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México D.F. Sábado 30 de octubre de 2004 |
El "voto" de Al Qaeda
Hace
unos días, un miembro de Al Qaeda, ciudadano estadunidense, dijo
por televisión que sus conciudadanos pagarían la sangre que
están derramando. Ahora, a cuatro días de las elecciones,
un largo discurso de Osama Bin Laden confirma que él dio la orden
de atacar las Torres Gemelas y dice a quienes se preparan a votar por George
W. Bush o por John Kerry que su seguridad no depende del triunfo de uno
u otro sino que está en sus propias manos y que Al Qaeda jamás
atacará si no es primero atacada.
El sentido de ambos mensajes, para la mayoría de
los televidentes y votantes, es el siguiente: el terrorismo subsiste y
está en nuestra propia casa, y Bin Laden no sólo está
sano y a salvo sino que es un peligro potencial latente para Estados Unidos
y para el mundo. Al Qaeda interviene así con gran vigor en una campaña
electoral para escoger al presidente de la primera potencia mundial, proceso
que se está cerrando y que se decidirá por un puñado
de votos. Los terroristas que aparecen a toda hora en la televisión
y en la casa de los votantes tendrán sin duda un fuerte impacto
mediático y reforzarán el miedo, la inseguridad, el racismo,
el chovinismo y la xenofobia en amplios sectores de la sociedad estadunidense,
precisamente en los que actúa el fundamentalismo cristiano, la extrema
derecha y recoge sus votos más fieles el presidente Bush. Temiendo
este resultado, el senador Kerry se declaró dispuesto de inmediato
"a destruir a Al Qaeda o matar por cualquier medio a los terroristas",
con la esperanza de no dejar en manos de Bush la exclusividad del arma
del patriotismo.
Bin Laden se burla de Bush, su ex socio en los negocios
petroleros y viejo amigo de familia, diciendo que no protegió las
Torres Gemelas y que, al saber que las mismas habían sido atacadas,
prefirió seguir contando fábulas en una escuela primaria.
Pero dichas observaciones son mínimas frente a la influencia de
las amenazas que, a los ojos de quienes no piensan mucho y reaccionan guiados
por el racismo, parecen justificar la política de guerra de Bush
contra los árabes y su prescindencia de la ONU y de los aliados
(los cuales, dicho sea de paso, no son muy populares ante el estadunidense
medio). De modo que las amenazas de Al Qaeda podría eventualmente
pesar mucho y decidir las elecciones a favor de Bush a pesar del desastre
de Irak, de la pésima situación económica, de las
nubes que se ciernen sobre el futuro inmediato de Estados Unidos y, con
ellos, de la economía mundial.
Con la mundialización nada es ya puramente "internacional"
ni nada exclusivamente "nacional". Irak "vota" en las elecciones de Estados
Unidos y ahora "ha votado" Al Qaeda. Los resultados de esos dos "votos"
son opuestos, porque Irak clama a favor de la paz y Bin Laden agita en
cambio el espantajo del terrorismo ante los electores de un país
que se siente aislado en el concierto mundial y al cual el miedo puede
hacer entrar aún más por el camino de la violencia bélica
y de la restricción de los derechos democráticos de sus ciudadanos.
Aunque Bin Laden envenenó con su intervención las elecciones
estadunidenses, aún no está claro quién podrá
canalizar electoralmente esta injerencia. Esperemos que el electorado reaccione
con indignación, pero con la cabeza clara.
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