México D.F. Jueves 23 de septiembre de 2004
ENTREVISTA / AUGUSTO ROA
BASTOS ESCRITOR
''Soy un narrador surgido por la imposición del
exilio''
SE CUMPLEN 30 AÑOS DE LA APARICION DE SU NOVELA
YO EL SUPREMO
Sobreviviente de su generación, de sus naufragios
y sus vidas, fuera de su patria durante 52 años, el autor soltó
amarras para transitar de la poesía a la narrativa y así
lograr el reconocimiento universal
STELLA CALLONI/ I CORRESPONSAL
Buenos Aires. El escritor paraguayo Augusto Roa
Bastos tiene mucho por recordar y festejar en estos tiempos porque se cumplen
30 años de la aparición de su libro Yo el Supremo.
Publicada en 1974, esa novela es una de las obras más
importantes de la literatura latinoamericana y universal y la crítica
destaca el lenguaje, el manejo de los submundos del poder, la poesía
contenida en los juegos de la palabra, la música de cada página,
la densidad que lleva a vivir el encierro paraguayo, ''hasta sentir su
asfixia por momentos", y la profundidad con que revela la sicología
del doctor Gaspar Rodríguez de Francia, ''supremo dictador perpetuo
del Paraguay".
Respaldo a Cuba
En estos últimos tiempos Roa Bastos ha recibido
reconocimientos y premios que se unen a los que logró a lo largo
de su vida como el Cervantes en 1989. En 1953 su libro de relatos breves
El
trueno entre las hojas, publicado en Buenos Aires, resultó la
gran revelación y desde entonces se dedicó de lleno a la
literatura, a pesar de los diversos trabajos que realizó para sobrevivir.
Hijo
de hombre, premiado en el Concurso de Narrativa, aparecido en 1960
ya lo muestra como el gran escritor que se consagrará en una serie
de obras. En 1961 cuando ya dirige la revista de la Sociedad de Autores,
se inicia junto a Jorge Luis Borges, Miguel Angel Asturias y Germán
Arciniegas una serie de encuentros de difusión literaria por Europa.
Varios libros más se suceden antes de la aparición,
en 1974, de Yo el Supremo. Dos años después debe huir
de la dictadura argentina (1976) rumbo a Francia donde, en Toulouse, dictará
la Cátedra Literatura Hispanoamericana y Lengua Guaraní.
Ha escrito literatura infantil y periodismo, género
en el que ha ganado también reconocimientos. En 1985 fue nombrado
Oficial de las Artes y las Letras en Francia y le otorgaron la ciudadanía.
También lo hará después España.
En 1986 ganó el Premio de la Fundación Pablo
Iglesias y en tres años después el Cervantes; recibe el Memorial
Latinoamericano de Sao Paulo y es nombrado doctor honoris causa
por la Universidad de Toulouse.
En Cuba recientemente se reditó buena parte de
su obra. Reafirmando su coherencia política viajó en respaldo
a ese país, invitado por el presidente Fidel Castro y para ser galardonado
con la Orden José Martí.
Mitos de origen
Cuando Roa Bastos pasó por Buenos Aires para recibir
el pasado noviembre la Orden del Libertador General José de San
Martín, como ''un debido homenaje del gobierno y el pueblo argentino"
se veía frágil, pero con una energía de vida que desmentía
su edad.
Nació en 1917 y aún en los últimos
días, cuando su salud había vuelto a quebrarse y lo consultamos
telefónicamente en Asunción para completar algunos de los
espacios vacíos en la larga entrevista que iniciamos en 1997 para
La
Jornada y que ha continuado en los dos años anteriores, transmitía
una enorme energía con su debilitada voz.
Cuando lo vimos en Asunción en 1997 estaba aún
''tocando las formas" de su país, que durante tantos años
vio como en ''neblinas" desde lejos. Después de la caída
del dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) logró romper el largo
exilio y regresó después de 52 años a su amado Paraguay,
y comenzó otra etapa de vida.
''Aquí puedo lograr algo por lo que siempre luché:
no salirme de mi verdadera función de escritor de ficción.
Y puedo trabajar en los mitos de origen que permiten hundir las manos,
ir más allá, hasta el fondo, extraer nuevas concepciones
del mundo, de la vida, a través de los mitos de origen que son muy
enriquecedores y vuelven a unir lo universal de la humanidad", dijo entonces.
Hace poco tiempo cuando nos vimos para continuar la entrevista,
el narrador volvió a mencionar el tema de los mitos y a recordar
que ''nada tienen que admirar los mitos guaraníes a los griegos
y ahora he ido muy hondo en todo esto. Hay una mente universal que produce
esas imágenes tan parecidas a través de culturas y milenios
y quiero llegar a todas esas imágenes.
''No tengo prisa, no tengo apuro, esto requiere de tiempo
y paciencia, de profundidad y eso he logrado en Paraguay."
Mirada escudriñadora
Su
mirada escudriñadora, casi como la que adjudicaba en su imaginación
a Gaspar Rodríguez de Francia, se ilumina al recordar su propia
vida, las revoluciones de las que fue testigo y participante, la guerra
entre Paraguay y Bolivia (1932-1935) que reflejó magistralmente
en sus libros, las clandestinidades, y también, ahora ''con menos
angustia" mirar su infancia que reconoce ''dura, aunque aliviada'' por
la presencia de su madre. De su padre recibió los primeros contactos
con la literatura y luego su tío, monseñor Hermenegildo Roa
en cuya biblioteca encontró a los clásico españoles,
a Rousseau y Voltaire, entre tantos otros autores.
En 1930, a pedido de su madre, quien le regaló
libros de William Shakespeare y de literatura guaraní, escribió
una pieza teatral La carcajada, que fue representada para recaudar
fondos en favor de los ex combatientes de la revolución de 1928.
Recuerda que su madre le leía cuentos o la biblia
en guaraní a la luz de las velas y fue su cómplice para calmar
los miedos, la rebeldía del hijo frente a un padre extremadamente
riguroso, pero que prefiere recordar como quien lo preparó para
los rigores de la vida y la disciplina que le permitió escribir.
Peregrinaje en trabajos diversos
Augusto Roa Bastos partió al exilio hacia Argentina
en 1947 y vivió en Buenos Aires, tanto tiempo, que aún señala
las calles por donde anduvo en su peregrinar de trabajos diversos, inclusive
fue cartero, lo que le dio la posibilidad de conocer al ciudad y su gente.
''Siempre detrás de mis pasos venía alguna
dictadura. Siempre detrás de los pasos de todos nosotros y fue muy
difícil para mí dejar Buenos Aires en 1976, pero Francia
me cobijó también y otros países."
Celebra que su país sea bilingüe y que una
lengua como el guaraní, cuyos juegos y ritmos lo apasionan, sea
''un lenguaje para la poesía".
Hasta la ciudadanía paraguaya le quitaron en algún
momento, lo que aún lo hace sonreír, porque sabe que ''la
pertenencia no se le quita a los hombres" y más aún cuando
a lo largo de su exilio los paraguayos lo buscaban en cualquier país,
para escuchar su voz y reivindicar la hermandad de origen".
La poesía fue su inicio y ''permanece agazapada"
en toda su narrativa.
''La literatura, se me representó siempre y muy
claramente como una forma de realizar el conocimiento de lo incierto a
través de las mutaciones y transformaciones de los múltiples
aspectos de la realidad, que resultan infinitos.
''Si una obra es válida sus logros se dan en el
interior de la práctica misma del arte de narrar. Y allí
todo se une, se amalgama, imaginación y pasión, subjetividad
individual y conciencia histórica y social, y entonces vemos una
realidad tantas veces desdoblada, tan misteriosamente astillada."
-¿Cómo se ve a sí mismo en este tiempo
y en estos años en que está ''de vueltas de tantas vueltas"?
-Me considero como soy, un escritor modesto, un hombre
que pertenece a un país, pequeño, muy humilde, pero con una
historia nada común, un país en el que hay poetas en cada
esquina.
''Encontré en mi Paraguay una realidad maravillosa
de jóvenes en búsquedas y entonces decidí no escribir
mucho más, sino dedicarme a la literatura oral a transmitir a la
juventud lo que tenía por decir allí en mi pequeña
nación bilingüe.
''Y les hablo a los jóvenes de cómo la palabra
modesta de un hombre modesto es un testimonio que puede dar luces y reflejar
la plenitud de vida. Creo que puedo decir que soy un sobreviviente de mi
generación, de mis naufragios y de mis vidas."
Contra la autoridad paterna
-Un naufragio que lo trajo a Buenos Aires en 1947.
-Uno de los naufragios porque fueron varios. Aquí
escribí una parte muy importante de mis libros y Buenos Aires es
como mi ciudad segunda. Aquí dejé la poesía atrás
y escribí cuentos, novelas y nunca me hubiera ido, si no me expulsara
otra dictadura.
''Viví luego 20 años en Francia, pero he
recibido mucho de todos. Yo era un hombre que salía de un país
cerrado sobre sí mismo, desconectado del resto del mundo, donde
la larga dictadura no hizo sino cerrarlo aún más, rodeado
de murallas de todo tipo. Una muralla, su mediterraneidad.
''Otra muralla, la selva infinita, el atraso en cuanto
a comunicaciones, un país sitiado, pero al que al fin pude regresar
para cerrar mis naufragios o naufragar de otra manera."
-En sus libros de los años recientes también
recuerda otros encierros, dentro de la propia familia. Me refiero a su
niñez en Iturbe, donde tan bien expresa todo eso.
-Sí pude verlo mucho más profundamente ahora
que tengo tantos años. Me rebelé mucho contra la represión
paterna pero era una represión curiosa, porque las prohibiciones
tenían que ver con el temor a que me pasara algo. Busqué
formas mágicas para escapar, pero es como esos sueños de
los prisioneros en los campos de concentración. En realidad no podía.
Encierros y encierros que yo burlé con el paso del tiempo, pero
dejaron su señal.
Predilección por hablar de la vida
-Si en otros momentos no le gustaba hablar de su obra,
''mirarse a sí mismo" ahora lo rehuye con mucha más energía.
¿Por qué?
-Nunca he querido ser un historiador de la cultura y menos
todavía un historiador o interpretar mi obra. Se habla mucho de
los libros que uno escribe, la crítica ahonda en cada palabra, las
interpretaciones son diversas. Yo prefiero hablar de la vida.
''Antes de salir al exilio era poeta aunque había
escrito obras de teatro. Afuera fue como si soltara muchas amarras y comenzó
mi etapa de narrador. Era muy difícil publicar en aquellos años
de mi juventud, no había espacios en mi país y en cambio
podíamos escribir poemas y leerlos unos a otros o simplemente tener
a mano los libros inéditos y sentir que teníamos un libro.
Nuestros maestros también habían ido al exilio.''
-El exilio fue de alguna manera un desarraigo y una puerta
abierta para los encierros de su vida.
-Sí que lo fue. Salir significó tomar contacto
con el mundo de otra manera que aquellos mis escapes de la lectura, la
que también fue mucho más nutrida por ese encierro. Fue otra
presión el exilio y la necesidad de sobrevivencia, no sólo
física sino intelectual. Toda mi obra prácticamente la escribí
afuera.
''Además el contacto con intelectuales entrañables,
que eran personajes muy abiertos, muy generosos, demandaba de nosotros
muchos más.
''El exilio fue una enorme aventura donde fuimos descubriéndonos,
donde aparecieron otras luces y también fue otra forma de la soledad.
No era fácil adaptarse en esos 32 años de vivir en Argentina,
pero también estaba en contacto con Paraguay, por medio de los amigos,
de la familia, de la frontera, de las comidas.
''Incluso a veces recordando cómo me impuse a mí
mismo la disciplina de escribir suelo decir que soy un escritor surgido
por la imposición del exilio.
''La literatura era mi puerta abierta hacia mi país,
que estaba cerrado para mí. Mi libertad entonces también
era un encierro, pero escribir me hacía acercarme infinitamente
a mi país, a mi gente.
''Yo como campesino que soy de origen, necesitaba de esas
redes de comunicación para vivir y la literatura cumplió
un papel muy importante ante esa necesidad de mantener la comunicación,
con nuestro pueblo, las redes invisibles que siempre sobrevivieron en nuestro
medio cultural.''
Paraguay, país castigado
-¿Y que sucedió con la poesía?
-Creo que rompí con un tipo de poesía para
ir hacia otra. A eso que decidí indagar en los mitos de origen y
que permiten rehuir el folclorismo, que considero una forma de degradación
de esos mitos. Aunque también esto es parte importante de la cultura
no ayudó al crecimiento de nuestra literatura. Los mitos de la cultura
indígena son mucho más ricos, creativos y profundos.
-Cuando regresó en 1996 había estado medio
siglo afuera. ¿Como se sintió?
-Siempre necesité regresar y lo decidí porque
estaban sucediendo muchas cosas importantes. Entendí que debía
integrarme a la lucha en un momento de transición para Paraguay
y que uniendo mis fuerzas al resto, podía hacer algo.
''En toda la región tan rica en posibilidades donde
existe una fuerza vital enorme y la necesidad de recuperación de
todo lo que se ha perdido en tantos años de injurias, dominación
y vejámenes, Paraguay estaba en una importante transición
y todos debíamos ayudar.
''Hay recursos humanos suficientes en cuanto a resistencia,
sensibilidad, ganas de vivir y hay que trabajar para que en democracia
se entienda cuáles son las prioridades para que el país tan
castigado se pueda reconstruir. En esto tiene enorme importancia la educación
y la difusión de la corriente nueva del pensamiento contemporáneo,
que no había llegado a mi patria, y que es otro desafío.''
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