México D.F. Viernes 1 de octubre de 2004
Jaime Martínez Veloz
Elecciones en zona zapatista
Este domingo 3 de octubre hay elecciones municipales y de renovación del Congreso local de Chiapas. Los comicios también se efectuarán en los municipios autónomos zapatistas, cuyas juntas de buen gobierno han convenido respetar los trabajos de los órganos electorales y sólo piden que "así como nosotros respetamos a quienes quieren votar, ustedes respeten a quienes no quieren hacerlo", pero sobre todo señalan "en los días previos a la jornada electoral... y ese día... el Instituto Electoral de Chiapas podrá realizar su trabajo sin obstáculo alguno de las comunidades zapatistas..."
Este compromiso, que podría pasar desapercibido, es una manifestación significativa de la voluntad política y de la viabilidad de las juntas de buen gobierno, que ya constituyen una alternativa exitosa de autogestión comunitaria. La actitud zapatista adquiere mayor realce si recordamos que formalmente se mantiene una declaración de guerra contra el gobierno federal. Pero, además, la decisión indígena es una expresión de la posibilidad indiscutible de convivencia pacífica entre comunidades divergentes, pues, como declaran, "nosotros no queremos que a fuerza todos se hagan zapatistas, sino que cada quien sea como quiere ser, pero respetando y siendo respetados".
Es significativo el velo de silencio del gobierno federal, el autismo de los partidos y de algún sector de la "izquierda", más aún si asumimos que el compromiso indígena hacia las elecciones es una demostración de fuerza acerca de la viabilidad incluyente del zapatismo. De hecho, al presentar su rendición de cuentas, han resaltado la consolidación de su proyecto político al especificar los programas y recursos aplicados por las juntas de buen gobierno, que "nacieron para atender a todos, a zapatistas, a no zapatistas, e incluso a antizapatistas". Asimismo, los indígenas chiapanecos han dejado claro que la estructura del EZLN no tienen ninguna facultad de mando en las estructuras autogestivas comunitarias; es decir, el movimiento zapatista diluye cada vez más su aspecto militar.
Para los zapatistas, los caracoles y las juntas de buen gobierno son expresiones de identidad indígena que constituyen el obligado referente histórico, cultural y simbólico de la nación. Hasta el momento son los indígenas chiapanecos quienes han construido desde abajo "un programa de lucha, con base en la agenda real nacional, no el que promueven políticos y medios"
Las juntas de buen gobierno están cumpliendo un año de funcionamiento entre el acoso y la propaganda adversa de la pedestre derecha mexicana y los acólitos de la "democracia sin adjetivos" que auguraron que con el zapatismo vendrían la desintegración del estado y la balcanización del país, circunstancia de la que sólo es responsable la entreguista oligarquía mexicana. Por el contrario, los caracoles y las juntas de buen gobierno son espacios de identidad nacional, resistencia y autogestión comunitaria que al estar demostrando su éxito y viabilidad se constituyen en las manzanas "podridas" de la canasta, que hay que aislar, separar o destruir antes de que la gente común las tome de ejemplo al darse cuenta de que es posible construir un proyecto soberano incluyente tomando en sus manos el destino suyo y el de sus seres queridos, tal como hacen los zapatistas.
Porque aun quienes demonizan a los municipios autónomos deberán reconocer las muestras de convivencia pacífica de la que han dado suficientes pruebas las juntas de buen gobierno. Existen ejemplos de colaboración y coordinación entre las autoridades "legalmente" constituidas y las "autoridades" rotatorias del zapatismo. Ni usurpación de funciones ni duplicación de actividades, más bien ambas estructuras de gobierno se complementan y refuerzan con ventajas significativas a favor del esquema zapatista, que privilegia en todo momento la conciliación. Los agoreros de la balcanización se quedaron sin sustancia. Lástima, Margarita.
En la selva chiapaneca existe respeto a los zapatistas de todas las organizaciones sociales y políticas serias que, sin pertenecer al EZLN, comparten sus mismos sueños y anhelos. La convivencia los hermana. Sólo los caciques apestan.
La coexistencia de sistemas paralelos de gobierno ha sido posible en los territorios autónomos manteniendo absoluto respeto a los derechos individuales de la población; es más, los indígenas han lanzado el reto de que "estamos abiertos para que cualquiera venga y corrobore si el ejercicio de nuestros derechos como pueblos indios viola algún derecho individual". No les espanta el escrutinio público, por el contrario, lo promueven.
Esta es la razón del zapatismo que construye, en medio de una digna y rebelde resistencia, una forma de vida, alejada del escándalo y la banalidad de la clase política mexicana, hecha bolas con ocurrencias, diatribas y frivolidades.
Justo hoy, hace nueve años, la primera Cocopa se reunió con la comandancia zapatista en el Aguascalientes de La Realidad, donde se establecieron compromisos por la paz con justicia y dignidad. El aroma con sabor a maple de humo del tabaco que envolvió la atmósfera de la pequeña cabaña donde se realizó aquella reunión sigue presente entre quienes seguimos tercos en cumplir los acuerdos de San Andrés y la transformación democrática de México. Salud. [email protected]
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