México D.F. Domingo 24 de octubre de 2004
Pat Mooney, Nobel alternativo, advierte que
faltan leyes que restrinjan estos productos
Trasnacionales usarán a México para experimentar
transgénicos: activista
ELIZABETH VELASCO C.
Los productores y consumidores de México podrían
convertirse en "los conejillos de indias" que prueben los efectos de los
organismos genéticamente modificados (OGM) en caso de que el Congreso
omita aprobar fuertes leyes en materia de bioseguridad que eliminen la
"preocupante" contaminación de maíz y trigo transgénico
que ya se presenta en el país, señaló Pat Mooney,
Nobel alternativo por su trabajo en la situación global de las semillas.
Indicó que aun cuando los científicos todavía
no han analizado los "desastres" ambientales y sanitarios que pueden provocar
los transgénicos, recientemente la Comisión Forestal para
América Latina y el Caribe de la Organización de Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación y la Organización
Mundial de la Salud aceptaron la necesidad de realizar estudios sobre los
efectos en la salud y los campos afectados por la contaminación
de los OGM.
El
también fundador canadiense del Grupo de Acción sobre Erosión,
Tecnológica y Concentración (ETC, por sus siglas en inglés),
manifestó su preocupación porque el Centro Internacional
de Mejoramiento del Maíz y el Trigo (CIMMYT) -que este lunes encabeza
aquí con la Secretaría de Agricultura la asamblea del Grupo
Consultivo de Investigación Agrícola Internacional-, se niega
a aceptar que exista esta contaminación.
Entrevistado luego de participar en la Conferencia Internacional
sobre Biopolítica 2004, convocada aquí por la fundación
alemana Heinrich Böll, Mooney refirió que las semillas transgénicas
están generando altos costos para los campesinos mexicanos al presentarse
un "increíble incremento" en el costo de la semilla, el mayor gasto
en pesticidas y en insumos y tecnologías estratégicas.
Refirió que en encuentros que ha sostenido con
labriegos de Oaxaca y Puebla, éstos "me han dicho que las cosechas
de maíz están enfermas, y pese a ello la CIMMYT -que posee
el mayor banco genético de maíz del mundo y tiene su sede
en México desde 1943- ha evitado enfrentar los problemas señalados
por los campesinos o no ha compartido información de lo que ha hecho
al respecto".
Mooney refirió que el fenómeno de los OGM
-surgidos hace nueve años- está asociado con alrededor de
10 trasnacionales, cinco de las cuales (Dupont, Monsanto, Syngenta, Dow
y Bayer) modificaron genéticamente las semillas para adaptarlas
a la industria de los agroquímicos.
"Tanto las semillas transgénicas como los agroquímicos
se han convertido en una gran industria con un mercado mundial de 25 mil
millones de dólares cada una; esa industria conlleva a un control
del mercado alimentario, con un valor estimado de más de 2 billones
de dólares. El objetivo de las transnacionales es tomar el control
de la fuente de alimentos, porque el primer eslabón de la cadena
alimentaria es la semilla".
Dichas trasnacionales, que ya controlan las fuentes de
semillas del mundo, provocaron la desaparición de 7 mil empresas
dedicadas a desarrollar semillas, y ahora controlan 40 por ciento del mercado
mundial, sin que hasta el momento se conozcan las implicaciones para el
ambiente, en materia de agroquímicos, sin mencionar los costos en
salud para los consumidores.
Precisó que la contaminación es una estrategia
de las trasnacionales, porque si aparecieran rasgos de sus semillas transgénicas
en las tierras de los labriegos, Monsanto o cualquiera de ellas podría
"reclamarle a los campesinos que violaron su patente y se llevarían
su cosecha. Eso ya sucedió en Canadá, donde esta compañía
demandó a un agricultor".
De acuerdo con Silvia Ribeiro, de ETC-México, la
contaminación de tierras de campesinos con OGM se ha extendido a
por lo menos nueve entidades del país.
|