México D.F. Viernes 3 de septiembre de 2004
La vida de los retenidos, prioridad ante un
eventual rescate, sostiene Putin
Liberan a 26 rehenes en Osetia del Norte; mantienen
cautivos a 329
Se agotan las reservas del comedor de la escuela; el
comando no acepta agua ni medicinas
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 2 de septiembre. La crisis de los rehenes
en Osetia del Norte, que por segundo día consecutivo retiene un
comando armado en una escuela de Beslán, aparte de prolongar el
sufrimiento de las víctimas -niños más de la mitad-
y la desesperación de sus familiares, está entrando en la
peligrosa dinámica del desgaste físico y emocional de secuestradores
y autoridades, en medio del nerviosismo que genera una negociación
de suyo compleja que poco avanza.
La única noticia alentadora de este jueves, sin
duda, fue la liberación de 26 rehenes, 11 mujeres y 15 niños
menores de dos años (luego una mujer, tras sacar a su hijo más
pequeño, decidió volver a la escuela para estar con su hija,
alumna de primero de primaria).
Pero no deja de ser una amarga ironía que este
logro fue posible sólo después de la mediación de
uno de los principales críticos de la política de Rusia en
Chechenia, Ruslán Aushev, ex presidente de Ingushetia que fue forzado
a renunciar por el Kremlin en diciembre de 2001, un hombre muy respetado
en el Cáucaso del Norte.
Los
secuestradores mantienen en su poder a 329 rehenes y están por agotarse
las reservas que había en el comedor de la escuela. No obstante
siguen sin aceptar agua (el agua de la llave no es potable), alimentos
o medicinas, en un gesto que subraya dos cosas: por un lado, la desconfianza
hacia las autoridades y, por el otro, la apuesta que hacen por una pronta
satisfacción de sus demandas.
El presidente Vladimir Putin afirmó hoy que en
este momento "lo más importantes es salvar la vida" de los rehenes
y aseveró que el equipo encargado de liberar a los secuestrados
actuará con apego a este criterio fundamental.
Las breves declaraciones que Putin hizo al recibir en
el Kremlin al rey de Jordania, Abdullah II, se interpretaron como una señal
de que, al menos por ahora, no se emprenderá un intento de rescatar
por la fuerza a los rehenes.
Es evidente que este compromiso de negociar se acaba en
el momento en que los plagiarios comiencen a matar rehenes, y nadie puede
aventurar ahora cuándo se traspasará el límite que
separa la tensa situación actual de una matanza, salvo que los secuestradores
acepten la única oferta que les hacen los distintos mediadores rusos:
liberar a los rehenes, a cambio de garantías verbales de que podrán
regresar a Chechenia.
El antecedente del teatro Dubrovka de Moscú, cuando
en octubre de 2002 se empleó en la operación de rescate un
gas letal que causó la muerte de 129 rehenes y de los 49 atacantes
chechenos, incide negativamente en la actual negociación.
Los plagiarios de Beslán tienen muy presente que
los efectivos que asaltaron el Dubrovka remataron de un tiro en la cabeza
a cada uno de los miembros del comando checheno, que estaban inconscientes
por los efectos del gas. Por eso, desconfían de cualquier tipo de
garantía verbal y hasta de las sombras que se imaginan soldados
acercándose a la escuela.
Esto explicaría las ráfagas de fusiles automáticos
y hasta fuertes explosiones que se escuchan en las cercanías del
colegio. Esta madrugada los secuestradores realizaron dos disparos con
lanzagranadas, al creer que había comenzado un movimiento de tropas.
Desde la perspectiva de los atacantes aceptar la oferta
rusa equivaldría a renunciar a sus exigencias, y el problema es
que los negociadores sólo pueden prometer que los dejarán
ir si liberan a los rehenes.
A raíz de la tragedia del Dubrovka, y previendo
otras tomas masivas de rehenes, las autoridades rusas se blindaron
al ordenar a los diputados de la Duma realizar enmiendas sustantivas a
la "ley de lucha contra el terrorismo", que ahora prohíbe "cumplir
cualquier exigencia política" de un secuestrador. En otras palabras,
si los plagiarios no aceptan liberar a los rehenes de modo incondicional,
el Kremlin no dudará en intentar rescatarlos por la fuerza.
Los familiares de los secuestrados, que permanecen reunidos
en la plaza central de Beslán, no quieren que se repita el final
del Dubrovka.
Algunos padres de familia llegan al extremo de advertir
que si hubiera un asalto a la escuela no dudarían en disparar contra
los liberadores, al tiempo que una matanza, por las costumbres ancestrales
de venganza de sangre en el Cáucaso, pondría a osetios y
chechenos al borde de una guerra fratricida.
El reputado pediatra Leonid Roshal, cuyos esfuerzos mediadores
aún no fructifican, se mostró muy preocupado por las consecuencias
que podría tener un mal manejo de esta crisis.
"En caso de un desenlace negativo, existe el peligro de
que se desate una guerra aquí, en esta región tan explosiva,
entre pueblos hermanos, y eso no se puede permitir", enfatizó Roshal
frente a las cámaras de la televisión rusa.
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