México D.F. Viernes 3 de septiembre de 2004
Luis Hernández Navarro
Primero de septiembre a media asta
Sin ser parte del discurso original del Presidente divulgado a la prensa, en un recinto rodeado por policías y militares, inmediatamente después de mencionar la impugnada reforma a la Ley del Seguro Social, en medio del abierto desacato de diputados del PRD, Vicente Fox pidió "una tregua para alcanzar acuerdos conjuntos". El Presidente quiso así sortear uno de los peores días del sexenio.
Y es que fue un día negro para Los Pinos. Momento cumbre del declive presidencial. La constatación ante cámaras y micrófonos del naufragio de una nave que nunca alcanzó a zarpar. La fecha en que la polarización política se encontró con la polarización social. El fin del gobierno del cambio.
Afuera de San Lázaro, contenidos por las fuerzas del orden y vallas metálicas de tres metros de altura, miles de sindicalistas y campesinos protagonizaron una de las más significativas protestas gremiales desde los paros cívicos nacionales contra la austeridad y por la defensa de la economía popular de 1983 y 1984. Vicente Fox consiguió lo que ninguna fuerza de izquierda ha podido lograr en décadas: poner en pie de lucha al adormecido y tímido movimiento gremial mexicano.
Dentro de la Cámara de Diputados, decenas de legisladores convirtieron el Informe anual del titular del Ejecutivo en una incesante revuelta contra el posible desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Multitud de fotos del jefe de Gobierno de la ciudad de México aparecieron en las espaldas de los representantes del sol azteca, mientras gritaban, indignados, ''no al desafuero''.
En el homenaje involuntario a la práctica legislativa antediluviana o en la versión "mecánica nacional" del Muro de las Lamentaciones en el que se han convertido los discursos de los representantes partidarios previa a la llegada del mandatario al Congreso de la Unión, Pedro Vázquez, dirigente del Partido del Trabajo, señaló: ''es una vergüenza que este cuarto Informe se presente bajo estado de sitio".
Incluso, la anfibia respuesta al mensaje presidencial de Manlio Fabio Beltrones, salinista leal, en su momento hombre de todas las confianzas de Fernando Gutiérrez Barrios, ex gobernador de Sonora y represor de movimientos estudiantiles en su estado natal, terminó siendo una sonora paliza al mandatario. Tanto así, que el ex priísta y hoy senador por el PAN Juan José Rodríguez Prats no dejó de mover los brazos insistentemente, exigiéndole al sonorense que cortara su discurso.
La más generosa e importante oferta del Informe, la más destacada por la prensa, la solicitud de tregua, contrastó con uno de sus mensajes centrales: "que nunca más una autoridad esté por encima de la ley". Corto circuito. Impecable desde la formalidad jurídica, el comentario tuvo un fuerte sesgo político y un destinatario preciso: Andrés Manuel López Obrador. El eslogan ha sido el caballito de batalla del gobierno federal para justificar el juicio de desafuero en contra del gobernante capitalino. De esta manera, el Presidente transformó un acto republicano en un pulso faccional; convirtió una ceremonia en la que debería colocarse por encima de cualquier interés partidario en una ocasión para la venganza política.
Que la solicitud de tregua no responde a una visión de largo plazo sino al mero afán de tratar de zafarse de la zarandeada recibida, y que el gabinetazo no escuchó ni la voz de la calle ni la de los legisladores, lo muestra la declaración de Santiago Creel, a menos de 24 horas del Informe de su jefe. El encargado del despacho presidencial afirmó que la suspensión de hostilidades debe significar que se deje de presionar a los jueces sobre los litigios que tienen pendientes, y evitar el uso de grupos sociales para "chantajear" al Congreso. En pocas palabras, el precandidato del PAN a Los Pinos supone que pedir una tregua es lo mismo que solicitar una rendición. Le exige a los agraviados que renuncien a la movilización política. Es decir, el hombre de Bucareli no entendió nada de nada de lo sucedido en el país estos últimos días.
Como quedó demostrado el pasado miércoles, Vicente Fox no supo y no pudo hacer un gobierno diferente. A partir de ahora, los primeros de septiembre la bandera nacional deberá ondear a media asta en señal de luto; se celebrará así la muerte del foxismo.
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