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P O L I T I C A
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México D.F. Lunes 11 de octubre de 2004

Jorge Santibáñez Romellón*

El tránsito-tráfico de migrantes: un negocio mundial

En lo que podríamos llamar el mundo occidental existen dos grandes regiones de llegada de migrantes: Estados Unidos y Europa. Al primer país se entra principalmente por México, y a Europa a través de varias rutas; las más importantes pasan por las naciones africanas del mediterráneo, esencialmente Marruecos, Túnez y Turquía.

Las características de los países a los que llegan los migrantes son similares: sociedades que envejecen y economías que requieren mano de obra joven y poco calificada, la cual les proporcionan las naciones "del sur". Estas regiones de destino juegan de manera perversa con esa necesidad y mantienen un doble y cínico discurso que tiene, entre otras, las siguientes componentes:

Endurecen sus fronteras con respecto a la movilidad poblacional, toleran la presencia indocumentada (le llaman clandestina en Europa e ilegal en Estados Unidos), permiten y disfrutan grandes negocios lícitos e ilícitos en torno al tránsito de migrantes. El papel que juega Aeroméxico en nuestro país lo desempeña Transat en Europa oriental y así sucesivamente. En la frontera México-Estados Unidos las formas de vigilancia y control exponen a los migrantes a una serie de riesgos, y el trabajo sucio que en esta región hace la política migratoria estadunidense, en Europa lo viene haciendo el mar Mediterráneo, que se ha convertido, como nuestro río Bravo, en cementerio de migrantes. En ambas regiones se culpa a los polleros-pateros-coyotes-traficantes de la muerte de los migrantes, y se ignora la responsabilidad que tienen los estados que han construido muros en las fronteras y han obligado a éstos a usar los servicios de los polleros y a arriesgar la vida en el desierto de Sonora o en el Mediterráneo.

En ambas regiones los países de llegada, los ricos, juegan con los gobiernos de los países de salida y tránsito al conocido juego de la zanahoria y el bastón, de tal forma que se muestra al conejo la zanahoria para que cuando salga por ella se le dé un bastonazo. Mientras tanto, el conejo sigue creyendo que un día se va a quedar con la zanahoria y no va a recibir el golpe del bastón. A veces no hay zanahoria y los gobiernos de cualquier forma entran en el juego pensando que quizá más adelante habrá. Así, se promete a los países de salida o tránsito que una mejor gestión (por no decir control y vigilancia) de los flujos migratorios, de nacionales o extranjeros, que transitan por su territorio, va a propiciar más ayuda, más recursos, mejor trato y hasta incorporarlos a un modelo de integración. Esa es la zanahoria.

Ahora, a raíz de la lógica de seguridad nacional que está rigiendo el modelo de gestión de la migración y más particularmente de las fronteras, se acusa inclusive a los vecinos de no hacer lo suficiente por controlar ese tránsito. No cabe duda de que hay formas ingeniosas de transmitir responsabilidades de los países ricos a los pobres, como si el tránsito que por ejemplo se da por México hacia Estados Unidos fuera nuestra responsabilidad y nosotros lo propiciáramos. Por el contrario, Estados Unidos debería asumir los costos de la gestión de este tránsito; ahora resulta que la vecindad tiene costos para nosotros. A México se le pide que controle su frontera sur, que compartimos con Guatemala y se ha convertido en entrada a la región de migrantes centroamericanos. No se repara en que México tendría otras prioridades o en que tiene lazos históricos y culturales con Centroamérica. En Turquía pasa algo similar. Se le pone como condición, más o menos explícita para que se incorpore a la Comunidad Económica Europea, que controle su puerta, la cual, finalmente, se ha convertido en una de las principales entradas a Europa. Poco les importa a los europeos si Turquía tiene otras prioridades.

Recientemente, en una reunión en la que se exponían las experiencias de los países denominados de tránsito, llegamos a la conclusión de que las naciones de llegada tienen varios foros en los que se comparten experiencias y que nosotros, los países de tránsito, apenas nos comunicamos. Nada negociamos juntos, no existe una "internacional de países de salida y tránsito", y ellos, los ricos, los de llegada, sí están organizados. En este escenario habría que agregar que en el caso mexicano, nosotros negociamos en condiciones de profunda asimetría con otro país y con respecto a una sola entrada, nuestra frontera, mientras que en Europa se negocia con respecto a varias entradas y diversas naciones. Un poco en broma, les repetía lo que decía un presidente mexicano: pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos, y un colega turco replicó rápidamente diciendo pobre Turquía, tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos.

* Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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