta al mensaje presidencial
formulados por Beltrones, quien exhortó al mandatario a respetar
a quienes piensan diferente, a adoptar "decisiones políticas (que)
obedezcan a los intereses del país y no a los de un partido político",
a dejar de ver en el Legislativo una ventanilla de trámites -en
alusión a las "reformas" ansiadas por Fox y al proceso de desafuero
emprendido contra López Obrador- y a dejar de usar la democracia
como "pretexto para esconder incapacidades".
Ciertamente, el país requiere de cooperación
y respeto entre gobernantes, entre poderes y entre los distintos niveles
de gobierno, no sólo para reactivar la economía y ocuparse
de resolver los problemas más agraviantes, sino también para
garantizar un proceso sucesorio estable, pacífico y civilizado en
2006. De las acciones que emprenda el gobierno de Vicente Fox depende que
esta perspectiva se concrete o se malogre. Ojalá que el equipo presidencial
tenga lucidez para entenderlo y humildad y valor para actuar en consecuencia,
y que en el quinto Informe no se repita la indeseable situación
de ayer de un mandatario ostensiblemente acorralado por el descontento
que generan sus actos de gobierno.
|