México D.F. Sábado 30 de octubre de 2004
Molly Ivins
Kerry, por dos a tres puntos
Austin, Texas. Por fin hice mis apuestas. Kerry gana a Bush por dos o tres puntos en todos los estados importantes, excepto Florida. A quienes esto les parezca una flagrante muestra de falta de respeto estilo Bill Bennett * , tanto por el buen dinero como por el Futuro de Nuestra Nación, les diré, oigan, sin cojones no hay gloria. Además, Ladbrokes, la firma inglesa de apuestas, ofrece seis a cinco por Kerry.
Estas cosas por lo regular comienzan a definirse una semana antes, así que para los últimos dos o tres días muy poco puede cambiar, a menos que nos golpee un meteorito político. Bush todavía gasta mucho más que Kerry en anuncios de televisión, pero el factor de saturación publicitaria se ha asentado. Esta saturación es una combinación de fatiga de espots, que aflige en particular a los heroicos ciudadanos de los estados decisivos, y de los ubicuos anuncios de campaña de todo mundo, desde Joe Don Billups para la comisión de condado del segundo distrito hasta Mary Hanna Gonzalez-Chiu para directora estatal de agricultura. Vivimos en una gran nación.
Estamos ahora en zona de guerra; es hora de atacar: tocar puertas, hacer llamadas, organizar la partida, encontrar la casilla adecuada. Los demócratas por lo regular vencen a los republicanos en el terreno, en parte porque tienen un montón de militantes sindicales expertos en ese trabajo. Pero Karl Rove y el Comité Nacional Republicano han metido una tonelada de dinero en la guerra de campo este año, comenzando por subcontratar con India la alimentación de datos a su archivo de computadora. Pero me parece que los demócratas conservan la ventaja por el factor de intensidad.
Sin temor a que me contradigan, puedo afirmar que George W. Bush ha resultado ser un factor de división, no de unidad, en los cuatro años pasados. Cielos, con un poquito más que nos enojemos unos con otros empezaremos a darnos de puñetazos y, hermanos, lo digo en serio.
Los liberales, por lo regular gentiles como gatitos -tanto que podemos acercarnos a acariciar su pelambre suave y rizado, no les importa-, están en un alarmante estado de indignación moral. Esta vez creen con devoción que el fascismo, con todo y botas militares arriba de la rodilla, está a la vuelta de la esquina. No sólo están seguros de que las garantías individuales se están desmantelando en silencio, sino que son lo bastante perceptivos para darse cuenta de que nuestra reputación en el mundo ha pasado del respaldo instantáneo tras el 11/S al disgusto y el temor.
Entre tanto, muchos cristianos evangélicos están convencidos de que el matrimonio gay está encima de nosotros y será el fin de la civilización. Cómo se convencieron de que George W. Bush es el ungido del Señor, es algo que escapa a mis entendederas; lo conozco desde la secundaria, lo he observado de cerca como funcionario público durante 10 años y todavía no veo un indicio de ello.
Esa creencia es tan difícil de erradicar como su conmovedora fe en que encontraríamos armas de destrucción masiva en Irak y en que Saddam Hussein estaba vinculado con Al Qaeda. Creen las dos cosas porque el gobierno sigue afirmando que son ciertas. Hasta donde sé, la única vez que Bush dijo directamente que Dios habla por su conducto fue el verano pasado, ante dirigentes anabaptistas. Eso alarmó a todos los que creían que Dios sabía pronunciar la palabra nuclear.
Tal vez la historia que menos recogen los medios en esta campaña es la de John F. Kerry. Cierto, es algo tieso y aburrido en público. Muchas personas lo atribuyen a sus 20 años en el Senado, donde se puede hablar sin que nadie escuche. En realidad, si observan ustedes el video, verán que era mucho mejor orador en el Senado. Las imágenes de televisión que lo muestran durante los debates importantes de su carrera son cautivadoras. Me parece que es uno de esos tipos que creen que tiene que portarse en público como un predicador bautista: si en verdad no dice groserías, será el primer egresado de la Marina de la historia que se reprima.
Mientras más miro su expediente, más impresionada me siento. Una de las auténticas vergüenzas de esta campaña es el ataque al historial de guerra de Kerry: puras mentiras. Por supuesto que su primer Corazón Púrpura fue por una herida leve. Como dijo Bob Dole de uno de los suyos, "... una brizna de metal en mi pierna (...) una de esas heridas que el Ejército curaba con mercurocromo y un Corazón Púrpura". Típico y despreciable de Rove lanzarse contra el historial de guerra de Kerry. Pero es el historial en el Senado el que me interesa más.
En particular, tres extraordinarias investigaciones sobre la conexión entre los contras nicaragüenses y el tráfico de cocaína; sobre el BBCI, el banco que usaban los mafiosos y terroristas, y la larga y dolorosa resolución del caso de los desaparecidos de guerra, que condujo finalmente a la reanudación de relaciones con Vietnam. Cada una es notable, y las tres juntas son muestra de integridad, valor y de una asombrosa capacidad de trabajo duro y sostenido. El número de poderosos que no querían que ninguno de esos temas se tocara formaba legión.
Tengo esperanzas. Quien tenga problemas el día de la elección puede llamar al (866) OUR-VOTE, número instaurado por la Coalición de Protección Electoral. * Conductor del programa de radio Morning in America. (N del T)
© 2004 Creators Syndicate, Inc. Traducción: Jorge Anaya
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