México D.F. Viernes 8 de octubre de 2004
Protesta social en la primera jornada del Cervantino
Flota en Guanajuato la magia de los músicos
sudafricanos
El canto de Masekela describe con crudeza la realidad
PABLO ESPINOSA ENVIADO
Guanajuato, Gto., 7 de octubre. La protesta social
permeó la primera jornada del trigésimo segundo Festival
Internacional Cervantino.
Frente al presidente de México, que esgrime un
gobierno en favor de la lógica de los dueños del dinero,
una delegación de músicos sudafricanos conmovieron a la multitud
apretujada en la Alhóndiga de Granaditas con cantos, danzas y música
de primer nivel planetario y claro contenido social.
Hugh
Masekela, notable trompetista, entonó un poema en el más
puro estilo beatnik: aliteraciones, contracantos, rimas quebradas,
estrofas a lo Ezra Pound (en especial su poema contra la usura), cantilaciones
en una suerte de rap primigenio, estrofas nacidas de la misma matriz de
donde alguna vez nació, trasterrado, el blues, versos deconstruidos
con el dramatismo contundente de la mera descripción de la realidad.
Hay un tren que parte de Nambia -canta Hugh Masekela-
y recorre Zambia, Zimbabwe, Angola, Mozambique, y ese tren va lleno de
personas que serán contratadas en las minas de Johannesburgo para
producir riqueza para las metrópolis y más pobreza para ellos,
que serán esclavizados -canturrea Masekela- mediante jornadas de
hasta 18 horas de trabajos forzados con un salario de miedo que hará
más rica la riqueza de los ricos y más pobre la pobreza de
los pobres. El canto de Hugh Masekela.
Y a ese canto con palabras se une el canto en estallido
de su trompeta con un decir jazzeado y frigorífico, como si Miles
Davis hubiese nacido millas adentro de Sudáfrica, como nació
Masekela, y sus músicos responden con aullidos en la guitarra, lamentos
en el sax, percusiones calcinadas.
En ese momento estallaron en el cielo de Guanajuato alucinaciones
en forma de juegos pirotécnicos, luces de artificio en contrapunto
con una música en off cortesía de los productores Mary Fahrquarson
y Eduardo Llerenas y eso era un delirio.
Así ocurrió la primera de las dos inauguraciones
del Cervantino número 32.
Streap-tease de artesanos y tianguistas
Pero todo había comenzado con un aleluya en lugar
de los discursos insufribles. El agrupamiento canoro Ladysmith Black Mambazo,
uno de los prodigios del arte contemporáneo, hizo su aparición
en la Alhóndiga y uno de los 10 cantores lanzó a la noche
un aleluya a manera de saludo y siguió una epifanía completa
con cantos sin palabras y danzas como poesías.
Los 10 integrantes de Ladysmith Black Mambazo también
hablaron de la desigualdad social que padece el planeta. El público,
aunque no entendiera bien a bien la grandeza de lo que sonaba y se movía
en escena, exultaba con las onomatopeyas, gemidos y guturaciones de éxtasis
mambázicos.
Pero cuando entonaron su pieza emblemática Homless
la metáfora social se hizo carne y sangre. Todos somos homless,
cantaron en zulú los africanos y con manos y gestos sinópticos
del cuerpo contaron historias enteras de manera minimal.
Hubo otras formas de protesta social. Por la tarde, los
artesanos y tianguistas tradicionales encabezaron un streap-tease
a manera de manifestación frente a la sede del gobierno local en
busca de oportunidades de trabajo. Por la noche y ante la presencia presidencial,
otros manifestantes desplegaron mantas entre el graderío de la Alhóndiga
de Granaditas, en pleno espectáculo inaugural, acusando al gobernador
de Guanajuato de represión: cien familias que fueron desalojadas
hace unos días viven desde entonces a la intemperie.
Al terminar el concierto, guanajuatenses buscaron a La
Jornada para denunciar una injusticia: compraron abonos de 400 pesos
para la Alhóndiga pero los integrantes del Estado Mayor Presidencial
sencillamente no dejaron entrar a unos 60 portadores de boletos pagados,
''nada más porque había llegado Fox. Nos preguntamos entonces
¿cuál gobierno del cambio? Esto sigue siendo el viejo presidencialismo,
el autoritarismo", denunciaron.
Teatro Juárez, segunda inauguración
Como a la segunda inauguración, que se realizó
más tarde en el Teatro Juárez, asistieron los consabidos
invitados especiales y todo se desarrolló en petit comité,
todo transcurrió ya en calma. Hubo discursos, pero también
música de calidad: la excelente Orquesta de Baja California estrenó
tres partituras de producción propia, entre ellas una de Leo Brouwer.
En la atmósfera guanajuatense quedó flotando,
al terminar la primera noche cervantina, la magia de Hugh Masekela y de
Ladysmith Black Mambazo. Con su música prodigiosa y su conmovedora
forma de protesta social.
Así comenzó el Cervantino número
32 de la era moderna.
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