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México D.F. Domingo 3 de octubre de 2004
Antonio Gershenson
Petróleo y energía caros: Ƒa quiénes benefician?
Como país exportador de petróleo deberíamos estar viviendo los beneficios del petróleo caro: nunca se habían vendido algunas variedades de petróleo a más de 50 dólares por barril. Pero los tecnócratas manipulan esos ingresos al punto de que los gobernadores preparan una controversia constitucional al respecto. Y a la gente no sólo no le llega de ahí ni un centavo, sino que los crecientes precios internos de la energía le pegan, no sólo directamente, sino atacando fuentes de trabajo que en un momento dado no pueden pagar esos precios o esas tarifas, y cierran.
ƑCómo no va a haber cierres de empresas si las tarifas eléctricas en alta tensión para septiembre de 2004 son 113 por ciento (o sea, más del doble) en relación con las de abril de 1999? ƑY si las tarifas en tensión media y baja son más de 90 por ciento, y más de 60 por ciento, respectivamente, superiores a las de ese abril?
ƑCómo no van a cerrar empresas consumidoras de gas natural, si el precio promedio de ese producto de principios de 2003 a la fecha equivale a dos y media veces el precio promedio del periodo 1995-1999?
ƑCómo no vamos a tener problemas con el abasto del gas, si entre el despojo de recursos a Petróleos Mexicanos (Pemex) y el estímulo desmedido del uso del gas natural, han llevado a que, en 2003, 35 por ciento del consumo nacional de este energético haya sido importado de Estados Unidos, pese a ser nosotros país petrolero?
Similares problemas se viven con la gasolina, el diesel, los combustibles de aviación, etcétera; cada uno con sus secuelas. Y en cuanto a los ingresos, que alcanzarían para impulsar una recuperación de la economía nacional, no debemos considerar que fatalmente los tecnócratas los seguirán manipulando. Hay ahí una gran pelea que dar, hay esfuerzos que desarrollar. Eso pasa por el Congreso y en especial por la Cámara de Diputados, que aprueba el nuevo presupuesto. Y esta cuestión seguirá presente en los próximos años.
Por lo pronto, un elemento muy importante es que se corrija, en la Ley de Ingresos y con todas sus repercusiones, el ridículo precio oficial, para las exportaciones petroleras mexicanas, de 23 dólares por barril. Ahora, el precio anda alrededor de los 37 dólares. No estamos ya en la época de gran demanda de gasolina por las vacaciones en el hemisferio norte. Tampoco estamos todavía en el invierno, que implica mayor consumo por los sistemas de calefacción, pero también mayores problemas para la producción en zonas de clima muy frío, como Siberia, Alaska y partes del Mar del Norte.
Es claro que los precios actuales no son del momento. Como hemos dicho, tienen mucho que ver con el hecho de que la producción mundial petrolera está ya casi en el límite de la capacidad real inmediata. Esto se complementa con la creciente demanda. Para fines de este año y principios del próximo, la mezcla mexicana estará, por lo menos, en los 35 dólares por barril, y posiblemente más.
En un supuesto, que no tiene base real sino que es sólo un ejercicio, de que en promedio, desde 35 dólares por barril en enero, el precio promedio baje un dólar cada mes, el de 2005 sería de 29.50 dólares, y el precio en diciembre de 2005, de 24 dólares. O sea, que la previsión oficial requiere una baja más pronunciada.
Si calculamos cuánto se necesita, veremos que para que, con ese mismo punto de partida, el precio promedio de las exportaciones petroleras mexicanas sea de 23 dólares por barril, el precio en diciembre deberá ser de 11 dólares, y la baja promedio mensual, de 2.18 dólares. Bastante absurdo.
Con un precio más realista, los beneficios son múltiples. Al haber más dinero disponible en el presupuesto, y no para las maniobras de los tecnócratas, se pueden reponer recursos para la educación, luego del recorte que ha sido tan impugnado; para otros renglones del gasto social, y para inversión básica en áreas estratégicas, como petróleo y electricidad, sin seguir endeudando más y más a Pemex ni a las empresas eléctricas. Y esta inversión, a su vez, debe contribuir a la reactivación de la economía nacional.
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