Antonio Gershenson

El relevo presidencial

En las ya muy cercanas elecciones presidenciales uruguayas, el favorito en las encuestas es Tabaré Vázquez, postulado por una coalición de centroizquierda. Sin embargo, no hemos sabido de intentos por invalidar su candidatura, de acusaciones continuas y sucesivas durante por lo menos un año, de agresiones contra la entidad que gobierna o gobernaba para privarla de recursos económicos, ni cosas así. Parecería que si gana las elecciones se le entregará el poder y ya.

Lo mismo ha sucedido en otros países latinoamericanos, en los que la presidencia ha sido ganada en elecciones por candidatos de izquierda o centroizquierda: Panamá, el caso tal vez más reciente, con Torrijos; Brasil, con Lula; Argentina, con Kirchner y, antes, Venezuela con Chávez. En este último caso, si bien ocupó la presidencia al ganar las elecciones, luego la derecha llegó incluso al golpe de Estado, aunque éste fracasó. En los otros casos simplemente ganó el que tuvo más votos y ya.

ƑQué es lo que vemos en México? Citamos algunos de los ejemplos más evidentes, aunque no son de ninguna manera la totalidad de las agresiones contra el candidato que encabeza todas las encuestas de preferencia para la elección presidencial de 2006. En el caso del terreno denominado El Encino, a pesar de que ante la orden del juez se detuvo la obra y se continuó por fuera del terreno en litigio, se determinó enviar el caso a la Procuraduría General de la República para que ésta decidiera si procedía la acción penal. Esta dependencia no sólo decidió eso, sino que no orientó la acción penal contra el responsable de la obra ni contra ningún funcionario más relacionado con la decisión. Se fue contra el jefe de Gobierno del Distrito Federal, porque era el "enemigo a vencer" desde antes de las elecciones, y porque ya a la hora de los votos iba a estar muy difícil lograrlo.

Una primera agresión económica notoria. A finales de 2003 se redujo el techo (el límite) de endeudamiento del Gobierno del Distrito Federal a una quinta parte de lo solicitado. Y es que, además del golpeteo prelectoral, para los tecnócratas la obra pública útil para la población es pecado mortal. Es para ellos inadmisible que se destinen cantidades importantes de dinero para vivienda, para 16 nuevas preparatorias, para una nueva universidad que ya cuenta con seis edificios, para instituciones médicas y hospitalarias, y para nuevas vialidades.

Como el recorte en el techo de la deuda no fue suficiente para detener las inversiones, ahora se inicia un proceso para reformar el artículo 122 de la Constitución, con el propósito de arrebatarle al Gobierno del Distrito Federal miles de millones de pesos de su presupuesto. Este asunto está ahora en la Cámara de Senadores, después de haber sido aprobado "al vapor" en la de Diputados. La lucha sigue, pero las intenciones son evidentes.

Estos ejemplos se dan en el contexto de múltiples agresiones más. Si alguien pudiera tener dudas en el caso de tal o cual evento de los mencionados u otros, viendo el conjunto a lo largo de por lo menos un año ya no puede caber ninguna duda de que se trata de un golpeteo encaminado a "ganar" las elecciones de 2006, antes de que se emita el primer voto.

Se trata, como se ha dicho, de la confrontación de dos proyectos de nación muy diferentes entre sí. Pero, además, el contraste con lo sucedido en otros países hermanos, a lo que nos referimos al principio de este escrito, muestra el nivel de barbarie de la derecha mexicana, incluso en comparación con la de países hermanos. Si queremos un antecedente, lo debemos buscar en nuestro propio país.

Se trata de un hecho que ya hemos mencionado en otros momentos: el encarcelamiento del candidato presidencial Francisco I. Madero, para que pudiera seguir en la competencia electoral y "ganara", por enésima vez, Porfirio Díaz. Su "victoria", como también hemos recordado, no duró mucho, pues en poco tiempo empezó la Revolución Mexicana.

La derecha mexicana, sin embargo, no aprende la lección. Y si bien hoy no enfrentará al pueblo armado, sí lo hará frente a una población decidida a no dejarse arrebatar lo que hemos podido lograr en el terreno de la democracia.