México D.F. Viernes 8 de octubre de 2004
Máxima exponente de las letras por su
lenguaje audaz, dice académica de la UAM
Elfriede Jelinek, autora de talante provocador, se
alzó con el Nobel
Artífice de ''un flujo musical de voces y contravoces
que revelan lo absurdo de los clichés de la sociedad y su poder
subyugante'': el jurado Censurar el patriarcado, leitmotiv de
su narrativa
YANIRETH ISRADE Y AGENCIAS
Este año las conjeturas resultaron válidas
y fue una mujer quien obtuvo el Premio Nobel de Literatura 2004: la austriaca
Elfriede Jelinek se convirtió en la décima escritora en apropiarse
de la máxima distinción en letras y la número 90 en
la historia del galardón en esa categoría.
El nombre de esa autora, sin embargo, no figuraba entre
las candidatas que se perfilaban rumbo al premio. La Academia Sueca optó
definitivamente por la sorpresa al inclinarse por una narradora feminista,
de obra y talante provocador, y mujer de posiciones políticas irreductibles.
Contra el dominio masculino
El jurado destacó ''el flujo musical de voces y
contravoces en sus novelas y dramas, que con extraordinario entusiasmo
lingüístico revelan lo absurdo de los clichés de la
sociedad y su poder subyugante".
Como
otros galardonados polémicos, por ejemplo el italiano Dario Fo,
Jelinek vincula el arte de manera indisoluble a una posición política
y social, al mismo tiempo que busca nuevos caminos para la lengua.
Originaria de la localidad de Mürzzuschlag (Estiria),
donde nació el 20 de octubre de 1946, se le considera una de las
mayores exponentes de la literatura de habla alemana en la actualidad.
El filme La pianista, de su coterráneo Michael
Haneke, y que se estrenó en 2001, está basada en su novela
La profesora de piano, que la hoy Nobel publicó en 1988.
El portavoz de la Academia Sueca, Per Wastberg, destacó
que se honra a esta escritora ''rabiosa y apasionada", cuya personalidad
contrasta con el ''lacónico" sudafricano J.M. Coetzee, merecedor
del año pasado del lauro.
La ira de Jelinek contra el dominio de los hombres es
quizá la fuerza motriz que más expresa en sus novelas y dramas:
''No conozco a casi nadie que ataque tan fervientemente al patriarcado",
explicó Westberg.
Negó asimismo que Jelinek, de 57 años, se
haya convertido en la primera austriaca en ser distinguida con el Nobel
de Literatura, porque ''tocaba" que fuera una mujer.
Estilo sacudidor de lectores
Compatriota de la galardonada y catedrática de
lengua alemana en la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco,
Christine Hüttinger destaca los tres pilares de la obra de Jelinek:
uno, los temas asociados a la mujer; otro, el poder entre géneros
y, el tercero, cómo esos vínculos entre sexos se expresan
en el lenguaje.
En este último punto, el lenguaje, Jelinek ha hecho
un trabajo cuya audacia explica en buena medida el sitio que hoy le corresponde
como máxima exponente de las letras, en un estilo que sacude a los
lectores por sus descripciones frías, brutales y en la arena de
los juegos de poder.
Huttinger, conocedora y admiradora de Jelinek, observa
que la experimentación con el lenguaje está presente en su
obra desde sus primeros textos, escritos a la manera de pop art.
-¿Qué hace tan peculiar su manejo del lenguaje?
-Se ocupa de tal modo de él, que capta el significado
subterráneo, y para poder hacerlo está muy consciente, es
muy meticulosa al usar cada una de las palabras, cada estructura, y rompe
muchas de nuestras expectativas como lectores.
''Para no quedar en un nivel demasiado abstracto quisiera
mencionar una obra de ella, muy polémica. Era un proyecto ambicioso,
hace años, en el que se proponía un compendio pornográfico
femenino, recuperando toda la jerga de las mujeres para describir el placer
sexual, y aunque hizo una novela con ese material, en realidad la misma
Jelinek admitió su fracaso.
''Se percató de que el lenguaje que usamos para
referirnos a nuestra sexualidad, a nuestro placer, es masculino. Todas
las imágenes, todos los símbolos, todas las palabras a las
que acudimos son masculinas; para nosotras no existe todavía una
forma para expresar ese tipo de experiencias."
Distante de convencionalismos, Jelinek ha obtenido por
igual reconocimientos y desaires. Sus críticos -según informa
la agencia Reuters- han señalado que ella utiliza un lenguaje ''obsceno,
vulgar y profano".
Militancia comunista
Huttinger asegura que en el espacio público de
su país, Jelinek siempre ha sido criticada. ''En realidad, como
austriaca estoy asombrada y feliz por esta determinación de la Academia
Sueca, inclusive tal decisión hace cambiar mi concepción
acerca del premio Nobel".
Al conocer la noticia, Jelinek se mostró sorprendida
por haber sido honrada con el galardón y señaló que
no podrá recogerlo personalmente el 10 diciembre por motivos de
enfermedad. ''No estoy físicamente indispuesta, pero síquicamente
no estoy en condiciones de exponerme personalmente".
Transmitió a la agencia austriaca APA su temor
de que el galardón se convierta en una carga personal.
Dijo además que es consciente de que ''cuando como
mujer una recibe el premio, realmente lo recibe como mujer, y entonces
una no puede alegrarse sin límites. Si Peter Handke, que merece
el premio mucho más que yo, lo recibiera, lo recibiría porque
es Peter Handke".
Fiel a su convicción crítica, advirtió
que no se debe considerar este Nobel ''una flor en el ojal de Austria".
Activa polemista, ha arremetido contra la hipocresía
de la sociedad austriaca y el anterior gobierno de coalición entre
los conservadores y los populistas de derecha de Jörg Haider, víctima
de sus dardos y que en reacción catalogó la obra de Jelinek
como ''arte bajo e inmoral".
La galardonada, quien recibirá 10 millones de coronas
(1.3 millones de dólares) perteneció al Partido Comunista
de su país, de 1974 a 1991. Hoy vive en Viena y en Munich.
Entre sus obras figuran, además de La profesora
de piano, Las amantes (1994) y El, no como él
(1998), dedicada al suizo Robert Walser.
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