México D.F. Jueves 23 de septiembre de 2004
El empleo de armas letales desmiente afirmaciones
de Relaciones Exteriores
Cotidiana, la utilización de balas expansivas
por la Patrulla Fronteriza
ALBERTO NAJAR ENVIADO
San Isidro, California. La Patrulla Fronteriza
mantiene vigente el uso de balas expansivas para impedir el ingreso de
indocumentados a Estados Unidos. Se trata de una actividad cotidiana que
incluso se habría reforzado hace unos meses, cuando la corporación
estaba a punto de comprar 225 millones de cartuchos para reabastecer sus
arsenales.
Contrario a las afirmaciones de la Secretaría de
Relaciones Exteriores (SRE) de que hace tres años la Border Patrol
sustituyó el uso de armas letales para vigilar la frontera con México,
en el sector San Diego el único cambio es que los agentes utilizan
ahora pistolas calibre 40 en lugar de las Magnum 357, que antes eran cotidianas.
Todas están equipadas con balas expansivas.
Durante
un recorrido efectuado con la Patrulla Fronteriza a lo largo de la línea
que separa San Ysidro de Tijuana se pudo constatar que son pocos los agentes
que utilizan los proyectiles rellenos de polvo pimienta que en México
desataron un fuerte debate que incluyó la comparecencia, ante el
Congreso de la Unión, del secretario Luis Ernesto Derbez.
En esa ocasión, el funcionario se comprometió
a evaluar los resultados del programa y advirtió que no se permitirían
abusos contra indocumentados mexicanos. "Hemos dado un paso positivo, no
es lo mismo que le disparen a usted con una .38 que con una pistola de
balas de goma, pero si esto es excesivo o se utiliza de una manera arbitraria,
no lo vamos a permitir", dijo.
Luego, al ser cuestionado por los medios sobre la importancia
del programa para el gobierno mexicano, Derbez respondió que "no
se está haciendo uso de armas de fuego".
No hay tal. Durante el recorrido, el supervisor de la
Unidad de Asistencia a Víctimas del Crimen de la Border Patrol,
Jorge Márquez, se mostró extrañado por la polémica
desatada en México.
-¿Cómo se sienten más seguros, ahora
que usan las balas con polvo pimienta o antes, que usaban las armas de
fuego? -se le cuestionó.
-Igual, las balas expansivas todavía las usamos.
¿Les dijeron que cambió eso? No, aquí todavía
usamos esas balas -respondió mientras mostraba el cargador de su
pistola.
-O sea que no se han desarmado...
-El calibre cambió: antes usábamos el 357
Magnum y ahora tenemos el 40, aunque hay algunos pocos que usan 9 milímetros.
La orden para los agentes, aclaró, es utilizar
lo menos posible cualquier tipo de armas. "Cuando sea necesario, nada más.
Medimos el nivel de peligro y, según sea el caso, nos ponemos un
nivel arriba".
De acuerdo con la cancillería, el acuerdo firmado
en junio de 2001, como parte del Plan de Acción para la Cooperación
sobre Seguridad Fronteriza, incluye la sustitución de armas letales
por otras, además de un programa especial de capacitación
para los responsables de la vigilancia fronteriza.
Sin embargo, en el área de San Ysidro, en particular
la que corresponde al destacamento de Imperial Beach de la corporación,
los agentes tienen libertad para elegir el tipo de armas que utilizan en
su jornada. "Si quieren escopeta se les da escopeta", comentó el
supervisor Márquez al momento de mostrar la sala de juntas del cuartel.
"Las lanzadoras de (proyectiles con polvo) pimienta se dan nomás
a quienes las solicitan", precisa.
A quienes se entregan estos instrumentos se les da un
curso de capacitación de sólo un día. La determinación
sobre el grado de riesgo que enfrentan en la línea fronteriza y,
por lo mismo, el tipo de arma que utilizarán, corresponde tomarla
a los agentes a los cuales, por cierto, hasta hace poco se les admitía
prácticamente con cualquier grado escolar.
"Me enrolé porque no había otro empleo en
Minnessota", reconoció la oficial Mooney, una delgada agente de
23 años, quien desde hace 18 meses patrulla la línea entre
San Ysidro y Tijuana. El supervisor Márquez completa: "Cuando yo
entré era suficiente la elementary school (nivel secundaria).
Ahora ya se les pide el high school (bachillerato) por lo menos".
Para Claudia Smith, directora ejecutiva de la Fundación
Rural Legal de California, el debate en México por el uso de proyectiles
rellenos de polvo pimienta es "un diálogo de sordos". Y es que no
siempre la discusión se ha enfocado "en lo que es mejor para los
migrantes", como sería eliminar el uso de balas expansivas por la
Border Patrol.
"Es una gran incongruencia", explicó en San Diego.
"Nuestros soldados (los estadunidenses) no pueden usar ese tipo de proyectiles
porque están prohibidos en la guerra, desde finales de 1800. La
Patrulla Fronteriza sí las puede utilizar contra los indocumentados".
Ese es el verdadero debate, insistió la activista,
sobre todo ante el hecho de que, tras el ataque a Nueva York del 11 de
septiembre de 2001, la Patrulla Fronteriza no se va a desarmar. "Es importante
propiciar las mejores condiciones para los migrantes, que no se responda
de inmediato con un balazo -señaló-. Si van a tener balas,
al menos que no sean expansivas, eso es lo que debemos propiciar".
Ciertamente, a este debate no es ajena la SRE. En una
carta enviada el 6 de noviembre pasado al subsecretario para América
del Norte, Gerónimo Gutiérrez, Claudia Smith advirtió
que en ese 2003 se habían registrado "cuatro muertes en manos de
la Patrulla Fronteriza, pese al acuerdo binacional del año pasado
para minimizar las fatalidades".
Los disparos, añade la misiva, "dan lugar a una
serie de cuestionamientos, comenzando por preguntarse si fueron una reacción
desmesurada, e incluso injustificada. Cabe señalar que la súbita
contratación de numerosos agentes exacerba el uso excesivo de la
fuerza a la que comúnmente son expuestos los migrantes, pues se
rebasa la capacidad de entrenamiento y supervisión".
Y concluye: "Es un momento crítico para exigir
congruencia. La Patrulla Fronteriza está por comprar otros 225 millones
de tales cartuchos".
Esta cantidad de cartuchos, explicó la activista
en otra carta enviada el 10 de noviembre a Robert Bonner, comisionado de
Aduanas y Protección de la Frontera, es suficiente para abastecer
los arsenales de la Patrulla Fronteriza durante cinco años.
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