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México D.F. Viernes 3 de septiembre de 2004
Leonardo García Tsao
Los de abajo
El humor debe ser una de las instancias más subjetivas de la apreciación cinematográfica. Lo que resulta hilarante para uno, es tortura para otro. Hecha esa afirmación, debo confesar mi debilidad por las comedias protagonizadas por Ben Stiller. Muy prolífico en los últimos años, el actor -que no es estrictamente cómico- ha construido una personalidad muy graciosa basada en la parodia y, sobre todo, en una tendencia a la degradación. Puede decirse que el ridículo y la humillación son para Stiller, lo que la neurosis urbana para Woody Allen.
Ese personaje que se supone cool mientras comete los peores osos sociales ha aparecido, bajo diversas encarnaciones, en La familia de mi novia, Hombres misteriosos, Zoolander, Mi novia Polly y Starsky y Hutch -en las últimas tres con una especialidad: el atroz número de baile en que el protagonista cree hacerlo bien. Sin ser obras maestras de la comedia ni mucho menos, hay algo en ellas que resulta ideal para un estado de ánimo simple. El mismo que uno debe tener para apreciar Pelotas en juego, escrita y dirigida en su debut cinematográfico por Rawson Marshall Thurber (un nombre digno de haber sido inventado por Preston Sturges).
En este caso, Stiller -que también funge de productor- lleva su inclinación autodenigrante al extremo, interpretando al grotesco villano de la película. White Goodman es el dueño del exitoso gimnasio Globo Gym, que administra con esa mezcla de amoralidad, narcisismo y ambición personal que dio origen al yuppie de los 70. De hecho, el físico de Goodman es una alusión a esa excesiva década: corte de pelo en capas, bigote a lo Fu Manchú, un vestuario que ni Elvis se atrevería a usar y una actitud copiada de las películas de Chuck Norris (quien aparece al final, en un momento decisivo).
El enemigo natural de Goodman es Peter LaFleur (Vince Vaughn), propietario del vecino gimnasio Average Joe y representante de otra actitud, surgida en los años 80: el slacker, o sea el huevón profesional que prefiere no tener metas en la vida para no decepcionarse. LaFleur ha descuidado tanto su negocio que la hipoteca está a punto de vencerse. Necesitado de 50 mil dólares para no vender su propiedad a Goodman, el hombre decide competir junto con sus lamentables empleados en un torneo de quemados -o dodgeball, en su versión gringa-, ese juego de la infancia que consiste básicamente en arrojarle pelotazos al equipo contrario.
Pelotas en juego es, claro, una parodia de ese temible género: la película deportiva edificante sobre cómo un improbable atleta o equipo se levanta desde abajo para coronarse campeón. Aquí el motivo de burla comienza desde el "deporte" en cuestión y continúa por el hecho de ser tomado en serio, al grado de que el campeonato sea transmitido por un canal de cable.
Dentro del humor zonzo que informa a la película, el evento en sí resulta ser la depuración de una serie de gags en torno a las tristes carencias de los héroes; la fiereza de sus antagonistas (la mujer del equipo rival es una réplica de Frida Kahlo con esteroides); los gimmicks de los competidores (el equipo alemán, llamado Blitzkrieg, es entrenado por David Hasselhoff); la narración de los dos cronistas de ESPN 8, evocadora de la misma exaltación épica del lugar común, la estadística inútil y el señalamiento de lo obvio que padecimos en la reciente transmisión nacional de los Juegos Olímpicos; y, por supuesto, la climática derrota del personaje de Goodman, objeto de los peores insultos ("esos pantalones te hacen ver gordo"), aderezada por la sorpresiva revelación de una preferencia sexual y un deus ex machina, presentado como tal. (Es imprescindible la escena final, posterior a los créditos, en que un Goodman obscenamente gordo critica a la propia película).
Nadie podría decir que Pelotas en juego aspira a ser un clásico de la comedia contemporánea. Pero se burla con desparpajo e irreverencia de ciertas actitudes -la filosofía del ganador tan cara al gringo, el fanatismo actual por la salud a toda costa, el cultismo en torno a actividades banales- que se lo merecen. Eso es suficiente.
PELOTAS EN JUEGO
(Dodgeball: A true Underdog's story)
D y G: Rawson Marshall Thurber/ F.en C: Jerry Zielinski/ M: Theodore Shapiro/ Ed: Alan Baumgarten, Peter Teschner/ I: Vince Vaughn, Christine Taylor, Ben Stiller, Rip Torn, Justin Long/ P: Red Hour Films para 20th Century Fox. EU, 2004. [email protected]
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