CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Los acuerdos Robles-Bejarano

Ambición por el poder
Sosamontes, artífice de la destrucción

EN EL enorme dominó de nombres y complicidades descubierto a raíz de los videos grabados subrepticiamente por Carlos Ahumada en sus oficinas de la empresa defraudadora Quart, el rasero de la justicia parece que no podrá alcanzar a quienes, aunque no hubieran cometido un delito, sirvieron para asestar el golpe más duro que el PRD ha recibido en el transcurso de su aún corta pero innegable presencia en la arena política del país.

LAS TRAPACERIAS de René Bejarano, que un día con otro saldrían a la luz, fueron utilizadas, como él mismo reconoce, para golpear al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero su alianza con Robles también desajustó el muy poco orden que empezaba a sustentarse dentro del propio PRD, cuando menos en el Distrito Federal.

ESA ALIANZA entre las tribus perredistas -los rosaristas con los bejaranistas- se dio con un primer fin: llevar, precisamente, a Rosario Robles a la presidencia del PRD. Los adversarios, entonces, eran los grupos alrededor de Jesús Ortega y entre las consideraciones hechas por los aliancistas estaba el peligroso pragmatismo de Ortega, que podía llevar a ese partido a desviaciones ideológicas.

ESE PRIMER acuerdo fue exitoso. Rosario Robles se convirtió en la presidenta del PRD y, a cambio, en el mismo puesto, pero en la capital del país, Agustín Guerrero, peón de René Bejarano en el tablero de la política partidista, esperó a que otras ambiciones le hicieran el espacio debido y, sin mayor sobresalto por la presidencia nacional, se hizo del poder.

LAS DIFERENCIAS entre Rosario Robles y René Bejarano empezaban a limarse, aunque entre la militancia de las corrientes que cada uno representaba hubiera desacuerdos.

DESPUES, AUN con el sabor del triunfo, Robles y Bejarano acordaron el método por el cual el PRD escogería a quienes serían sus representantes en la competencia electoral por las delegaciones políticas. Cierto es que los liderazgos mantuvieron diferencias, pero al final llegó el acuerdo.

LA PROPUESTA de Bejarano de ir a la elección interna fue la que triunfó. Rosario Robles aceptó con abnegación democrática las formas impuestas por Bejarano y se inició una danza de millones de pesos en unas precampañas que llenaron de vergüenza a los militantes de a pie y por las cuales se repartieron, con sabiduría electoral, entre rosaristas y bejaranistas, la mayor parte de las candidaturas. El barco navegaba.

Y MAS adelante, el entendido entre los líderes Robles-Bejarano fue hasta la elección de los candidatos a diputados, distrito por distrito. El DF se pintó de los colores de estas dos corrientes perredistas. La alianza era un hecho, políticamente esos liderazgos estaban comprometidos.

LA HISTORIA la saben perfectamente tanto en el campamento de Bejarano como entre quienes militaban junto a Rosario Robles. Es verdad, también, que los dos fueron enemigos políticos, pero algo no pudieron eludir: su ambición por el poder.

ROSARIO ROBLES había descrito ya un cambio en su manera de actuar, tanto así que ella misma tendió una alfombra roja para que Martha Sahagún y Elba Esther Gordillo -antes su enemiga acérrima-, pasearan junto con ella la bandera del feminismo con la que Robles campeó dentro del PRD y del gobierno de la ciudad.

DE CUALQUIER forma, aun atendiendo a la voz que asegura que entre Bejarano y Robles siempre hubo enemistad y que Bejarano, por esa razón, no habría podido acudir a las oficinas de Ahumada a cumplir las órdenes de la Robles, llega el momento de levantar la pregunta que destruye el dicho: ƑY qué, también Carlos Imaz era enemigo de Rosario?

AUN EXISTEN muchas preguntas sin responder y rostros por desenmascarar en todo este lío. Una de ellas, oculta entre todos los ruidos, es la de Ramón Sosamontes, el arquitecto de la destrucción.

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