El perfil de un gigante

El consorcio, desleal y feroz antisindicalista

ROBERTO GONZALEZ AMADOR

La lucha de los residentes de Teotihuacán, estado de México, para impedir la instalación de una Bodega Aurrerá en el perímetro C de una de las principales zonas arqueológicas de Mesoamérica, nuevamente colocó en el centro de atención las prácticas empresariales de Wal- Mart, la principal gestora de tiendas de autoservicio del mundo, ubicada al mismo tiempo como el mayor empleador en varias naciones, pero también como la más feroz antisindicalista, capaz de fijar precios tanto para los proveedores como para los consumidores, y de desplazar a la competencia.

Wal-Mart inició sus operaciones en México asociada con la familia Arango, propietaria de la entonces cadena Aurrerá. En menos de una década absorbió a su socio y se consolidó como la mayor cadena de supermercados, con ventas anuales en el país de 125 mil millones de pesos, con las que concentra la mitad del comercio en autoservicios. Sus tres competidores más cercanos -Gigante, Comercial Mexicana y Soriana- apenas logran, en conjunto, 87 por ciento de las ventas que factura Wal-Mart.

La batalla de los residentes de Teotihuacán y de otras asociaciones civiles contra la instalación de una tienda del grupo Wal-Mart en las inmediaciones de la zona arqueológica se suma a otras similares que en el mundo se siguen contra la trasnacional, que presume de haber logrado que en ningún lugar se haya formado un sindicato en sus tiendas (algo que está cambiando en la provincia canadiense de Quebec).

En Estados Unidos, por ejemplo, enfrenta uno de los mayores juicios anticorporativos por discriminación contra las mujeres.

Wal-Mart, empresa con sede en Bentonville, Arkansas, propiedad de la familia Walton, una de las más acaudaladas de Estados Unidos -cinco de sus miembros tiene fortunas personales de más de 18 mil millones de dólares cada uno, según Forbes-, se ha hecho del control del mercado de autoservicios en México a partir de su poder de negociación con otras trasnacionales de proveeduría, como Procter and Gamble, Unilever, Nestlé, Danone y Allied Domecq, hasta desplazar mediante prácticas desleales a sus competidores. Todo, como parte de un conjunto de acciones de monopolización practicado por empresas que, al menos oficialmente, son promotoras del ''libre mercado" y del derecho de elección de los consumidores.

Así lo plantea Sinergia, una sociedad de compra que reúne a Comercial Mexicana, Gigante y Soriana, y que debió emprender una batalla contra el deseo de las autoridades mexicanas de impedir que se unieran para tratar de competir con el consorcio estadunidense:

''Wal-Mart concentra el mayor volumen de compras de productos y, sobre todo, es el único autoservicio en México que tiene la posibilidad de efectuar negociaciones internacionales con proveedores, ya que ambos agentes económicos, Wal-Mart y los proveedores multinacionales, confluyen en muchos mercados alrededor del mundo".

Debido a su escala y poder de compra, añade Sinergia, Wal-Mart recibe un trato preferencial de los proveedores. Esto se manifiesta en los altos índices de cumplimiento que tienen con la trasnacional, pero también en el promedio de días de entrega de los proveedores a tiendas y centros de distribución, así como en el promedio de vida de las mercancías perecederas que maneja la empresa.

Los excepcionales niveles de servicio que ofrecen los proveedores a Wal-Mart se deben a las elevadas sanciones que impone. Wal-Mart penaliza a los proveedores por no entregar pedidos por lo menos al 95 por ciento y por no hacerlo el día acordado.

El volumen de ventas, el número de tiendas (más 646 en 64 ciudades del país) y la capacidad de negociación con proveedores hacen que Wal Mart pueda fijar los precios a lo largo de la cadena: tanto el que paga a los productores y a los proveedores, como el que ofrece a los consumidores. En México, por ejemplo, compañías como Carrefour están analizando su salida del mercado, debido a la alta concentración de poder de Wal-Mart, lo que, puesto en una perspectiva de largo plazo, ofrece una idea del poder que puede llegar a tener una compañía que concentra la mitad del mercado de comercialización de alimentos en el país.

En junio, durante una entrevista con La Jornada, Vicente Yánez Solloa, presidente de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), de la que Wal-Mart se salió hace dos años, dijo:

''El poder que ejerce Wal-Mart en el mercado mexicano, donde domina la cadena de producción, intermediación y venta, es un riesgo claro a la soberanía, porque está haciendo depender al país de proveedores externos y eliminando a los internos".

Desde un punto de vista comercial, Wal-Mart de México "es el mejor operador del sector de autoservicios en el país, con crecimientos en los últimos cinco años de 9 por ciento anual en su área de ventas", de acuerdo con Manuel Zapata, analista del sector de autoservicios de Banamex-Citigroup.

Pero si no se ve desde el punto de vista estrictamente comercial, la situación es diferente. "El tema es el equilibrio", comentó en esa ocasión Vicente Yánez. El presidente de la ANTAD planteó que la forma de operación de la firma estadunidense no permite un ambiente de libre competencia, ni hace posible el equilibrio entre productores, proveedores y tiendas en beneficio del consumidor.

"México pierde quizá más soberanía cuando depende para sus alimentos o ropa de proveedores extranjeros -que son los que llevan productos a Wal-Mart, como Value- que cuando busca inversiones para extraer gas", consideró Yánez.