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México D.F. Miércoles 13 de octubre de 2004
BAJO LA LUPA
Alfredo Jaliffe Rahme
Francia y Rusia se acercan aún más a China
Países aceleran sus posicionamientos, en vísperas de las elecciones estadunidenses
MIENTRAS EL ESTABLISHMENT estadunidense decide su dilema shakespeariano de cuál candidato presidencial conviene mejor a sus intereses (que parece una aporía, es decir, un impasse de la "lógica", porque su derrumbe es inevitable sea quien fuere el "triunfador"), tres grandes jugadores -Francia, Rusia y China-, que asentarán en forma determinante los reales del futuro orden mundial, mueven sus fichas de manera apresurada.
EN LA FASE de transición intersistémica, del "viejo orden mundial" de corte unipolar hacia el "nuevo orden mundial" multipolar, los miembros del mundo pentapolar -Estados Unidos, la Unión Europea (UE), Rusia, China e India- y/o hexapolar (si Brasil consigue incrustarse) han acelerado sus posicionamientos en vísperas de la trascendental elección presidencial estadunidense.
CUANDO EL "ORO negro" está a punto de alcanzar 60 dólares el barril, Rusia exhibe su musculatura petrolera-gasera, protegida por su paraguas nuclear. Después de la exitosa visita del presidente francés Jacques Chirac a China, el zar ruso Putin le sigue los pasos para disponerse a firmar la construcción de un oleoducto de alcances geoestratégicos. La agenda energética en toda su dimensión ocupará la jerarquía de la agenda sino-rusa: desde el famoso oleoducto Angarsk-Daqing hasta los proyectos conjuntos en plantas nucleares, como ha externado el embajador ruso en China, Igor Rogachev (Xinhuanet, 12 de octubre de 2004). El volumen comercial sino-ruso, que este año alcanzará 20 mil millones de dólares, es susceptible de ser triplicado en los próximos seis años. Putin lleva consigo a Pekín el mensaje de su ciudadanía, según un sondeo de la Fundación de Opinión Pública, cuyo 68 por ciento coloca a Estados Unidos como "principal enemigo de Rusia" (MosNews.com, 11 de octubre de 2004) -de lo que nunca se percataron los cándidos Gorbachev y Yeltsin.
JAPON Y CHINA están sedientos de petróleo y gas, y es muy probable que el virtual oleoducto sino-ruso se concrete a expensas de Japón (apuntalada por el bushismo unilateral), cuya política revanchista, sin el menor arrepentimiento por sus execrables crímenes de guerra, ha indispuesto a sus poderosos vecinos. Desde el punto de vista geoestratégico y geoeconómico, ya no se diga en un análisis "costo-beneficio" más simplista, el oleoducto sino-ruso, de 2 mil 400 kilómetros, comporta mayores ventajas que el alternativo oleoducto ruso-nipón de 4 mil 130 kilómetros. El oleoducto sino-ruso representaría un golpe enorme para Japón, que quedaría muy vulnerable en sus importaciones del "oro negro" del Medio Oriente y, peor aún, al remolque de Estados Unidos. La imprudente locuacidad del racista neoliberal Koizumi tampoco ha beneficiado a Japón, que ha acelerado su decadencia a imagen y semejanza de Estados Unidos. Pese a los deseos extraviados del Pentágono y de Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional, a nuestro humilde entender, Japón difícilmente tendrá cabida en el "nuevo orden mundial" pentapolar y/o hexapolar.
EN EL MARCO de la cumbre entre Asia y Europa (ASEM, por sus célebres siglas en inglés), celebrada en Hanoi, Chirac realizó su tercera visita a China como presidente y descolgó suculentos contratos por más de 4 mil millones de dólares, lo cual salva de la quiebra a la empresa Alstom, que se lleva cerca de 2 mil millones para la instalación de trenes. Pero más importante fue el seductor llamado del presidente galo para establecer entre ambas naciones una "asociación estratégica global" (Le Monde, 11 de octubre de 2004). El rotativo South China Morning Post, que se edita en Hong Kong (11 de octubre de 2004), vinculado con los intereses neoliberales británicos, va más lejos y afirma que Francia propuso una alianza estratégica para "requilibrar el poderío de Estados Unidos". Después de la fractura planetaria que se escenificó en Irak, debido a la invasión ilegal anglosajona, Francia tuvo y obtuvo la razón histórica y goza relativamente de una autoridad moral incomparable a escala universal.
EN EL SENO del Partido Comunista Chino han ocurrido una serie de ajustes relevantes que afianzaron el poder del presidente Hu Jintao, en detrimento de su antecesor filo-bushiano Jiang Zemin. Tampoco pasó inadvertido que cinco días antes a la defenestración de Jiang de la jefatura del poderoso Comité del Ejército, el presidente Hu haya desechado categóricamente la "aplicación del modelo de la democracia occidental" (IHT, 15 de septiembre de 2004).
EL PERIPLO DEL presidente galo a China resultó un éxito rotundo, lo que no puede ocultar siquiera Stratfor (11 de octubre de 2004), un centro de pensamiento texano-israelí vinculado con los intereses petroleros anglosajones y que no disimula su primitiva francofobia que le hace perder la sindéresis. Luego de enumerar la amplia lista de virtuales ventas francesas en tecnología militar y aeroespacial a China, "principal comprador de armas del planeta", Stratfor, que peca de excesivo pensamiento lineal caduco, aduce que Francia busca el "dominio regional" en Europa, pero que desde el "punto de vista geopolítico" no ha podido ejercer en sus fronteras ni tampoco ha podido atraer a Rusia a sus redes, por lo que ha recurrido a tejer sus lazos con China. ƑDónde deja Stratfor, que exuda rencor por sus heridas, al binomio franco-alemán, una realidad geopolítica incontrovertible? Puede ser que Francia no haya ejercido la misma atracción, pero Alemania ha estrechado con creces sus lazos estratégicos con Rusia. Visto en retrospectiva, dígase lo que se diga, los geoestrategas de Francia, Alemania, Rusia y China, que se atrevieron a confrontar la ilegal invasión anglosajona a Irak, resultaron superiores a los infatuados unilateralistas del eje Washington-Londres.
EL APOYO DE Chirac a China fue desbordante sobre una variedad de temas; sobre todo, se pronunció sin ambages por levantar el sensible embargo europeo sobre la venta de armas a Pekín, que fue decretado como castigo por el aplastamiento estudiantil de Tiananmen en 1989. Si en forma oportunista la UE levantó el embargo de venta de armas a Libia, muy bien pudiera hacer lo mismo con China. El presidente galo fustigó sin miramientos la "iniciativa irresponsable" de Taiwán por haber celebrado un referéndum separatista -por cierto, azuzado por Bush, y cuyo desenlace muy bien pudo haber ocasionado la colisión entre China y Estados Unidos, soñada por los halcones neoconservadores straussianos del Pentágono.
EL EDITORIAL DE Le Monde ("ƑArmar a China?", 11 de octubre de 2004), luego de denunciar en forma severa e hiperbólica que "China practica el mayor gulag del planeta", realiza una pregunta acuciante: "ƑA qué urgencia responde la voluntad de Jacques Chirac para levantar el embargo de armas?" En un clásico extravío del pensamiento lineal, el editorial no detecta ninguna "amenaza estratégica" (sic) contra China y, por el contrario, vislumbra un mero "interés mercantil" de Francia en los futuros contratos de venta de armas a China. Muchas críticas en el editorial tienen, sin duda, fundamento -no se diga para la pureza pacifista, abolicionista y ambientalista-, pero quizá en esta coyuntura transicional intersistémica tan compleja de las turbulentas relaciones internacionales, Chirac se haya inclinado por la "urgencia" geoestratégica de entablar otro tipo de alianzas frente al ominoso despliegue del unilateralismo bushiano: la suprema amenaza que enfrenta el género humano desde su creación, lo cual empequeñece la dimensión de cualquier gulag hasta ahora conocido.
DESPUES DE TOMAR en cuenta "las fuertes presiones estadunidenses" contra el levantamiento del embargo de la venta de "armas letales" a China, Thomas Ferenczi, reportero de Le Monde (11 de octubre de 2004), considera que "el tema ha dividido a la UE", mientras Chirac señala lo contrario y afirma gozar del apoyo mayoritario. Es entendible que algunos países respetables de la UE (descontados sus hipócritas vendedores de armas a regímenes detestables) se preocupen con justa razón de los inalienables "derechos humanos", que no deberían ser negociables bajo ningún precepto ni contexto, menos por vulgares transacciones mercantiles, pero justamente fue el régimen bushiano el que vació de su contenido semántico y ontológico el legado de los "libertades civiles básicas" después de las torturas paradigmáticas de Abu Ghraib al exterior y el Acta Patriótica al interior. Para su credibilidad, hecha añicos, el descubrimiento de todo el montaje bushiano sobre el engaño de las "armas de destrucción masiva" en Irak desecha cualquier temor esbozado, que pudo haber sido justificable y legítimo en otras circunstancias y por otros que no fuesen Bush ni Blair. Es comprensible que Francia y China se armen en forma conjugada y en legítima defensa frente al mayor poder militar jamás conocido en la historia de la humanidad, a fortiori para contrarrestar el unilateralismo bushiano y su sicótica "guerra preventiva permanente".
EL CONGRESO DE Estados Unidos expuso que su país es el líder en la venta de armas convencionales en el mundo (45.5 por ciento), en particular a las naciones en vías de desarrollo (Tom Shanker, NYT, 25 de septiembre de 2003), entre quienes destacan monstruosos regímenes etnocidas ampliamente conocidos y que preferimos omitir para no provocar más nauseas. La venta subrepticia en los "mercados negros", donde se abastecen el terrorismo manipulado y el crimen organizado, "tolerados" en los "paraísos fiscales" de la globalización financiera, así como la aplicación de dos pesas y medidas en forma discrecional, discriminatoria y unilateral de parte de Estados Unidos, alientan más que nada el armamentismo y la proliferación de armas de destrucción masiva. El acercamiento de Francia y Rusia a China, tres ilustres líderes del mundo multipolar, le propina un clavo más al féretro unipolar bushiano. Después de haber sido literalmente drogado por las dos "guerras del opio" que le impuso el neoliberalismo imperial de Gran Bretaña a finales del siglo XIX, el dragón chino ha despertado como había previsto Napoleón. Pero más que nada, Francia optimiza su profundo entendimiento de la nueva realidad multipolar.
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