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México D.F. Sábado 23 de octubre de 2004

Sánchez Vázquez escudriñó la faceta política de la filósofa en su centenario natal

Zambrano, icono del pensamiento europeo

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Madrid, 22 de octubre. María Zambrano está hecha de memoria y lucidez filosófica, de un nomadismo de más de 44 años de exilio involuntario que la llevó a plantearse a diario las preguntas básicas de la existencia, a reflexionar sobre los acontecimientos más trágicos del siglo XX. Su pensamiento y capacidad creativa, plasmados en más de medio centenar de libros, son los ejes de las conferencias y exposiciones que rememoran, tanto en España como en otros países influenciados por su genialidad, el centenario de su nacimiento.

Desde enero pasado se realizan conferencias y exposiciones para recordar a Zambrano, posiblemente la filósofa española más influyente del siglo pasado, tanto por su prolífica obra intelectual como por su admirada producción poética. Pero también por su capacidad de influencia en los movimientos políticos y sociales que marcaron su tiempo, al haber sido un protagonista determinante de acontecimientos históricos como la instauración de la Segunda República o la Guerra Civil españolas.

Una de las facetas más vitales en la vida de María Zambrano fue su compromiso político como intelectual, que asumió con vehemencia después de plasmar en diversos ensayos su reflexión personal sobre esta cuestión.

Intensa biografía

Al respecto, el filósofo Adolfo Sánchez Vázquez, exiliado en México desde la Guerra Civil y quien fue amigo de Zambrano, explicó que ''para ella, la política, o más exactamente: la revolucionaria, es inseparable de la vida, pues no es un apéndice de la razón ni de la supra-razón y, por ello, está comprometida con la vida misma."

En una conferencia dictada en la Residencia de Estudiantes, Sánchez Vázquez escudriñó en la faceta más política de la pensadora homenajeada, al sostener que el ''nuevo liberalismo" que entonces defendió Zambrano se basaba en una crítica feroz a las democracias capitalistas. Tras citar una de sus frases -''El liberalismo se asienta sobre la esclavitud y sólo sobre ella puede alcanzar sus postulados''-, el pensador ''transterrado" se preguntó:

''Pero, ¿a qué esclavitud alude María Zambrano? No, ciertamente, a la jurídica de la Antigüedad, ni tampoco a la esclavitud política que, con las revoluciones modernas, burguesas, ha sido abolida al establecerse la igualdad de los hombres ante la ley. Se trata de la esclavitud disimulada cristianamente... en las sociedades liberales modernas".

Después de muchos años de haber sido ignorada en su propia tierra -no obstante que al final la colmaron de premios, como el Príncipe de Asturias de 1981-, tanto su obra como su figura no recibieron el reconocimiento que se merecía un personaje de tal envergadura. Este año, sin embargo, se decidió rememorar el centenario de su natalicio y así abrir un debate en torno de sus ideas, su trayectoria intelectual y su intensa biografía.

Largo exilio de 44 años

Para cerrar los fastos del Centenario de María Zambrano se inauguró una exposición en la Residencia de Estudiantes de Madrid, con el título María Zambrano. De la razón cívica a la razón poética que reúne textos inéditos, cartas personales, fotografías emblemáticas y una valiosa obra pictórica, que, en conjunto, reflejan la impronta que dejó en todos los que convivieron con ella.

Hay testimonios de algunos de sus maestros, como José Ortega y Gasset; de sus compañeros de lucha y afinidad intelectual, como Emilio Prados, José Gaos, León Felipe, José Lezama Lima y Luis Cernuda, entre otros; o de amigos artistas que se inspiraron en su intensidad intelectual, como Juan Soriano o José Angel Valente.

Zambrano nació en Vélez, Málaga, en 1904, en el seno de una familia de dos profesores humildes, que pocos años después fijan su residencia en Madrid. Desde pequeña se interesó por la escritura y la gramática, una vocación que cultivó durante su formación universitaria, en la que conoció al que fue su mentor y guía: José Ortega y Gasset.

En los años previos a la instauración de la Segunda República española se convirtió en una de sus principales defensoras, al participar en la redacción de un manifiesto en defensa del Frente Popular (FP), en el que alertaba del peligro del avance del fascismo en Europa. Después vino la Guerra Civil y el triunfo de las huestes de Francisco Franco, que también significó el inicio de un largo exilio de 44 años, que le llevó a doce países de América Latina, entre ellos México, Cuba y Puerto Rico, así como Francia, Suiza e Italia.

El filósofo español Pedro Cerezo, comisario del Centenario, señaló que ''Zambrano forma parte del puñado de mujeres, como Simone Weil, Simone de Beauvoir o Hanna Arendt, que ayudó a transformar el pensamiento europeo". Mientras que José Luis Abellán, presidente del Ateneo de Madrid, añadió que ''fue durante la guerra civil cuando Zambrano adquirió su pérfil más significativo, ya que vivió la llegada de la República como el intento de instalar la utopía en la sociedad española".

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