DESFILADERO

Jaime Avilés

México en las puntas de América

Tabaré Vázquez ganará mañana en Uruguay
George WC Bush conservará el poder en EU

CALMA CHICHA. Disparos aislados, pequeñas explosiones lejanas, silencio en todos los frentes: así son las treguas. Y en la guerra del salinismo (foxista y prianista) contra el Gobierno del Distrito Federal, estamos a punto de cumplir dos semanas de tregua, desde el lunes 18 de este agónico mes de octubre, cuando el procurador Bernardo Bátiz Vázquez lanzó un obús de muy pesado calibre -el video en que Ahumada implica a Carlos Salinas de Gortari y Santiago Creel Miranda en la conspiración golpista contra Andrés Manuel López Obrador- que sembró el pánico en las trincheras enemigas y enmudeció los cañones de los medios electrónicos.

Salvo los desplantes de algunos lenguaraces que solicitan porque sí la renuncia de Bernardo Bátiz, los conjurados contra las autoridades de nuestra capital tratan de reorganizar sus líneas preparando las futuras ofensivas, y quienes llevamos ocho meses resistiendo dentro de este posmoderno cerco de Numancia aprovechamos la pausa para ir al cine y al teatro, dormir siestas largas y mirar el mundo más allá de las barricadas, en especial nuestro desdichado continente americano, que en las próximas 72 horas vivirá dos momentos históricos, uno en cada una de sus puntas: Estados Unidos y Uruguay.

Si nada cambia en el ánimo del pueblo que vive en la banda oriental del río de La Plata, mañana por la noche habrá una maravillosa fiesta en el corazón de Montevideo y en ciudades de nombres entrañables como Tacuarembó, no así en los balnearios aristócratas de Punta del Este y La Pedrera, porque después de 180 años de dominio hegemónico de la oligarquía uruguaya, que desde la fundación del paisito de Onetti, Zitarrosa y Galeano se ha mantenido en el poder gracias a los partidos Blanco y Colorado, por primera vez la izquierda tomará democráticamente el control de las instituciones bajo la batuta de Tabaré Vázquez, el candidato del Frente Amplio que, según todas las predicciones, arrollará en la primera vuelta del proceso electoral y conquistará la mayoría en el Congreso.

No será un acontecimiento de importancia menor. Con Tabaré Vázquez al frente del gobierno uruguayo el sur de América Latina avanzará en la integración económica regional, fortaleciendo el esquema que impulsan Lula en Brasil y Kirchner en Argentina, al que desean sumarse las fuerzas políticas en ascenso de Bolivia y Ecuador, y al que impulsa la Venezuela de Hugo Chávez. La multiplicación de regímenes antineoliberales en Sudamérica no sólo constata el abrumador fracaso del Consenso de Washington en el mundo en general, y en nuestro subcontinente en particular -que registra las tasas de desigualdad económica más abismales del planeta-, sino que nos coloca a los latinoamericanos en la perspectiva correcta frente a los cambios que están por producirse: la muerte del imperio estadunidense y el surgimiento de China e India como las nuevas superpotencias globales.

Dar la espalda al hundimiento de Estados Unidos, consolidar la integración económica regional y definir las estrategias educativas, de investigación científica, de recuperación de los mercados internos, de rescate a la producción agropecuaria, de combate no a la pobreza sino a la riqueza injusta y malhabida, son las grandes tareas que debemos emprender los latinoamericanos pensando en las grandes exportaciones que podemos hacer dentro de 25 años desde nuestras inmensas costas en el océano Pacífico hacia los nacientes gigantes asiáticos.

Pero sobre todo, y por principio de cuentas, dar la espalda al hundimiento de Estados Unidos significa abandonar, si vamos a comenzar por alguna parte, el modelo educativo estadunidense, esa gran fábrica de analfabetas más o menos funcionales que en México administran la Secretaría de Educación Pública, las universidades privadas y la televisión. Multiplicar exponencialmente nuestras reservas de científicos de excelencia, de profesionales bien calificados, de investigadores y de humanistas, significa adoptar una política de Estado con ambiciones subversivas, que detendría la producción de mano de obra barata y desechable como la que han favorecido los últimos cuatro gobiernos mexicanos y que sin duda alguna fascina a Vicente Fox.

Con el cuento de que "ya hay demasiados médicos y demasiados ingenieros", el foxismo reduce año con año los gastos gubernamentales destinados a investigación científica y formación de universitarios, para que haya más brazos hambrientos y más cerebros acríticos condenados al trabajo sin derechos ni alicientes de las maquiladoras.

Sin embargo, ante la ruina económica de Estados Unidos ha ocurrido lo contrario: las maquiladoras cierran sus plantas, acrecientan el desempleo, quiebran el sistema de seguridad social porque cada vez menos obreros sindicalizados y menos patrones pagan sus cuotas, y el fantasma del desamparo amenaza a las generaciones maduras de un país como el nuestro que, en términos estadísticos y nada irreales, pronto estará compuesto mayoritariamente por viejos y ancianos.

Eso es cierto: quienes hace 25 años constituíamos ese dorado 65 por ciento de la población menor de 25 años, ahora le hemos dado la vuelta a los cartones, y ya somos más los que estamos en el tercio final de la vida que quienes deberán relevarnos con sus músculos frescos.

Enemigos inseparables

En el más conocido de los cuentos de la Malá Strana, Jan Neruda relata la historia de dos hombres que todas las tardes llegaban a beber a la misma taberna de aquella famosa calle de Praga y, por una razón o por otra, acababan discutiendo hasta insultarse. Así pasaron los años, nada alteraba la alcohólica y polemizadora rutina, hasta que un día uno de ellos murió y el otro, al quedarse más solo que Dios en su infinito egoísmo, comprendió que no podía vivir sin él.

Trasladada la moraleja a la geopolítica de nuestros días, algo similar le ocurrió a Estados Unidos tras la caída y disolución de la Unión Soviética: perdió a su antagonista, bajó la guardia y entró en la decadencia que ahora experimenta y no puede -y sobre todo no quiere- evitar. La deuda pública de Estados Unidos es superior al valor de la producción anual del planeta; su agricultura está alevosamente subsidiada, sus reservas de petróleo se angostan, su sistema educativo es deplorable en los niveles básicos de la enseñanza y la mayoría de su población, masacrada cerebralmente por los medios, está asociada, por desgracia, a la estupidez galopante. Sólo así se explica la alta popularidad de George WC Bush.

A finales del fraudulento año 2000, la administración del vil Clinton recibió un estudio que había encomendado a los principales think-tanks del Estado estadunidense, que contenía un pronóstico sobre el futuro del mundo en los siguientes 15 años. En el tema de los energéticos, el documento pronosticaba que durante ese periodo, sólo 10 por ciento del petróleo de Medio Oriente abastecería a los mercados occidentales, mientras el resto seguiría al servicio de China, India y el otro hemisferio del planeta.

Con esa proyección en las manos, George WC Bush, o más bien por conducto de él la industria petrolera, decidió la invasión de Afganistán y de Irak y se lanzó a la conquista del mundo árabe con dos objetivos: aumentar su control estratégico sobre las fuentes energéticas del globo y quitarle la mayor parte de ese combustible a su nuevo enemigo principal: China. Por eso inventó la montaña de mentiras que nos tiene asqueados, por eso desató el obsceno horror sin límites del que jamás nos repondremos, pero ebrio de prepotencia y dueño de las armas de destrucción masiva más temibles que haya engendrado la humanidad, cometió el error de creer que sus operaciones militares serían un mero trámite.

No contaba con la dignidad patriótica del pueblo iraquí, ni con la solidaridad de los países de la región, ni mucho menos con la respuesta encubierta pero indudable de los chinos, que no se iban a quedar cruzados de brazos. De allí el fracaso de la invasión y la crisis de los petroprecios en que se ha sumergido el planeta. De allí, también, la plataforma electoral sin alternativas reales de John F. Kerry.

El sistema bipartidista de Estados Unidos que -al igual que en Uruguay- ha conservado el poder en manos de los ricos desde que se fundó el paisote de Whitman, Miller y Bukovsky, tenía previsto un periodo gubernamental de ocho años bajo el mando de WC después de los ocho años de Clinton. Los empates en todas las encuestas de preferencia electoral auguran que, después de los comicios del martes -en los que intervendrá el fraude y éste no será seriamente impugnado-, nada cambiará en Washington pero todo empeorará en el mundo.

En el fondo de sus perversos corazoncitos, los demócratas dejarán que los halcones cobijados por la sombra de Bush prosigan su sangriento regateo petrolero en Medio Oriente contra los prósperos chinos, y que las condiciones maduren para que en 2008 ascienda a la presidencia Hillary Clinton. Ante semejante perspectiva, hoy por la tarde y como todos los sábados, a partir de la hora acostumbrada, habrá reunión del Plan de los 3 Puntos en el lugar que todos sus adherentes ya conocen. Por esta vez, no se admitirá la presencia de turistas.

[email protected] y http://www.plandelos3puntos.org