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México D.F. Miércoles 15 de septiembre de 2004 |
EU, hacia el totalitarismo
El
secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald
Rumsfeld, emitió ayer una virulenta crítica a la televisora
qatarí Al Jazeera, a la que acusó sesgadamente de recibir
información "de los terroristas" que le permitiría enviar
informadores, "con demasiada frecuencia, para mi gusto", al lugar de combates
y atentados. Los señalamientos de Rumsfeld, muy cercanos a una acusación
formal de colaboración con los "enemigos de Estados Unidos", se
producen a un mes de que el gobierno títere impuesto por Washington
en Irak clausuró la oficina de la televisora y le prohibió
realizar sus tradicionales labores informativas en el país invadido,
y se suman a una larga campaña de hostigamiento contra ese medio
informativo, de gran audiencia en el mundo árabe, y punto de referencia
fundamental y único en el resto del mundo.
Es pertinente hacer memoria: durante la invasión
de Afganistán, las fuerzas estadunidenses atacaron injustificadamente
a reporteros de Al Jazeera. El año pasado, en plena invasión
a Irak, Al Jazeera suscitó la animadversión de los mandos
en Washington por su cobertura imparcial, independiente y objetiva de la
bárbara agresión bélica lanzada por el país
más poderoso del mundo contra el país árabe. Los corresponsales
del canal televisivo qatarí que cubrían las actividades de
Wall Street fueron expulsados y la oficina de la emisora en Bagdad fue
sometida a un bombardeo de precisión por aviones estadunidenses.
Curiosamente, unas semanas antes, Al Jazeera había comunicado al
alto mando de los invasores las coordenadas exactas de su sede en la capital
iraquí. Con esos datos resultaba extremadamente fácil evitar
ataques accidentales, pero la información también podía
ser usada por la aviación agresora para colocar bombas inteligentes
exactamente en el centro del edificio. Ocurrió lo segundo.
Llama la atención que la emisora qatarí
sea objeto de descalificaciones de altos funcionarios del régimen
de Bush, lo que no ocurre con ningún otro medio informativo del
mundo: a principios de junio la asesora presidencial de Seguridad Nacional,
Condoleezza Rice, acusó a la cadena de transmitir versiones "simplemente
inexactas", y a mediados del mes siguiente el secretario de Estado, Colin
Powell, dijo que el trabajo informativo de Al Jazeera era "horrible", con
lo que pretendió sintetizar otras acusaciones de Washington por
el presunto carácter "antiestadunidense" de la emisora y por difundir
imágenes de la violencia en Irak.
Ha de señalarse que la televisora árabe
también ha sido con frecuencia víctima de censura y hostigamiento
por su independencia y objetividad, no sólo por los gobernantes
estadunidenses, sino, en su momento, por el desaparecido régimen
de Saddam Hussein, por las monarquías petroleras de la península
arábiga y por el gobierno jordano, entre otros, y que pese a ello
el proyecto informativo de Al Jazeera ha seguido aportando al planeta una
visión independiente, crítica e imparcial del acontecer del
mundo árabe e islámico, y recogiendo puntos de vista no occidentales.
Es precisamente esa virtud la que parece exasperar a los
gobernantes estadunidenses, empeñados en presentar sus agresiones
contra los afganos y los iraquíes como misiones de paz, democracia
y desarrollo, y en tapar las atrocidades y los crímenes de guerra
perpetrados por los invasores en las naciones correspondientes.
No deja de ser paradójico que, justo cuando Washington
intensifica su ofensiva contra una fuente informativa confiable que, en
su momento, difundió análisis que ponían en duda la
existencia de las "armas de destrucción masiva" que supuestamente
poseía el régimen iraquí depuesto, Powell se queje
de haber sido desinformado sobre tales armas por los servicios de inteligencia
de su propio país. A año y medio de distancia, el funcionario
acusa recibo de su triste papel ante la ONU, adonde fue a repetir las mentiras
inventadas por la Casa Blanca para justificar su agresión contra
Irak. "Lo que me molesta es que algunos en los servicios de inteligencia
sabían que las fuentes eran sospechosas y a mí no se me informó",
se lamentó ayer Powell. Tal vez habría podido ahorrarse el
papelón de entonces, y los lamentos de ahora, si a principios del
año pasado hubiese sintonizado a Al Jazeera y puesto atención
a lo que ahí se informaba.
La ofensiva de las autoridades civiles y militares contra
la televisora qatarí es, en suma, un botón de muestra de
las actitudes y mentalidades imperantes en el gobierno de George W. Bush
ante ejercicios de libertades y derechos fundamentales, como el de libre
expresión. Otro dato que ilustra claramente el rumbo actual de Estados
Unidos hacia algo que no puede llamarse democracia ni Estado de derecho
es el informe de Amnistía Internacional dado a conocer ayer, en
el que se denuncia que unos 32 millones de estadunidenses han sido víctimas
de hostigamiento policiaco por su apariencia racial. La organización
humanitaria alertó que 46 de los 50 estados de la nación
vecina no incluyen en sus respectivas legislaciones prohibiciones expresas
de discriminación racial por parte de las fuerzas de seguridad,
y advirtió que los estadunidenses en riesgo de ser víctimas
de escrutinios indebidos por sus facciones o su color de piel puede llegar
a 87 millones. Tales son algunas de las miserias de un Estado que se presenta
a sí mismo como el mayor ejemplo mundial de democracia y como guardián
planetario de las libertades.
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