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México D.F. Viernes 3 de septiembre de 2004
Luis Javier Garrido
El Informe
1. El cuarto Informe anual de Vicente Fox al Congreso, el 1Ɔ de septiembre, dado enmedio de un descontento generalizado y de una oleada de protestas populares, encabezadas por campesinos, electricistas y trabajadores del IMSS, en un Palacio Legislativo de San Lázaro amurallado y convertido en un búnker y una ciudad en verdadero estado de sitio, y marcado por una ceremonia interrumpida en 23 ocasiones por las protestas de legisladores de todos los partidos (salvo el PAN), lo que requirió de 12 intervenciones del presidente del Congreso para imponer el orden, ha reflejado no nada más el fracaso absoluto de la administración foxista y la grave crisis institucional que ha generado con sus políticas antinacionales y antipopulares, sino la urgencia de que el gobierno rectifique sus políticas si no quiere llevar a México al caos.
2. El gobierno foxista se halla después de este desastroso episodio en la disyuntiva de proseguir de manera irracional, en alianza con lo más oscuro del priísmo, en su pretensión de continuar desmantelando al Estado nacional y hacer en dos años una elección de Estado para asegurar el continuismo de los intereses que han prevalecido en las últimas décadas, con el riesgo de llevar al país a un estallido social, o buscar la conciliación y asegurar, como es su obligación histórica y la mayor responsabilidad que tiene, una elección libre en 2006.
3. El Informe no lo fue en realidad, pues no constituyó una exposición del estado que guarda la administración, como marca el artículo 69 de la Constitución, y en ese sentido no hizo más que agravar la indignación de los legisladores, pues el texto autolaudatorio y mentiroso leído por Fox, caracterizado por hacer de manera obsesiva una descalificación del régimen priísta y un elogio de su gestión, una y otra vez calificada por él de "democrática", no fue más que un galimatías de supuesta filosofía política, adornado con una visión imaginaria de un país que no es México, la cual sustentó con algunas cifras inventadas.
4. Fox no tuvo jamás una respuesta a las cuestiones básicas que preocupan a los mexicanos, no pudo hacer un análisis realista de la crítica situación nacional y el hecho de que defendiera el mantenimiento del anacrónico ritual presidencialista y se negara de manera antidemocrática a aceptar otro formato del informe, no hizo más que agravar su propio desastre.
5. El acto resumió así lo que ha sido el gobierno foxista, caracterizado por una Presidencia que nunca supo escuchar ni entender a los mexicanos, que no tuvo oídos más que para el capital trasnacional y para el gobierno de Washington, y que no ha sabido comunicarse más que a través de la más burda propaganda.
6. La reacción de algunos legisladores del oficialismo y de diversos medios cercanos al gobierno, que se interrogaban ayer sobre la pérdida de "institucionalidad" que se vio en la ceremonia, tratando de hallar culpables de lo sucedido, ignora que el único responsable de todo es el propio Fox. El fue quien desde los inicios de su mandato le perdió todo respeto a la investidura presidencial, chacoteando sobre sus responsabilidades, comportándose sin ningún decoro incluso a nivel internacional y, sobre todo, violando cuantas veces quiso el marco constitucional del país: creyendo que se podía gobernar con el mismo despotismo y arrogancia con que algunos directivos manejan las empresas privadas, con un patrimonialismo que se creía iba a desaparecer, y confundiendo su papel con el de un publicista de la Coca-Cola que para vender su producto miente de continuo.
7. Fox es quien durante cuatro años ha orquestado una campaña en los medios en contra del Congreso, con una crítica que llegó hasta la calumnia al culpar a senadores y diputados (al margen de las responsabilidades que indudablemente tienen) de las ineptitudes de su administración, de ser un freno a un supuesto cambio (que en todo ha sido un retroceso) y de constituir un factor de corrupción y de atraso. Una crítica que expresó inclusive en conferencias de prensa en el extranjero con la pretensión de justificarse ante los centros de poder trasnacional, e ignorando que en el régimen político que él protestó defender el papel del Congreso es precisamente el que tanto lo ha encolerizado: servir de freno y contrapeso a las posibles políticas atrabiliarias del Ejecutivo. Y no el de cómplice de los turbios arreglos que éste tiene con las empresas extranjeras que le financiaron su campaña y a las que ha buscado con fruición entregar los recursos básicos de la nación.
8. Al analizar la deplorable situación institucional a la que Vicente Fox ha llevado a México al estar por cumplir su cuarto año de gobierno, no debe olvidarse que es también él quien ha exigido la complicidad de la Cámara de Diputados en su pretensión de inhabilitar ilegalmente una posible candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador (jefe de Gobierno del Distrito Federal), a quien ve como el mayor escollo para imponer a su sucesor (o sucesora) y pretende enjuiciarlo sin sustento jurídico alguno, violando el marco jurídico federal y local, y utilizando a los legisladores como cómplices de sus ambiciones en un acto que constituiría un verdadero golpe de Estado y llevaría al país a una crisis de dimensiones desconocidas, lo que ha generado enorme indignación popular, como se vio en la manifestación de cientos de miles de mexicanos en la Plaza de la Constitución el domingo 29.
9. La demanda balbuceante de una "tregua", que hiciese Fox desde la tribuna del Congreso en el curso de su informe, no se sabe si al pueblo, a los partidos o a los legisladores, no tiene en este contexto credibilidad alguna si no va acompañada de los actos. Quien ha declarado una verdadera guerra contra los mexicanos en nombre del fanatismo neoliberal y de sus compromisos inconfesables es él. El es quien se ha opuesto al reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y pretende arrebatar todas sus conquistas a los trabajadores y a los campesinos. Nadie más que él, en vez de gobernar, se ha entregado durante meses a una serie de acciones ilegales e ilegítimas para eliminar de la campaña electoral de 2000 a quien ve como su principal adversario.
10. El fin anticipado del sexenio de Vicente Fox abre una disyuntiva en la que se juega, también anticipadamente, el porvenir de la nación.
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