México D.F. Domingo 24 de octubre de 2004
El reconocimiento es efímero, sólo ven el pasado, pero no garantiza el presente, aseguró
El Premio Nacional de Deportes cambió mi suerte; me dejó sin empleo: Juan Hernández
No me contratan, porque no soy un arrastrado con los dirigentes; la marcha, en picada, afirmó
ROSALIA A. VILLANUEVA
Cuando ganó el Premio Nacional de Deportes en 1999 como entrenador de caminata, el profesor Juan Hernández Jiménez desconocía que ese reconocimiento le cambiaría la suerte, pues al año siguiente se quedó sin trabajo en el Comité Olímpico Mexicano, donde se le ve todos los días con andarines juveniles y la veterana Graciela Mendoza, sin cobrar salario.
"El reconocimiento avala el trabajo y la trayectoria de uno como entrenador, pero es efímero, porque sólo se reconoce el pasado y nada para el presente'', dice con amargura el técnico que tiene 38 años en el atletismo, los cuales ha dedicado la formación de marchistas, la mayoría medallistas mundiales en la categoría juvenil, que al paso del tiempo se convirtieron en ganadores de preseas olímpicas, y otros destacaron en las pruebas de fondo.
Aunque se muestra orgulloso de formar parte de la lista de 161 ganadores que desde 1975 han obtenido el máximo galardón deportivo, que anualmente entrega el gobierno federal, Juan Hernández recibe un salario del ISSSTE y está contratado por un colegio particular como profesor de educación física.
Pese a la precaria situación que viven los entrenadores de la vieja guardia, afectados por el recorte de 2000 en el COM, luego de que la Conade limitó recursos a esa institución para manejar el alto rendimiento, Hernández Jiménez señala que ninguno de los dos organismos requirió de sus conocimientos, como tampoco el estado de México, donde también prestaba sus servicios.
Asegura que ha puesto de su bolsillo para pagar la gasolina de su camioneta, para llevar a los alumnos al Nevado de Toluca y al Centro Ceremonial Otomí, donde habitualmente realiza los campamentos previos a los torneos locales e internacionales.
"Uno hace esto por gusto y creo que por eso sigo aquí, porque soy de los entrenadores que no me ando arrastrando con los dirigentes para que me contraten: la dignidad te saca adelante'', señala categórico el profe Hernández.
Por las manos de este hombre de rostro moreno curtido de largas jornadas en el CDOM y cercano a los 60 años, han pasado Carlos Mercenario, Alberto Cruz, Bernardo Segura, Mario Iván Flores, el fondista Arturo Barrios, así como algunos velocistas, solamente la fiel Chela Mendoza, la única andarina activa a sus 43 años, no lo ha abandonado.
El técnico admite que la marcha de México "está en pique", no sólo porque no se lograron los resultados esperados en los Juegos Olímpicos de Atenas, sino por el desinterés de la Federación Mexicana de Atletismo y de la comisión respectiva, que está acéfala, además de "la piratería'' que hay de entrenadores por adjudicarse a los andarines que ya están formados.
"No estamos trabajando en las bases y todo mundo se echa la culpa, es necesario rescatar la marcha para que nuevamente México sea potencia, porque para Pekín 2008 el ciclo no pinta nada bueno para el deporte'', afirma el entrenador, uno de los ocho que en esa área han sido distinguidos con el Premio Nacional de Deportes, aunque no los contraten.
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