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México D.F. Viernes 8 de octubre de 2004
Concierto del grupo Ladysmith Black Mambazo
Poema de amor y esperanza en el templo de La Valenciana
PABLO ESPINOSA ENVIADO
Guanajuato, Gto., 7 de octubre. Diez cantantes
sudafricanos, que integran Ladysmith Black Mambazo, añadieron una
cúpula invisible a las bóvedas del templo de La Valenciana.
Completaron así esa arquitectura con una experiencia religiosa,
erigida con la intensidad de su canto sin palabras, de sus versos percutidos
con gemires, sentires, decires, cantares, latires, olores canoros y aromas
sonoros. Agigantaron una fogata bajo esa nueva cúpula con el fuego
del esplendor de sus bembas reverberantes.
La víspera, estos héroes de la lucha contra
el apartheid habían puesto una sonrisa en el alma de los
guanajuatenses, que vivieron prácticamente un estado de sitio durante
horas debido al rigor militar de la seguridad aplicada por la visita del
presidente de la República.
El mediodía del jueves, en cambio, la ciudad vivía
otra vez en calma, además porque en la punta de uno de sus cerros,
donde se erige el templo de La Valenciana, Ladysmith Black Mambazo construyó
en 75 minutos un poema épico y de amor y de esperanza y de lucha
social con un recital con el que colocaron una flamita de fuego sobre las
testas de los circunstantes y una sonrisa beatífica en sus rostros
y un estado de gracia que crecía con cada creación canora
de estos cantantes extraordinarios.
Danzaron, saltaron, volaron. Gimieron, gritaron, lloraron.
Dijeron. Bastaban tres gestos de sus manos y un leve movimiento de sus
músculos para narrar en tres estrofas lo que a don Fedor Dostoievski
le llevó 800 páginas.
Con tan sólo guturar himnos órficos, odas
a la belleza, invocaciones... Nada más con hacer sonidos de encantamiento
con sus bembas... Hacer nadar en sus cachetes solfas burbujeantes y corcheas
efervescentes... Solamente con sonreír mientras se elevaban 80 centímetros
del piso y entonaban notas agudísimas... Tan sólo con girar
sobre sus propios ejes mientras de sus bajos vientres nacían notas
graves, sanas y gravísimas... Eso bastaba para armar toda una fiesta,
la del esplendor de sus bembas reverberantes, de sus cachetes efervescentes,
de sus espíritus goliardos, de sus almas tan plenas de candor y
magia. De cantilación y encanto.
El concierto de Ladysmith Black Mambazo a la hora del
angelus de este jueves en el templo de La Valenciana rescató
por vez enésima a la especie humana, siempre tan al borde del cataclismo
en estos tiempos tan oscuros. Todo esto sucedió en la punta de uno
de los cerros verde-esmeralda que circundan a Cuévano, lugar de
noble piedra y cerco campirano.
Bajar después al centro de la ciudad de Guanajuato
y escuchar la nueva obra del compositor Carlos Vidaurri, que consiste en
el repique de todas las campanas del pueblo unísonas, mientras en
la mente resuenan aún las voces de Ladysmith Black Mambazo, esos
arcángeles morenos, es lo mismo entonces bajar del cerro que subir
al cielo.
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