México D.F. Sábado 23 de octubre de 2004
Un grave campanazo de alerta
En
Ciudad Juárez el presidente Vicente Fox fue objeto de una airada
protesta contra las reformas al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales
de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y la reducción de los recursos
para la educación. Fox negó que su gobierno quiera privatizar
ese instituto, pero no fue creído y el cerco popular a la comitiva
presidencial, cuando ésta se retiraba, golpeó las camionetas
en las que viajaban las autoridades.
El incidente es resultado de la pérdida de credibilidad
en las instituciones y en la capacidad de mediación del propio Poder
Ejecutivo.
Como sucedió con el Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS), la reforma a las redes de protección de los trabajadores
al servicio del Estado se pretende instrumentar presentando una danza de
cifras apocalípticas, cuando menos dudosas, sobre la situación
que guarda el sistema de jubilaciones y pensiones.
El objetivo de individualizar las cuentas del ISSSTE,
suprimiendo el actual sistema de jubilaciones y pensiones para dar esos
gigantescos fondos al manejo caro e irresponsable del capital financiero
mediante las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afore, su funcionamiento
se come, por concepto de comisiones, hasta 34 por ciento del rendimiento
de los trabajadores) muestra una vez más la decisión de trasladar
a cualquier costo recursos sacándolos de los bolsillos de quienes
menos tienen. La aforización del sistema de pensiones rompe
con el principio de solidaridad y desresponsabiliza al Estado de sus obligaciones
redistributivas y asistenciales.
Nadie engaña al magisterio de Chihuahua. Su suspicacia
tiene sustento. La reforma del ISSSTE retoma las recomendaciones hechas
por el Banco Mundial en su documento México-Technical assistance
for public sector social security reform, ISSSTE (18-7-2002, pp. 3
y 4). Entre otras medidas, el organismo multilateral "sugiere" al gobierno
mexicano "separar el financiamiento de la prestación, contratación
externa de servicios, constitución de áreas médicas
de gestión desconcentrada y definición de un nuevo modelo
de medicina familiar preventivo".
El mismo Banco Interamericano de Desarrollo ha señalado
que espera que su ayuda a la seguridad social mexicana amplíe la
participación privada en el sector salud, la subrogación
de servicios y el ajuste de personal.
Los cortes a derechos sociales, la reforma al IMSS y el
proyecto de modificación de la Ley Federal del Trabajo para desproteger
aún más a los trabajadores y favorecer a los patrones, forman
parte por eso, a ojos del mundo del trabajo, de un mismo proyecto.
Un gobierno que acaba de afectar severamente conquistas
laborales de los trabajadores del IMSS despierta inevitablemente en la
población la sospecha de que privatizará también el
ISSSTE y todo lo que le resulte posible. Y la privatización no implica
solamente vender a la iniciativa privada hospitales e instalaciones, sino
subrogar servicios a empresas particulares. Esta desconfianza es mayor
aún, si, como es el caso, se procesa la reforma al margen de la
opinión de los trabajadores adscritos al instituto de seguridad
social.
El foso de desconfianza que separa al gobierno y las instituciones
del pueblo mexicano es aún mayor en entidades como Chihuahua, de
la que el Presidente se ausentó por sus contradicciones con el anterior
gobernador Patricio Martínez.
El resultado está la vista con la movilización
nacional de los trabajadores estatales contra el proyecto de reforma del
ISSSTE, con las amenazas de paros nacionales, plantones en San Lázaro,
tomas de locales y con el reclamo directo y enérgico, de
viva voz, hecho en Chihuahua al mismo azorado Presidente.
Más allá de emitir condenas, es hora de
ver y escuchar cómo se polariza desde arriba el ambiente social
y cómo se agota la paciencia de los de abajo.
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